Bullying: Cuando la cobardía lleva al acoso

El bullying cada vez tiene más visibilidad. Familias, profesionales y administración piden más concienciación social ante estos casos

19 mayo 2017 15:28 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:28
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La desigualdad entre iguales. Aquella superioridad de uno hacia otro que es de su misma condición. Le achica. Le ridiculiza. Le humilla. El acoso escolar, el bullying, es ahora más visible que nunca. Los casos salen a la luz y tienen más repercusión social. Pero queda mucho camino por recorrer. Así lo pone sobre la mesa José Ramon Ubieto, psicoanalista, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor del libro Bullying. Una falsa salida para los adolescentes, a las puertas del Día Internacional contra el acoso escolar –el 2 de mayo–. Según señala Ubieto, el hecho de que varios personajes públicos hayan reconocido haber sufrido acoso en su infancia, ha ayudado a que se hable más del tema: «No significa que haya un aumento de casos, pero sí más visibilidad».

Entre las acciones que Ubieto apunta como claves está prevenir o actuar a tiempo, antes de que la situación se agrave. Hay quien destaca la figura del mediador. Pero Ubieto no cree en ella. Asegura que no es eficiente: «No tiene mucho sentido porque no se trata de un conflicto entre dos iguales que no se ponen de acuerdo. Aquí la asimetría es radical. El que sufre no está en condiciones de negociar ni pactar con quien le agrede». Por ello cree más en los planes de convivencia. «Antes de que se llegue a producir el acoso, es importante tener pensado cómo abordarlo y cómo crear un clima que haga que estas situaciones disminuyan», añade». Un paso que impulsa ahora la Generalitat con un plan para prever, actuar y resolver conflictos, pero que los expertos insisten en que deberíadotarse de recursos suficientes, contar con asesoramiento especializado y evaluarse de forma periódica.

‘Cuesta mucho que te crean’

Xavier es padre de un joven que sufrió acoso escolar. Ahora ya ha pasado todo. Su situación ha vuelto a la normalidad. Pero recuerda cómo sufrieron durante los meses en los que su hijo fue víctima de bullying en el instituto. Xavier tiene claro lo que es imprescindible en casos como el que vivieron ellos. «Hay que confirmar que realmente ocurre el acoso. Averiguarlo. Encontrar pruebas de que estás diciendo la verdad y ser persistente», afirma. Recuerda que la primera reacción que recibieron por parte de la administración fue de negación. Que no les creían. Pero que, pese a las dificultades, las cosas se solucionaron y su vida volvió a la normalidad.

Teniendo en cuenta esta realidad, Xavier apunta que no quisieron ir más allá. «El joven que acosaba a mi hijo lo reconoció. Y no deja de ser un adolescente. No íbamos a perseguirle. La situación acabó y esto es lo que importa», insiste. Y recuerda que es importante tener la conciencia de que «esto pasa. Con niños normales, en familias normales. A todos les puede ocurrir, y más a estas edades».

Un ritual ante un público

El bullying va mucho más allá del acosador y la víctima. El psicoanalista José Ramon Ubieto remarca que no hay que olvidar la figura del testigo, «porque sin público no hay espectáculo. Siempre es una escena de humillación. La víctima es el chivo expiatorio». El trabajo, añade, debería centrarse no tanto en perseguir al acosador, sino en pensar que para que funcione tiene que haber corresponsabilidad entre todos los agentes implicados. Son algunas de las conclusiones que plasma en su libro tras un año de investigación.

También apunta que no hay perfiles claros. «La víctima puede ser cualquiera. Pero hay un elemento que es una constante: por motivos concretos, no pueden responder a la intimidación. Ocurre cuando tocan su punto débil», reconoce. Y lo ejemplifica con un caso muy concreto: «Recuerdo un chico que había sufrido burlas por ser gótico. Y no le importaba. Pero un día se puso a tartamudear por un motivo que no podía explicar. Descubrió que su padre había pasado un tiempo en la cárcel por violación. Y el shock le provocó el tartamudeo. Le pillaron por aquí. Y esto sí que le hundió. Aquí empezó el acoso». Lo que hacen es coger su debilidad. Aunque el acosador, insiste Ubieto, tampoco debe verse como un monstruo. No hay un perfil definido. Suele ser una actitud cobarde, sobre todo en épocas convulsas como la adolescencia. Hay acosadores que fueron acosados, pero no siempre es así.

El papel de los centros escolares también es clave. Para actuar y concienciar. Por ejemplo, el servicio de mediación escolar del Institut Antoni de Martí i Franquès de Tarragona y Jean- Marc Segarra, director del centro, han participado esta semana en el simposio #contraelbullying, celebrado en Barcelona, a iniciativa de la fundación FC Barcelona y en que han tomado parte varias caras conocidas.

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