Un inicio de curso muy complicado

26 agosto 2020 08:50 | Actualizado a 26 agosto 2020 08:56
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La vuelta al cole ya está casi a la vuelta de la esquina y esto, posiblemente, es la mayor preocupación de todo el mundo en este momento. Será un regreso a las aulas marcado por la pandemia que sufrimos. La próxima semana se abrirán los centros escolares y una semana más tarde, el 14 de septiembre, comenzarán las clases en las enseñanzas obligatorias y postobligatorias de forma presencial.

Para que podamos hacernos un poco la idea de lo que supone este año el inicio de curso deberíamos conocer cómo era en la vieja normalidad anterior al coronavirus.

Se ha acabado el periodo de vacaciones y las costumbres veraniegas. Cambian los horarios y los hábitos. Esto necesita una buena preparación para todos, para los alumnos y sus padres. Es la vuelta a la rutina y la puesta a punto de todo lo imprescindible para arrancar con buen pie. Para el alumno cada nuevo curso supone un reto.

Nuevos profesores, nuevas materias, nuevas aulas, nuevos horarios, nuevos compañeros. Tiene que acomodarse y habituarse a tantas novedades y tiene que hacerlo pronto para no perder demasiado tiempo al principio. Además, viene mal acostumbrado del verano: horarios, móvil, etc. Ahora, con la ayuda de sus padres, tienen que equiparse para el curso con material escolar y libros de texto.

También deberán organizar las actividades de tarde: algún deporte, clases de inglés o música en el conservatorio. Los profesores sufren un estrés muy fuerte cada comienzo de curso.

Muchos de ellos son interinos o desplazados y deben de acomodarse al nuevo centro y todos tendrán que adaptarse a sus nuevos alumnos, al nuevo horario, nuevos cursos y grupos e, incluso, nuevas materias. Pero los que no tienen tiempo ni para dormir en el periodo de organización del curso son los equipos directivos. Lo conozco muy bien porque he pasado la mayor parte de mi vida laboral en la dirección de un instituto.

No teníamos ni un minuto libre en estas fechas. Los equipos directivos son conscientes de que si existen diferencias significativas en los horarios de los profesores va a ser muy difícil lograr la paz y concordia a lo largo del curso. Casi siempre los problemas y colisiones tienen sus raíces en el horario.

El trabajo de un instituto es como una gran tarta que hay que repartir a partes iguales, lo más iguales posible, entre todos los profesores del centro. En el reparto entran no sólo horas de clase sino también tutorías, guardias, recreos, recuperaciones, tardes, apoyos, etc.

Es fundamental la habilidad y buen tino del equipo directivo para lograr un reparto lo más equilibrado posible. Si se ajustan bien las piezas al principio, el curso irá sobre ruedas, de lo contrario todo serán conflictos y quebraderos de cabeza.

Este era el inicio de curso de la «vieja normalidad» anterior al coronavirus.

Esta pandemia ha disparado los problemas y dificultades de tal modo que todo lo anterior nos parece nimio e insignificante. Los directores de instituto españoles lanzan un SOS en toda España porque temen el caos en septiembre. Ellos tienen miedo y exigen más recursos de todo tipo.

Entiendo muy bien a estos directores y se me «ponen los pelos de punta» al imaginar sus preocupaciones para el 1 de septiembre. No sé si los lectores saben que el director de un centro educativo es el responsable de todo lo que sucede a un alumno en horario escolar, aunque él esté ausente. Él es consciente de que le van a responsabilizar de los contagios en su instituto, si los hubiera.

Me imagino los miles de preguntas y dudas que les quitarán el sueño estos días: ¿Cómo se pueden realizar los cambios de clase dado que son muchos alumnos y los pasillos estrechos? ¿Cómo organizar las salidas al recreo y el protocolo en los patios? ¿En qué casos los alumnos deberán llevar mascarilla? ¿Y las visitas a los baños? ¿Deberán ser limpiados cada vez que sean utilizados? ¿Y la cafetería o el transporte escolar? La casuística es muy variada y los directores pueden ser excelentes líderes, pero no magos.

Están acostumbrados a solucionar los conflictos y dificultades sobre la marcha, pero también saben que si aparecen rebrotes o contagios en el centro enseguida vendrán a investigar al responsable y siempre será el director. Sí, directores, os encontráis en una situación compleja y difícil.

Me temo que en los momentos peores os sentiréis muy solos, pero ya estáis acostumbrados a luchar solos. He centrado las preocupaciones del próximo curso en el director como máximo responsable, pero qué decir de los miedos de los padres al contagio de sus hijos o de los profesores que, a veces, son de alto riesgo y sus alumnos son muy jóvenes y casi siempre asintomáticos con muchas posibilidades de pasarles el virus.

La preocupación por este tema en España es tal que están reunidos los consejeros de educación de todas las autonomías para perfilar las respuestas adecuadas a tantos problemas y condiciones del coronavirus como reducir a 15 el número máximo de alumnos por aula o poner en funcionamiento un sistema de enseñanza mixta, que combine asistencia presencial y online y priorizar siempre las clases presenciales para los alumnos de infantil y primaria porque los de secundaria pueden seguir mejor la docencia online.

Se está buscando la forma de que los alumnos puedan volver a tener una docencia completamente presencial en las primeras etapas educativas, cumpliendo siempre las normas de distancia entre el alumnado por lo que deberán aprovecharse todos los espacios posibles dentro del centro como la biblioteca, gimnasio, la sala de audiovisuales o el comedor.

Lógicamente, a la vez que aumentan los espacios docentes deben ampliarse las plantillas de profesores lo que supondrá un gran aumento del gasto público. No sé si estaremos en el mejor momento para estos desembolsos. Además, será necesaria la rutina de higiene de manos, escalonar el recreo y las entradas y salidas, evitar la movilidad de los alumnos dentro del edificio, ventilar, limpiar y desinfectar cada día las aulas o con más de cinco años llevar mascarilla como recomienda la OMS.

Y todo ello con el riesgo de un rebrote que obligue de nuevo al confinamiento e impida la actividad educativa presencial.

En Cataluña, el conseller de Educació, Josep Bargalló, se ha adelantado a marcar unas pautas. Cada centro escolar público contará con un Centro de Atención Primaria de referencia y un sanitario a quien podrán llamar para dar respuesta a cada duda que surja.

«No se deberán llevar los niños al colegio» cuando tenga 37,5 de fiebre u otros síntomas de reciente aparición (tos, pérdida de gusto u olfato, dolor abdominal, diarrea) o si se encuentra en aislamiento por un caso positivo. «Si un alumno da positivo en la prueba PCR», el grupo estable de convivencia se aislará durante 14 días y se le realizará la PCR a todos los miembros de la clase. El grupo de alumnos aislado seguirá las clases virtuales.

Todos los alumnos mayores de seis años deberán “llevar la mascarilla”. Si se detectan dos o más casos positivos de diferentes grupos estables las autoridades sanitarias podrían plantearse el cierre de todo el centro durante 14 días.

Toda Tarragona, toda Cataluña, toda España y todo el mundo es consciente y está preocupado ante un inminente «inicio de curso muy complicado» como consecuencia de esta maldita pandemia.

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