La hinchada del FC Barcelona está firmando una semana para olvidar. El martes, el primer equipo masculino quedaba eliminado de la Champions League tras perder ante el Paris Saint-Germain la vuelta de los cuartos de final. El miércoles, veían como su eterno rival, el Real Madrid, conseguía acceder a las semifinales eliminando al Manchester City del socio culer Pep Guardiola. Y ayer sábado, su máxima esperanza de tener una alegría, el primer equipo femenino chocaba contra el muro que planteó el Chelsea en el partido de ida de las semifinales de la Women’s Champions League. También en el Lluis Companys. Un estadio que va camino de convertirse en maldito.
Hasta el Estadi Olímpico de Montjuic se desplazaron una decena de aficionados culers con el autocar organizado por la Penya Barcelonista Baix Camp. La ilusión y la confianza en el equipo de Aitana, Caroline Graham, Patri Guijarro y Alexia Putellas era máxima. Incluso cuando se enteraron de que la capitana y ganadora de dos Balones de Oro no estaba en el once de Jonatan Giráldez.
Necesitados de una inyección anímica, los seguidores azulgranas se llevaron una decepción enorme cuando Erin Cuthbert conseguía adelantar al Chelsea con un latigazo desde la frontal.
Comenzó un largo quiero y no puedo. Una interminable sesión de frustración barcelonista. Entre las pérdidas de tiempo, el extraordinario desempeño defensivo del conjunto de Emma Hayes y la incapacidad ofensiva azulgrana se fundió el ‘as’ en la manga de los aficionados culers. Y todavía queda el Clásico en el Bernabéu.
