Un Granada a medio gas se lleva los tres puntos del Nou Estadi (Nàstic 0-1 Granada)

El Nàstic pierde en la despedida del 2018 en su estadio con un gol de Pozo en la primera mitad. El equipo grana tuvo ocasiones pero el árbitro y el acierto falló

08 diciembre 2018 17:04 | Actualizado a 10 diciembre 2018 15:59
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El Nou Estadi cierra el 2018 con una derrota que deja las opciones de salvación aún más tocadas. Sería una suerte que acabara la jornada a seis puntos de la permanencia. Los diez puntos que suman ponen en duda incluso la racionalidad de acudir al mercado de invierno.

El equipo no estuvo mal. Anduvo con ocasiones para ganar y llevó al Granada a una postura más defensiva de la que acostumbra el cuadro de Diego Martínez. Pero volvió a faltar acierto en los metros finales y se facilitó defensivamente la victoria visitante. Como en su día el Almería o el Zaragoza, y otros tantos conjuntos, al Granada le valió con jugar al ‘trantrán’ para llevarse los tres puntos del Nou Estadi.

La vergüenza de segunda mitad del Nàstic en Soria convenció a Enrique Martín de actuar por la vía de la revolución. Contra el Granada presentó cambios en varios sentidos. El más llamativo, el relevo en la portería. Entró Bernabé y Becerrra, titular en todos los partidos desde que llegó el navarro, se quedó en el banquillo.

El portero andaluz comenzó inquieto. Resolvió las primeras intervenciones con timidez.

Una vez los futbolistas granas se desplegaron sobre el verde quedó patente el cambio de dibujo táctico. Martín Monreal dejó de lado su esquema preferido de tres centrales y dos carrileros (3-5-2) para apostar por un 4-3-3. En Soria hubo un amago de plantarlo en Los Pajaritos, pero cambió de opinión en el último segundo. Ayer, se decidió a probarlo.

Y lo hizo apoyándose en dos canteranos: Viti y Salva. El primero actuó como pivote defensivo. Ofreciendo equilibrio en las transiciones y aportando criterio en la construcción de los cimientos de las jugadas ofensivas. Salva Ferrer se situó como un lateral derecho atrevido. Expulsándose las vergüenzas para atacar al espacio en incursiones por la banda o diagonales hacia el centro. Demostró una enorme personalidad y más carácter que otros jugadores del primer equipo.

De hecho, ambos ‘sin papeles’ como les llama Enrique Martín por tener ficha del filial, fueron de lo mejorcito del partido. La nota positiva y que incita a pensar en un futuro próximo saludable con dos figuras como ellos. Que no se

El cambio defensivo no dotó de mayor solidez a la zaga. La misma fragilidad de cada partido apareció desde el inicio del encuentro. Pozo desarmó todo el sistema defensivo con un movimiento sinuoso y una combinación con Quini que no encontró nadie para culminar la acción.

El Granada comenzó mandando. Como apuntaban todos los guiones. No había duelo que los jugadores nazaríes no se llevaran. El Nàstic corría detrás del balón sin aspiraciones.

Hasta que se activó a los 20 minutos. Un remate forzado de Albentosa abrió la mejor fase del equipo local. Sin demasiada fluidez pero mucho empeño el cuadro grana comenzó a presentarse amenazadoramente por los dominios de Rui Silva.

El primer remate a puerta del Gimnàstic tuvo la firma de Barreiro. El gallego descolgó en el área un centro alto y en dos toques voleó flojo a las manos del arquero granadino.

Salva lanzó un ataque sorpresa con una larga conducción en la que fue sorteando rivales. No se podía creer que hubiera llegado a posiciones de disparo. Cargó la pierna todo lo rápido que pudo. Su tiro mordido se fue desviado por un defensa contrario.

La grada, que volvía a presentar una imagen alegre a pesar de las pocas alegrías que le ofrece el equipo, se creyó que podían ver una victoria de los suyos cuando Sebas Coris mandó el cuero a la red. El árbitro Sagués Oscoz invalidó el tanto por posición ilegal.

El Granada se había replegado sin que ello le supusiera ningún drama. Aguardaba a su oportunidad. Que llegó en un contragolpe conducido por Vadillo que Pozo convirtió en gol con un disparo cruzado. Los defensas granas no supieron frenar la acción. Fueron reculando hasta casi meterse en su propia portería. Dando al delantero nazarí de todo el tiempo del mundo para escoger la mejor opción. Cuando ganar ya no parecía una utopía apareció el Granada para mostrar la cruda realidad grana.

La rabia de la hinchada no podía cargarse a lomos del equipo. La imagen estaba siendo mucho mejor que en Soria. Hasta buena. Así que se dirigió al árbitro. Con todo merecimiento. Sagues Oscoz se olvidó del reglamento cuando pudo señalar varias manos de futbolistas del Granada. Una dentro del área.

Se le pedía, exigía, al equipo que no se derrumbara con el gol del rival. Esta vez no lo hizo. Salió del vestuario con intensidad y con iniciativa de remontada. Otra cosa es los recursos que ofrecía para lograrla. Más bien escasos.

Entre eso y el bagaje del colegiado que anuló un gol de Uche por supuesta posición ilegal de Barreiro. La desesperación grana es desde todas bandas.

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