El número de turistas internacionales que visitaron España en 2023 superó los 85 millones por primera vez desde que hay registros estadísticos, según datos recientes del ministerio de Industria y Turismo. Una cifra que supone un 18,7% más que en 2022 y un 1,9% por encima de 2019, hasta ahora el año de referencia prepandemia. Y cómo lo hicieron. Casi 70 millones llegaron en avión. Y ese crecimiento se antoja imparable.
La disyuntiva planteada por el cambio climático cuestiona con urgencia y desde hace tiempo si todo este crecimiento es sostenible. En un reciente encuentro directivo y empresarial (Eada Anual Meeting), centrado justamente en la sostenibilidad, diversos expertos recalcaron que las medidas aisladas para combatir el cambio climático son insuficientes ante la urgencia del problema. Enfatizaron dos aspectos cruciales: la necesidad de un cambio sistémico profundo y la importancia de identificar y activar palancas que impulsen esos cambios imprescindibles.
Y qué papel puede jugar el transporte aéreo. Hace apenas unas semanas, el Journal of Transport Geography, una de las principales publicaciones académicas mundiales en el ámbito del transporte sacó a la luz una investigación que podría constituir una de esas palancas de activación en la industria de la aviación y contribuir significativamente a la lucha contra el calentamiento global.
Este estudio, participado por el autor de este artículo, revela un avance tecnológico revolucionario: con la tecnología actual, tanto de baterías recargables como de aviones de pasajeros eléctricos, son viables muchas rutas de medio y largo recorrido, tanto desde el punto de vista económico como técnico. Sin embargo, esta solución no está exenta de desafíos.
Uno de los mayores obstáculos es el tiempo de vuelo considerablemente más largo que conlleva la utilización de aviones eléctricos. Debido a la necesidad de realizar paradas para recargar las baterías con la capacidad de almacenamiento y pesos actuales, los vuelos podrían durar más del doble de tiempo en comparación con los vuelos realizados con aviones convencionales. Este aspecto plantea interrogantes sobre la viabilidad comercial y la aceptación por parte de los pasajeros.
Por tanto, si técnica y económicamente, los vuelos en aviones eléctricos son viables, la pregunta es si puede desencadenar también un cambio sistémico que tenga un impacto significativo en la reducción las emisiones. Una transformación profunda en la forma en que nos relacionamos con el transporte aéreo y en cómo se estructura el modelo de negocio de esta industria. ¿La viabilidad de los vuelos eléctricos provocará en los viajeros una actitud más consciente y sostenible hacia los vuelos de largo recorrido? ¿Estarían dispuestos los pasajeros a viajar con más calma, haciendo más paradas, a cambio de contribuir al cuidado del medio ambiente?
¿Podrían surgir nuevas oportunidades de negocio centradas en vuelos más sostenibles? ¿Sería una solución para aeropuertos como Reus, que podrían surgir como nuevos hubs para aviación sostenible, descongestionando aeropuertos como El Prat, ya muy tensionados?
Aunque las respuestas aun son incipientes, el estudio abre una ventana de esperanza a la búsqueda de soluciones sostenibles para la industria de la aviación y, en última instancia, para el futuro de nuestro planeta. La posibilidad de vuelos 100% eléctricos podría ser el catalizador de un cambio transformador que impacte positivamente en la lucha contra el cambio climático. Ahora, más que nunca, es el momento de explorar nuevas fronteras y abrazar la innovación en pro de un futuro más limpio y sostenible para las generaciones venideras.
Joan Tarradellas es profesor de EADA Business School
