Un matrimonio lleva un mes viviendo en la Platja de la Llosa de Cambrils

El consistorio asegura que se les ha ofrecido varias viviendas de alquiler social y que las «han rechazado»

10 julio 2018 19:37 | Actualizado a 16 julio 2018 17:25
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Un matrimonio de Cambrils lleva más de un mes viviendo a la intemperie. Olga Prokina, de 54 años, y su marido –que padece cáncer de hígado–, fueron desahuciados el pasado 8 de junio porque no podían hacer frente al alquiler de su piso. Desde entonces, se instalaron en la Platja de la Llosa y malviven en medio de palmeras, a unos 100 metros, aproximadamente, del Hotel El Dorado. Se alojan en una tienda de campaña, donde guardan todas sus pertinencias. 

«Ya no aguantamos más. Nadie puede estar sin techo en verano. Hay casas vacías, casas de bancos...¿cómo puede ser esto?», lamenta Olga que, según dice, desde Serveis Socials «no están haciendo nada» para conseguirles un piso de alquiler social. «Yo solo pido que nos den alguna vivienda porque mi marido está enfermo», dice entre lágrimas. 

Hace ocho años que vinieron de los países del este, ella de Rusia y su marido de Georgia, para empezar una nueva vida aquí. Durante todo este tiempo, Olga había trabajado en el sector turístico de intérprete y guía turística en Salou. Su última ocupación fue en una farmacia de Cambrils, pero hace tres años que se encuentra en el paro. Desde entonces, no tienen ingresos ya que, según explica, a su marido le detectaron cáncer en 2014 y no puede trabajar. Además, apunta que hace dos años que no reciben ningún tipo de subsidio. 

Con esta situación no podían hacer frente al alquiler de su piso. Pagaban 425 euros al mes, un coste que no pudieron asumir y finalmente les desahuciaron. «Este dinero no lo podíamos pagar. El problema es que no tenemos trabajo». Tras quedarse sin casa, el Ayuntamiento de Cambrils les ofreció un alojamiento temporal de urgencia durante tres noches en un hostal. 

Olga pone de manifiesto que también tienen muchas dificultades para poder sufragar el tratamiento que necesita su marido. Vale 5,93 euros al mes. «El está agotado. Con la quimioterapia no le puede tocar el sol», dice. Se protegen con un parasol y pasan el día buscando la sombra de las palmeras. «Casi no dormimos. Vivir en la playa es muy peligroso», aseguran. Mientras uno duerme, el otro vigila. Hará cosa de dos semanas dos jóvenes que iban bajo los efectos del alcohol les amenazaron de madrugada. Desde ese día, mantienen la alerta. 

Cada dos semanas reciben ayuda de Cáritas. La entidad les proporciona alimentos para que puedan subsistir. Para asearse, utilizan las duchas de la playa. «Nos duchamos con agua fría y sin jabón», explican. 

«No tenemos nada»

Olga tenía muchos amigos y conocidos en Salou. Les pidió ayuda y les suplicó si se podía duchar por lo menos algún día en su casa. Pero todo eran excusas. «Estamos solos (...) Yo nunca me hubiera pensado que me encontraría en esta situación. No tenemos coche, no tenemos nada», lamentaba. Cada día utilizan la misma ropa. Por la mañana la lavan en las duchas y la dejan secar colgada en las palmeras. 

Ahora el matrimonio está luchando para obtener la documentación de él. Olga tiene los papeles pero su marido no. En este sentido, también reprochan a Servicios Sociales que no agilicen los trámites para conseguirla. «Somos extranjeros pero primero somos personas, ¿no?», se preguntan. 

Reconocen que hace un año rechazaron una vivienda social que  les ofreció el Ayuntamiento. El contrato de alquiler del piso donde se alojaban se les acabó y el consistorio les propuso alojarse en una vivienda social. Pero según Olga, «era una pequeña habitación que no tenía nada, ni  agua, ni luz». Entonces, decidieron buscarse otro piso de alquiler por un tiempo más hasta que les echaron. 

Según apuntan, el Ayuntamiento les dice que ahora mismo no hay ninguna vivienda disponible para ellos. «Solo queremos trabajar y vivir aquí, nos gusta la gente de aquí. Y ahora estamos fatal», concluye Olga. 

«Se les han gestionado todas las ayudas posibles»

El Ayuntamiento de Cambrils asegura que Olga y su marido están atendidos por los Serveis Socials desde 2015. Durante estos tres años «se le han gestionado todas las ayudas posibles para atender las dificultades en la tenencia de los diferentes domicilios». 
Desde el consistorio dicen que se les ha aplazado los diferentes desahucios y se les ha ofrecido varios recursos de vivienda: «Han renunciado a dos pisos sociales y a un alojamiento temporal de urgencia». Y recuerdan que todos los pisos sociales cumplen con unos requisitos mínimos para la habitabilidad, «tienen agua y luz», apuntan. 
Además, fuentes municipales explican que durante estos  tres años se les ha  prestado ayudas para que pudieran pagarse los alimentos básicos así como medicamentes y trasnporte. 

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