Joyas pictóricas de los Países Bajos en Tarragona

CaixaForum abre temporada con la muestra ‘Pintura flamenca y holandesa’ del Museo de Ginebra

24 septiembre 2018 14:35 | Actualizado a 24 septiembre 2018 14:44
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CaixaForum Tarragona se vistió el miércoles día 19 de septiembre de gala para estrenar su nueva temporada, que llega de la mano de la muestra Pintura flamenca y holandesa del Museo de Ginebra,  una «exposición de primerísima línea», como apuntó Glòria Olivé, directora de esta institución en la ciudad.

Retratos, alegorías y escenas de la historia sagrada, arquitecturas y escenas de la vida cotidiana (siglo XVII), el paisaje y naturalezas muertas y jarrones de flores son los cinco pilares de este recorrido artístico por los siglos XVI y XVII, que ayer se inauguró de la mano de Mayte García Julliard, comisaria de la muestra y conservadora del Museo de Arte e Historia de Ginebra, quien manifestó que «reunir estas obras nos ha permitido volver a estudiar y descubrir este conjunto».

Se trata de 48 pinturas cedidas por el museo de Suiza que rinden homenaje a artistas como Cornelis Cornelisz, van Haarlem, Pieter Brueghel el Joven o Jan Brueghel el Viejo, pero también a otros menos conocidos por el público e incluso anónimos, unas obras que muestran el siglo de oro de los Países Bajos. Un viaje al pasado con sus secretos y misterios que se podrá realizar hasta el próximo 27 de enero.

Mayte García explicó cómo durante la época, mientras en el sur de Europa los pintores seguían dependiendo de los mecenas, fueran estos príncipes o Iglesia, en el norte contaban con una burguesía adinerada aficionada al arte. «Los artistas se fueron liberando poco a poco, hacen propuestas, pintan cuadros en el taller y van a tener que venderlos. Entran en juego aquí marchantes, intermediarios y el inicio de la especulación tal y como la conocemos ahora. Por eso es un periodo muy moderno, muy parecido al nuestro». Cuenta que «todo lo que a nosotros nos parece increíble ya les parecía increíble a los habitantes del siglo XVII».

La exposición presenta 48 joyas pictóricas de muy variada índole entre las que el visitante podrá descubrir, por ejemplo, Retrato del orfebre Wenzel Jamnitzer, de Nicolas de Neufchâtel, que «da la transición entre ambos siglos», explica la comisaria. De él destacó que «refleja cómo en los años 60 del siglo XVI, este tipo de retrato que se pinta en las provincias del norte de los Países Bajos indica la influencia tanto de Italia como de los países germánicos. Se ve a un señor que no está tan regio como podían estarlo en los siglos anteriores y al que le acompañan una serie de símbolos que indica quién es». Como contraste, señala la obra que abre la exposición, Retrato de un hombre, de Jacob Adriaensz. Backer, «donde lo que importa es la relación física con cualquier tipo de espectador». 

Como alegorías, se presentan tres que proponen una versión diferente de un mismo tema: la futilidad del afán de éxito y la inútil acumulación de riquezas. Son Alegoría de la Fortuna, de Cornelis Cornelisz. van Haarlem, la Vanidad, de Willem Bartsius y El caballero cristiano, obra de Philips Wouwerman.

No faltan tampoco escenas de la historia sagrada, consideradas en el siglo XVII «el género superior a todos los demás», según explicó la la comisaría. Y en cuanto a la vida cotidiana, se aprecian obras cuya contemporaneidad es latente. Así, algunos ejemplos son  Los cinco sentidos, que propone un juego de adivinanzas al espectador para que descifre qué sentido se encuentra escondido tras cada escena o El buey desollado, que hace referencia al sacrificio de Cristo.

Al mismo tiempo, se reserva un espacio para el paisaje, que fue ganando protagonismo en la época. En cuanto a las naturalezas muertas y jarrones de flores, lo más destacable es precisamente todo lo contrario, su viveza. «Lo que se llama objeto inánime no existe en la pintura holandesa», reveló Mayte. 

Se trata, en definitiva, de un recorrido por el arte y por la pintura, pero también por la historia y por la religión, por el protestantismo y por el catolicismo.

La muestra ha pasado por Lleida y Girona y acabará su itinerancia en Tarragona, «todo un privilegio para la ciudad», apuntó Glòria Olivé.

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