Corría el año 1953 y el éxodo rural estaba a la orden del día en España. Las dificultades económicas por las que atravesaban muchas familias de los pueblos las empujaban a emprender aventuras en las grandes ciudades. Fue el caso de Federico García quien, junto a su mujer Antonia y a sus cinco hijos, dejó atrás su vida en Treviana (La Rioja) en busca de un futuro mejor en Barcelona. Fue allí donde, acompañado de un primo, visitó un taller de reparación de barcas en el puerto y descubrió que los barcos norteamericanos de la Sexta Flota eran pintados con rodillos. Fue su primera toma de contacto con esta herramienta de pintura y el detonante de que se le ocurriese empezar a fabricarla y venderla en Barcelona.
Poco podía imaginar entonces Federico que se estaban fraguando los orígenes de Pentrilo, una empresa que hoy en día está consolidada como líder en la fabricación y comercializacón de productos y herramientas para los pintores-decoradores profesionales.
De la fabricación de aquellos rodillos en la década de los 50 en Barcelona, que inicialmente eran vendidos exclusivamente a Campsa en el puerto, se ha pasado hoy en día a una firma potente dentro del sector, que factura 28 millones de euros al año y cuenta con casi 170 trabajadores entre sus diferentes plantas productivas, la más importante -con 20.000 metros cuadrados- en Roquetes.
A pesar de este crecimiento de la empresa (el volumen de negocio ha crecido en más de un 150% en la última década, pasando de los 10 millones de euros facturados en 2013 a superar los 26 el año pasado), Pentrilo mantiene ese aura de empresa familiar que, a día de hoy, sigue reivindicando y luchando por no perder. «Somos una empresa familiar, en un entorno de trabajo muy familiar, y seguimos siendo industria», se enorgullece Julio García, director de marketing de la firma y, junto a su hermano Quico, tercera generación al frente de la misma.
Seriedad y compromiso
Para Julio, una de las claves de que siga adelante 70 años después de su creación ha sido «la seriedad y el compromiso con lo que dices y haces. Sin olvidar la pasión e ilusión que le hemos puesto todos en este proyecto y el trabajo».
En estos 70 años, el sector de las herramientas para los pintores profesionales ha ido cambiando y los equipos de Pentrilo también lo han ido haciendo para adaptarse a esta transformación. «Mi abuelo empezó por consolidarse en el mundo de los rodillos, pero no fue hasta la segunda generación -con mi padre y uno de mis tíos- cuando se creó realmente la empresa», recuerda Julio García.
Esta etapa coincidió con el traslado de la empresa a Roquetes. «Mi padre iba comprando talleres en Barcelona pero necesitaban más espacio. En Barcelona era impensable conseguirlo y consiguió que su suegro le diese los terrenos de su huerto de Roquetes, donde se montó la primera nave de Pentrilo» recuerda.
Fue esta segunda generación la que creó la parte de industria e inició la expansión, pasando de un taller en Barcelona a una fábrica en Roquetes.
Profesionalización
La adaptación a los nuevos tiempos ha seguido su camino hasta llegar a la tercera generación, «la de la profesionalización y la expansión internacional. La profesionalización ha sido una de las claves de nuestro éxito», comenta Julio García, quien añade que «también ha sido importante el crecimiento horizontal, con la incorporación de productos que antes no fabricábamos, como espátulas o cintas. Pero también el crecimiento vertical, como la planta de inyección de plástico».
Pentrilo, además de la planta productiva de Roquetes (67 trabajadores), cuenta con otra de 6.000 metros cuadrados en Albacete, donde trabajan 32 personas y se fabrican espátulas, llanas, brochería y alargadores; una tercera en Tánger (Marruecos), con una docena de trabajadores que fabrican rodillos de lana y productos manuales para productos árabes; y un centro de innovación en Sant Joan Despí (Barcelona), con las oficinas centrales.
La empresa trabaja con muchos planes de futuro en mente. Entre sus obsesiones está la calidad, «convertirnos en una industria 4.0», comenta Julio García, quien añade que «también es importante la digitalización y el tema ecológico, para minimizar el impacto medioambiental de nuestras plantas. Sin ir más lejos, en las plantas de Roquetes y Albacete se ha puesto en marcha un proyecto de instalación de paneles fotovoltáicos. Hasta ahora se ha conseguido reducir en un 40% el consumo procedente de la red eléctrica, lo que a su vez supone disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Pero el objetivo final, tal y como reconoce Julio García, «es ser autosuficientes energéticamente gracias a la energía solar. Y en el tema de los plásticos, el 70% de los que usamos es recuperable».
Calidad y compromiso
Otro de los esfuerzos de Pentrilo pasa por «no fabricar de cualquier manera, sino fabricar con calidad y que nuestros trabajadores estén comprometidos». Eso pasa, según el director de marketing de la empresa de Roquetes, «en seguir manteniendo nuestro carácter familiar. Lo bueno de una empresa familiar es que hacemos familia y conocemos a nuestros trabajadores. Somos conscientes de que parte de nuestro futuro es que los trabajadores se comprometan con la empresa».
