Cuando hablamos de objetos de cestería, generalmente nos viene a la mente la típica cesta de un asa, útil para coger setas del bosque. Cierto que es un objeto prototipo, pero se trata de un producto más en la infinidad de posibilidades y realidades derivadas de una de las artes más antiguas de la humanidad, practicada a partir de tiras o fibras de origen vegetal. Así lo descubrió y entendió Anna Sínia, nacida «por casualidad» en Reus, señala ella misma.
Con veinte años llegó a Vimbodí y se instaló en una caseta de piedra, conocida como la Sínia de Cal Pep Nen. Para Anna, todo empezó cuando un día, al regresar de la vendimia, encontró a los pies de la entrada de la caseta una cesta de mimbre, en la que únicamente había una nota, con la dirección de una casa del pueblo.
Anna se acercó a las señas indicadas, que correspondían al domicilio de Isidru Grau, de 89 años, el último ‘cisteller’ del pueblo, el cual le pidió mimbres de salce. Anna no dudó en proponerle: «yo te doy la fibra y tú me enseñas el oficio». Y así fue. Reconoce que siempre le habían gustado los cestos, pero sin más. Fue Isidru quien, con su forma de ser y entender el oficio, la convirtiera en amante de la cestería. «Fueron tres años, yendo tardes enteras a tejer la vida a su lado, lo que me ha llevado hasta aquí; primero por afición y luego por principios», admite la artesana, actividad a la que se dedica profesionalmente desde 2015.
Anna Sínia admite haber estado siempre vinculada a la tierra, de una u otra manera: jornalera, payesa agroecológica, monitora de huertos terapéuticos... Señala que «la cestería cobra sentido, a partir de ser una capaz de cerrar el ciclo. Es decir: la plantación, recolección, secado y producción de mimbres». Añade que «poder confeccionar los cestos y otros elementos de fibras vegetales que cultivo yo misma, de manera ecológica o buscando en el bosque, llena de sentido al proyecto».
Cultiva con José Millán, su pareja, la plantación ecológica de hasta una docena de variedades distintas de mimbres en Vimbodí, a las que confieren los colores de las cortezas, a través de pigmentos naturales: tonos verdes, negros, morados..., mientras que el taller está ubicado en Vilaverd. Utiliza técnicas importadas de otros países que aquí eran desconocidas, «lo que hace del arte de la cestería toda una cultura y universo de posibilidades», afirma Anna Sínia.
Decíamos que su maestría supera la cestería tradicional: mochilas, bolsas de mano, bolsos, cestos, sargas para botellería, son ejemplos de un amplio catálogo. Posee además, la capacidad creativa para ejecutar cualquier encargo. Incluso algunos elementos festivos de la cultura popular de algunos municipios llevan incorporada, en parte, obra de la artista.
Sus canales de comercialización son la venta directa, presencia en ferias y feria online, que se extienden en mercados de toda Catalunya, el País Vasco, Galicia y Alemania, con el valor añadido de que el 7% de la facturación va destinado a la ONG Open Arms.
Anna Sínia ofrece también talleres y formaciones de la especialidad, como los que asiduamente imparte a lo largo del año en el Centre Cívic de Vimbodí, lo que a nivel pedagógico dignifica y pone en valor el trabajo artesanal.
