De Vila-seca al Mundial de muay thai

Xavi González, de 17 años, buscará una medalla en la cita de Tailandia

17 febrero 2019 18:29 | Actualizado a 17 febrero 2019 18:33
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Como a tantos otros chavales, a Xavi González le sedujo primero el fútbol. No hay otra ley en la infancia. Luego, con los años, fue perdiendo el interés. «Quería un cambio radical, hacer algo totalmente distinto», cuenta, y probó con el boxeo. Se ejercitó en esas lides hasta que llegó un instante de revelación, de descubrimiento. «Empecé a probar a mover las piernas y golpear. Noté cómo podía utilizar todo el conjunto de las ocho extremidades que intervienen», explica este chaval de Vila-seca, de 17 años y con una progresión meteórica que decidió intentarlo con el muay thai, el llamado boxeo tailandés, un arte marcial que es también deporte de contacto en base a golpeos con técnicas combinadas de piernas, brazos, pies, rodillas o codos. 

En poco más de un año, Xavi ha acumulado 11 combates, ganando la mayor parte de ellos, lo que le ha franqueado las puertas de un evento por todo lo alto: a principios de marzo competirá en el Mundial de muay thai, que se celebrará en la localidad tailandesa de Pattaya, una población turística y costera, a 130 kilómetros al sureste de Bangkok. 

«Es una oportunidad muy importante para mí», cuenta Xavi González, que testará su talento ante miles de espectadores, en una prueba de fuego en la que el reto será volver a Tarragona con una medalla en el cuello en la categoría de -60 kilos. «Ha crecido tanto gracias a su capacidad de sufrimiento, día a día, en el gimnasio», le define su entrenador Albert Giménez, responsable de que su pupilo haya obtenido pasaporte a la cita internacional de la World Muaythai Federation. 

Xavi, que estudia un ciclo de soldadura, se prepara a conciencia todas las tardes, con entrenamientos que suelen alcanzar las cinco horas, entre el trabajo de gimnasio, en el cuadrilátero y en disciplinas como el crossfit. Todo ello le ha servido para forjar también su resistencia psicológica. «Hay gente que se piensa que este deporte es sólo pegar. No es así. Hay un respeto brutal entre competidores, no hay nada de rencor. Es liturgia, es deporte ancestral, es tradición», desgrana Xavi, que añade: «Descargo mucha adrenalina pero también me sirve para ganar mucha fuerza mental». 

Su entrenador, curtido en los cuadriláteros, también como árbitro, apunta: «Para subir a un ring tienes que estar más preparado mental que físicamente. La presión que sufres es brutal. Estás poniendo en juego tu integridad física. Si no haces un buen combate, corres el riesgo de recibir cortes, golpes…». 

Xavi no está solo en esa andadura. Le arropa su familia. «Al principio no me gustaba», tercia su padre, Miguel, «pero luego vi que dentro del muay thai hay mucha emoción y disciplina». «Por desconocimiento, te parece un deporte lejano, pero ves que es algo serio y sano, con muy buenos profesionales. A Xavi le ha servido mucho para centrarse, para establecerse unos objetivos e ir a por ellos», explica su padre. 

De momento, Xavi devora etapas en su insultante juventud y se nutre de experiencias. «Sigo con los pies en el suelo. ¿Mi sueño? Ser campeón del mundo es lo más alto, pero voy paso a paso», concede él. Su padre le empodera pero con cautela: «Le digo que lo dé todo, que luche por lo que quiere conseguir». Los estudios son lo primero pero el placer de competir en Tailandia, la meca del muay thai, no se lo quita nadie. 

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