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Todo empezó en marzo cuando la Rosita White IPA, ganó la medalla de plata en la Dublin Craft Beer Cup, un evento internacional donde más de 300 cervezas artesanas de todo el mundo compiten por su reconocimiento y galardón.
El premio coincidió en el tiempo con una nueva iniciativa de Moritz. La cervecera barcelonesa se acababa de declarar «Artefan», es decir, fan de las cervezas artesanas catalanas, porque, según Sergio Martínez, director de marketing, «no sólo están haciendo cosas muy interesantes sino que contribuyen a aumentar la cultura cervecera en nuestro país». Por ello, de la misma manera que la marca apuesta por la moda, el cine y los jóvenes talentos, también quiere estar al lado de las cerveceras artesanas que están innovando, invitando cada mes a una de ellas a presentar alguna de sus novedades en el M-Store, la tienda de la fábrica Moritz Barcelona.
Fue a raíz del premio cuando ambas empresas entablaron relación. Directivos de Moritz se pusieron en contacto con la marca de Alcover para ofrecerles dar a conocer la Rosita White IPA. Quedaron, compartieron calçotada y, según ellos, algo más. La nueva propuesta de la pionera cervecera artesanal fue la primera en participar en el ciclo, hubo buen rolla y de ahí el acuerdo que acaba de entrar en vigor. Moritz buscaba ampliar el portfolio de productos que distribuye y Rosita su presencia en Barcelona. Un win-win en toda regla pero que sorprende entre dos empresas que depende cómo pueden considerarse competencia. Por eso, Sergio Martínez, enmarca el pacto con el vocablo anglosajóncoopetition, o lo que es lo mismo cooperar (en la promoción de la cerveza) y a la vez, competir cada uno con su producto.
Y poco más. El acuerdo arranca como una prueba. Según ambas partes, no hay fijados ni plazos ni objetivos. Lo que sí tienen claro es que todavía queda camino para poner en valor la cerveza, una de las bebidas alcohólicas de mayor consumo en España(cuarto país del mundo, con 48 litros por persona y año) pero que todavía no se ha ganado una carta especializada como sí tienen los vinos o incluso el agua o los gintonics.
Algo que no es de extrañar, si se tiene en cuenta que cuando Ramon Ollé y Josep Lluís Pérez, decidieron impulsar en 2007 Cerveses La Gardènia SL (que es el nombre de la cervecera de Alcover), la suya era prácticamente la única artesanal de Catalunya. O que el término de cerveza artesana está en trámite y aún no existe oficialmente. En la actualidad ya hay unos 30 elaboradores artesanales en Catalunya pero apenas suman el 1% del consumo total, frente al 15% por ejemplo de Estados Unidos.
Para Ollé, profesor del máster en Bebidas Fermentadas de la Facultat d’Enologia de la Universitat Rovira i Virgili (URV), el único en España en la especialidad de Ciencia y Tecnología de la Cerveza, se trata de interiorizar que hay un momento para cada cerveza y que, igual que el vino, unas maridan mejor que otras con el pescado, la carne o las tapas. Todo en función del tipo de malta, lúpulos o levadura empleados en su producción y que dan lugar a matices, aromas y sabores diferentes. Todo uno mundo por descubrir y que sueñan acabe en un turismo de la cerveza como ya existe con el vino (enoturismo).
De momento, hay seis variedades de Rosita. Una de ellas es una cerveza negra elaborada con avellana y otra se llama Bomba y que debe su nombre a los 17 grados de alcohol que lleva, una gradación que apenas alcanzan una docena en todo el mundo. Su afán innovador no se detiene ahí. Han experimentado con horchata, gelatina e incluso chocolate, aunque no han pasado de la fase de pruebas y para finales de este año prevén lanzar otro tipo de bebida alcohólica, del cual de momento no quieren revelar más detalles. Mientras su intención es superar los 200.000 litros de producción este 2015, unas 660.000 botellas.
