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Antonio Iturbe: «Las curanderas estaban en el filo entre lo racional y la superstición»

En ‘Música en la oscuridad’ el escritor viaja hasta la década de 1930 para rescatar a un sastre republicano que cambió la vida de una comunidad gracias a la música

09 mayo 2024 12:45 | Actualizado a 10 mayo 2024 18:00
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El periodista y escritor Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) es autor de novelas como Rectos torcidos, Días de sal, La bibliotecaria de Auschwitz o A cielo abierto. En su última obra Música en la oscuridad (Seix Barral), el escritor, que creció en el barrio portuario de la Barceloneta, retrocede en el tiempo hasta la década de 1930, durante la Segunda República para rescatar la historia real de un sastre republicano que cambió la vida de una comunidad gracias a la música. De ella conversamos durante las jornadas literarias Transversal que se celebraron el pasado fin de semana en El Vendrell.

¿Cómo se responden las grandes preguntas cuando la persona que tiene las respuestas ya no está?

Es como si hicieras una pregunta y te volviera su eco porque ya no hay nadie que la responda. Entonces, intentas llenar ese vacío merodeando alrededor de ese personaje. El hilo es mi abuelo, al que llegué a través de mi madre, de otras personas que lo conocieron, de la documentación de la época y de esa especie de conocimiento interiorizado que todos tenemos muy en el fondo de la conciencia y que en un momento dado aflora. De todos esos materiales surge La música en la oscuridad.

La polarización política no nos lleva a nada bueno porque es una especie de supremacismo personal, de pensar que lo nuestro es perfecto y lo de los demás completamente erróneo

Todavía cargada de silencios y reproches.
Esta historia surge, por un lado, para tratar de entender cómo es posible que una persona sin estudios, muy rústica como era mi abuelo, un campesino llega a tocar el saxofón. Y, más allá me hago otra pregunta y es cómo es posible que la música penetrara en él, en esa gente muy humilde y que nos transforme. Y al final, es verdad que al ir a indagar en la historia llegué a los años 30 y en España, a la que das cuatro pasos en 1930, te pegas el gran batacazo del 36.

Que también lo recoge.
Es inevitable. Pero todavía retumba ese silencio de la Guerra Civil porque lo que pasó fue muy horrible. Todas las guerras son terribles, pero en una guerra civil no combates contra un enemigo exterior, sino que estás matándote con tu propio vecino y eso es lo peor.

Sin embargo, su abuelo no es el protagonista de esta historia.

Fue así. Estiré de un hilo y me encontré con lo inesperado, es la caña de pescador que lanzas a un mar inmenso y puedes pescar una bota vieja o un tesoro. La fortuna fue ese clarinetista que llegó en 1930 a esa pequeña población llamada Casetas con unas cuantas telas porque era sastre, un montón de ilusiones de republicano, con esas ideas socialistas de cambiar el mundo y su clarinete. Este personaje será el director de la banda donde mi abuelo ingresará y aprenderá a tocar el saxofón. Una persona que existió en la realidad y que yo proyecto a través de la literatura.

¿La educación lo puede todo?

Realmente, por primera vez en la historia de España pusieron la educación en el centro y esto fue un gran logro de la Segunda República. Luego ya sabemos cómo acabó.

$!Antonio Iturbe: «Las curanderas estaban en el filo entre lo racional y la superstición»

No obstante, tiene ese personaje de la bruja. Aún las hay.

Haberlas haylas y en aquel momento eran personajes muy importantes porque no había médicos para todos los pueblos. Era una época de trabajos muy físicos y se producían muchos cortes, problemas de huesos, hombros dislocados... y esas personas conseguían dar los primeros auxilios. Eran el hospital de urgencia de muchos pueblos. Estaban en el filo entre un conocimiento muy profundo de la medicina natural, de las hierbas, de los remedios y esa otra mirada de las cosas que está al otro lado de lo racional, con esos conjuros y esa superstición. Estaban hechas un poco de esos elementos y a mí me fascinan.

El instinto.
Efectivamente. Un conocimiento antiguo, instintivo, que muchas veces acierta. No sé decir si es por casualidad, por azar o porque realmente es gente que tiene unas capacidades que les permiten ver lo que la gente normal no vemos.

