Fue una llamada a la Guàrdia Urbana de Reus. Llevaba muchos días un ladrido de súplica procedente de un edificio de Reus. En ella un perro joven, famélico, lanzaba ladridos de socorro y clemencia.
Una llamada a la Guàrdia Urbana puso en conocimiento de lo que ocurría en aquel inmueble, cerrado a cal y canto, pero habitado por okupas recientemente. La persona que alertaba de la situación auguraba que el animal llevaría entre tres y cuatro días sin comida y con las temperaturas podía estar agonizando.
La patrulla policial se acercó a comprobar los hechos y vio como un perro joven, mezcla de pitbull con otra raza, ladraba desde una terraza salpicada de excrementos y micciones.
El aviso de la alertante se hizo al mediodía. Pero entre buscar a los titulares del inmueble, un piso en manos de una sociedad bancaria, pedir ayuda a un cerrajero para poder acceder a la terraza (que no era posible desde otras casas vecinas) y rescatar al animal, pasaron cinco horas largas.
Ahora, el perro está en la Última Llar con muchos mimos y cuidados. Según ha podido saber el Diari, el animal es joven y vivirá. Carecía de cuidados, pero no peligra su vida.
Lo cierto es que el temor a que el animal no sobreviviese se ha disipado en las primeras horas del can a buen recaudo en la Última Llar, la perrera situada en las afueras de la ciudad.
Pero el rescate reflejó otra realidad: la vivienda se encuentra en un estado de insalubridad extrema: suciedad, sin nevera, empalme ilegal a la electricidad, comida en mal estado...
Allí habían vivido okupas, aunque no se descarta que todavía alguno durmiera bajo ese techo. Los Mossos tenían identificados a algunos de sus ocupantes hace unos meses, aunque ayer no había rastro de ellos.
La casa se volvió a cerrar tras el rescate del perro, evitando que alguien acceda a ella. El informe de la Guàrdia Urbana ya está en el Ayuntamiento para que se tenga conocimiento de cómo está esa vivienda vacía por dentro.