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De ruta por Tarragona: el guardián de Amposta

La montaña del Montsianell, con sus 293 metros de altura, es recordada por su silueta y la escultura que la corona en las Terres de l’Ebre, y que destaca por sus atractivos naturales

14 marzo 2024 11:48 | Actualizado a 14 marzo 2024 13:33
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Así como la Mola de Colldejou y las Muntanyes de Prades recortan el horizonte del Camp de Tarragona, la Sierra del Montsià y el Parc Natural dels Ports lo hacen en las Terres de l’Ebre, sobre todo desde sus playas. Son muchas las montañas que podríamos destacar, pero una de ellas es recordada por su silueta y la escultura que la corona.

Se trata del Montsianell que, con sus 293 metros de altura, es presidida por un Sagrado Corazón. Si el Puig d’en Cama es la atalaya menor del Baix Camp, el Montsianell lo es de la comarca del Montsià.

La primera abraza Reus, Almoster y Castellvell del Camp, protegiéndolos de las inclemencias meteorológicas, mientras que la segunda parece observar el Delta de l’Ebre mientras se apoya en el regazo de la Sierra del Montsià. ¿Cómo deben ser sus vistas? En la ruta de esta semana, coronamos la cima del Montsianell, visitamos los atractivos naturales de Amposta y, finalmente, conocemos el secreto que esconde la desembocadura.

La senda asciende progresivamente, cruzando la carretera del Camí del Prat de la Llosa

Instrucciones de la ruta

El punto de inicio será la ermita de la Mare de Déu del Montsià, en el término municipal de Amposta. El acceso a su aparcamiento solo podrá hacerse dentro del horario establecido, que va 8:00 a 18.00 de octubre a marzo y de 8.00 a 21.00 de abril a septiembre.

Desde el final del propio estacionamiento surge un sendero que conduce a la cumbre del Montsianell, omnipresente a lo largo de toda la ruta.

La senda asciende progresivamente, cruzando la carretera del Camí del Prat de la Llosa antes de salvar los últimos metros de desnivel positivo. Ya en la cima disfrutaremos de los siguientes puntos de interés: al este, la planicie del Delta de l’Ebre, al oeste, las alturas que forman el Parc Natural dels Ports y, al sur, la Sierra del Montsià.

Finalmente, emprendemos el descenso sirviéndonos de las marcas de color azul, superamos el breve paso asegurado con una cadena y volvemos a la ermita haciendo uso del Camí Pista Tapa, un camino asfaltado que se solapa con el Barranc dels Núvols.

En cualquier caso, si queremos reducir la ya de por sí breve distancia del itinerario, podemos tomar el sendero que en pleno del descenso se desvía al oeste en busca del Camí del Prat de la Llosa, conocido en el ascenso.

Una vez que hayamos completado el recorrido, podemos agregar a la salida un paseo por Els Ullals de Baltasar, unos manantiales naturales que recogen las aguas subterráneas de la Sierra del Montsià y Els Ports.

Es una suerte de pantano que podemos descubrir caminando un único kilómetro. Está a 7 kilómetros de la Mare de Déu del Montsià, de hecho, podríamos ir a pie de un lugar al otro y visitar la Torre de l’Oriola, una masía que formaba parte del cordón defensivo de Amposta allá en el siglo XVI, y el tranquilo Bosc de Ribera.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

Desde el punto de vista de la dificultad, esta ruta es de dureza moderada por sus 5,77 kilómetros de distancia y 267 metros desnivel positivo o subida.

Ahora bien, el ascenso se completa en un suspiro, sobre todo si nos ayudamos de los bastones de senderismo, y carece de obstáculos técnicos más allá del paso asegurado con una cadena y las pendientes pronunciadas que saltan a la vista de observar la colina. Si nos preocupa este tramo más técnico, haremos el recorrido en sentido inverso.

Lo que el mar esconde

Durante años, el Mediterráneo y el río han mantenido un pulso en el que siempre ha ganado el segundo. A raíz de la construcción de embalses a lo largo de su curso, las tornas han cambiado: el Ebro transporta menos sedimentos y, de esta manera, el mar recupera su territorio.

Así como las altas temperaturas provocan que resurjan los cadáveres de los alpinistas que perecieron en el Everest, las aguas del Mediterráneo han revelado los restos de un barco británico del siglo XIX hundido a 8 metros de profundidad en las inmediaciones de la Isla de Buda.

El navío, descubierto por el pescador de Amposta Carlos Somolinos, había sido sepultado por la arena, ocultando así el material bélico que debía usarse en la Guerra del Francés o Guerra de Independencia Española (1808-1814), ocurrida en el contexto de las guerras napoleónicas.

Ahora bien, este es solo uno de los más de 800 naufragios que han ocurrido en el litoral catalán. ¿Qué esconden las aguas de la Costa Daurada?

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