Suelo pélvico: Por qué no le van ni el running ni los tacones

Un repaso a las verdades y mitos que rodean a esa musculatura de la que muchas mujeres no escuchan hablar hasta que son madres... O hasta que llegan esos incómodos escapes de orina en medio de una carrera

19 mayo 2017 16:29 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:34
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Si es mujer y todavía no ha sido madre es posible que no haya escuchado hablar del suelo pélvico en su vida, pero, atención, como verá si sigue leyendo, cuanto más pronto descubra esta parte de su cuerpo, mejor.

Comencemos por partes, el suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en la parte inferior. Su función es sostener los órganos del abdomen (vejiga y uretra, útero y vagina; y recto) en la posición adecuada para que funcionen bien.

La parte crucial del asunto es que un suelo pélvico debilitado puede provocar incontinencia urinaria, molestias, prolapsos (caída de los órganos intraabdominales), dolor de espalda e incluso disfunciones sexuales.

Y no, aunque los embarazos y los partos suelen tener mucho que ver con el deterioro de estos músculos, la verdad es que todo comienza mucho antes. Así lo explica Pilar Pons, enfermera, fisioterapeuta y especialista en rehabilitación del suelo pélvico, quien asegura que las niñas ya deberían saber de los hábitos que pueden afectar esta zona.

‘Vejiga de monja’

A las pequeñas, por ejemplo, se les debería explicar la importancia de no retener la orina, como hacen muchas, por no ir al baño en el colegio. «Al final tenemos mujeres con lo que llamamos vejigas de monja, que sólo hacen un pis por la mañana y otro por la noche», cuenta.

Lo mismo pasa con el estreñimiento. Si no se va bien al baño no hay que resignarse, hay que buscar solución.

Además hay que prestar atención a no cargar con demasiado peso, y no sólo al de la comida cuando hacemos la compra, sino también a ordenadores y demás aparatos que solemos llevar encima. Pons celebra que cada vez más gente opte por carritos y por trolleys.

Igualmente, explica que hay que estar atento a asuntos menos obvios, como la postura corporal, porque todo en el abdomen está comunicado. En este punto hay que ser consciente, por ejemplo, de que los zapatos de tacón provocan desequilibrio y un reparto anormal del peso en el cuerpo. Con este tipo de zapatos no sólo salen perdiendo los pies o las rodillas, también el suelo pélvico.

No todo ejercicio vale

Lo otro que habría que tener en cuenta es que no todos los ejercicios son beneficiosos para esta zona del cuerpo. De hecho, en los últimos años, con el auge del running, la fisioterapeuta relata que cada vez llegan más mujeres jóvenes a la consulta porque han visto que al correr se les escapa la orina, una señal que nunca hay que pasar por alto.

Y es que, explica, hay una relación directa entre el impacto de la carrera y el deterioro de la musculatura pélvica. Eso sí, Pons reconoce que el running engancha y no siempre es fácil conseguir que las mujeres con un deterioro en esta zona lo entiendan.

Además hay que prestar atención a los ejercicios que se hacen en el gimnasio. Asegura que urge que los entrenadores sean conscientes de estos detalles y no indiquen abdominales clásicos, que está demostrado que también son nocivos. Lo indicado para tonificar y mantener el abdomen y esta zona son los hipopresivos, asegura.

Tampoco hay que entregarse a modas como las corrientes que algunas clínicas aplican en el abdomen. Todo lo que implique hacer fuerza de manera voluntaria o involuntaria empujando hacia afuera es perjudicial, y estas corrientes lo hacen.

Todo un arsenal

Si de lo que se trata es de buscar soluciones, prepárese para encontrar un arsenal de ejercicios y artilugios entre los cuales, la verdad sea dicha, cuesta elegir.

Lo más conocido y sobre lo que seguramente le habrán hablado en las clases de preparación al parto son los ejercicios de Kegel, que consisten en contraer voluntariamente los músculos de esta zona. Pons explica que, aunque son sencillos, es importante conocer la técnica al hacerlos para no contraer otros músculos que no toca o quedarse sin aire por el camino. Y como en todo, para que den resultados se trata de ser constantes y crear un hábito.

En cuanto a las bolas chinas que se introducen en la vagina para provocar la contracción de los músculos, explica que hay que tener en cuenta cómo está la musculatura de la persona y si realmente puede soportar el peso. Más adelante, según el caso, se puede continuar con los conos vaginales.

Por otra parte, ya hay en el mercado aparatos creados específicamente para ejercitar la zona. Se introducen en la vagina y se conectan por bluetooth con el móvil. Miden cuándo se contrae, cuándo se relaja y reseñan la evolución en un programa de ejercicios en tiempo real.

Finalmente se puede recurrir a la fisioterapia. Pons asegura que ya no sólo lo hacen mujeres que tienen síntomas como la incontinencia, sino otras que quieren prevenir problemas por ejemplo después del parto. En este punto explica que en Francia la Seguridad Social cubre a las mujeres diez sesiones de fisioterapia después del parto.

Comentarios
Multimedia Diari