¿Aquellas mujeres no podían estudiar medicina en aquel momento verdad?
No, no podían ni votar. Estaban en un lugar muy subalterno y ahí también la República las subió varios peldaños y las puso en el centro. Por ejemplo, había muchas maestras y en la novela aparecen. Ese auge de la educación, esa fabricación de escuelas en España tiene mucho que ver con la incorporación de mujeres al magisterio y a partir de ahí creo que es el momento en que empiezan a sacar la cabeza después de muchos años de sometimiento. Y el personaje de la curandera ejemplifica un poco una tipología de mujer singular, pero muy independiente. Es el arquetipo de ese enfrentamiento del conocimiento entre lo material y ese otro intuitivo y natural. Pero también esa mujer que va muy por libre, que rompe con todos los clichés y todos los convencionalismos y eso le hace estar también muy sola. La curandera, la bruja, está bastante aislada.

Era bastante habitual.
Normalmente, buscaban ese contacto con la naturaleza, donde tenían su farmacia con toda la medicina natural y porque eran personas que estaban fuera del estándar social, no respetaban las normas. No obstante, se autoexpulsaban ellas mismas porque tampoco les interesaba esa vida tan encorsetada.

Dentro de los hechos históricos recoge la revolución minera de 1934.

Es un episodio muy sintomático porque es una revolución en plena República, está dentro de una democracia. Visualiza un momento de una agitación extrema en España y quería mostrar que la República y los partidos de izquierda y progresistas también hicieron muchas cosas mal. Una de ellas fue la desunión patológica que tenían, el estar tirándose los trastos a la cabeza comunistas, socialistas y anarquistas.

Necesito que haya algo que no sepa para ir en su búsqueda y la música forma parte de esto. Nadie sabe con exactitud por qué algo que no tiene ni materia ni peso ni olor cambia el estado de ánimo, te enardece o te pone melancólico

¿Cómo ve ahora a la clase política?

Da miedo porque ves muchos tics de lo que sucedió en esos años de 1930.

La polarización.

Hay algo que me aterra mucho de lo que está ocurriendo y es que el adversario político no es un rival, sino un enemigo. Puedo entender que se esté en desacuerdo con las posiciones políticas o con las acciones de otro, pero no se puede odiar al otro. Es decir, este odio que se ha instalado me asusta mucho porque me recuerda, por desgracia, lo que ocurrió en el año 36, cuando pasaron del debate a las pistolas. La polarización no nos lleva a nada bueno porque es una especie de supremacismo personal, de pensar que lo nuestro es perfecto y lo de los demás completamente erróneo y nadie es perfecto ni una ideología es idílica. Deberíamos ser un poco más comprensivos y autocríticos por pura supervivencia social. Si no, lo echaremos todo al traste.

¿Qué ha supuesto para usted escribir este libro tan personal?
Es personal, pero también quería que fuera una historia universal. No quería publicar un libro con mi yoísmo si ese libro, cuando alguien lo leyera, no se convirtiera en su propia historia. De ahí también un poco la proyección entre ese enfrentamiento entre razón y superstición; de la República contra el caciquismo y el conservadurismo español. Y un tema que me interesaba mucho también es el de la propia música, por qué nos transforma, de qué está hecha, de dónde surge, ese misterio de la música que no somos capaces de resolver, que forma parte de esos misterios necesarios de la vida porque si todo es contante y sonante, si ya lo sabemos todo, ya no me levanto por la mañana. Necesito que haya algo que no sepa para ir en su búsqueda y la música forma parte de esto. Nadie sabe con exactitud por qué algo que no tiene ni materia ni peso ni olor cambia el estado de ánimo, te enardece o te pone melancólico y me interesaba también ponerlo sobre la mesa en un mundo que es muy material.

¿Usted sabe de música?
Para hacer el libro se me ocurrió tomar unas clases de saxofón.

¿Qué tal fue?
Fatal. Busqué un profesor y me di cuenta de lo extremadamente difícil que es. Decía el profesor que si tú quieres aprender a tocar el piano, también es difícil, pero cuando aprietas una tecla, esta suena. En el saxofón no. Tú soplas y no suena nada. Tienes que soplar de cierta manera, que vibre la pestaña, tiene una complicidad, yo estudié varios días solamente para conseguir una especie de bocinazo. De mi torpeza ya era consciente, pero me di cuenta de la extrema dificultad, lo que me hizo admirar más a mi abuelo, que una persona sin estudios consiguiera dominar ese instrumento es una maravilla. Y algo que también me han explicado músicos es que la música tiene mucho de intuitivo. No puedes ser músico sin tener un pie en lo que no sabemos de dónde emerge y por eso los campesinos sin estudios de repente tenían esa intuición musical y fueron capaces de formar una banda.

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