«A veces pensamos que somos ya el último bastión», relata Joan Vázquez tras la barra del Bar Bon-mar, establecimiento histórico de Reus que ya acumula más de medio siglo en el corazón del Raval de Jesús de Reus. La perspectiva de años sirviendo sus emblemáticas tapas le sirve para darse cuenta de que esta arteria comercial «tuvo épocas mejores» y «ahora no hay tanta vida».
En los 200 metros lineales que abarca el Raval de Jesús se cuentan 42 locales comerciales. De estos, ocho están cerrados. El último en bajar la persiana ha sido el que ocupaba la firma de material deportivo Intersport, que liquidó el sábado y se despidió también de la Rambla de Tarragona. La rotación es grande.
El pulso comercial en la zona «hace tiempo que no está excesivamente bien», opina Vázquez. Pese a que «Intersport, en nuestro caso, no nos aportaba demasiado», colea el recuerdo de la exitosa etapa de Zara en los antiguos cines Monterrosa: «Atraía un público familiar, daba movimiento». El precio del alquiler, el traslado de cadenas a La Fira y la necesidad de hallar para el centro «algo que tire del carro» son cuestiones que señalan quienes se atreven a abrir en el Raval, que también sugieren la apuesta por el pequeño comercio.
Si se trata de soñar, Vázquez aventura que «un Primark crearía impacto». «Tuvimos Springfield, Pull&Bear o Women’secret –los bajos llevan vacantes desde 2021– y era distinto. Hoy quizá los negocios son más puntuales o van por modas», precisa.
La Unió de Botiguers, a través de su presidenta Rosa Lucas, comentaba ya el pasado viernes que «es un momento duro para todos. Hay nombres importantes que trabajan bien y que están aguantando, aunque otros abran y cierren». Y al frente de El Tomb de Reus, el presidente Jacint Pallejà llamaba a «promocionar, todos, el espacio del centro».
«Los precios están prohibitivos»
Pero en este contexto también hay aperturas y, tras ellas, emprendedores que ven en el Raval un escenario propicio. Es el caso de La Caseta de l’Arbre, que ofrece productos para la crianza natural y se mudó el 15 de febrero. Anna Sentís, socia y trabajadora, explica que «estábamos al lado de las Peixateries y llevábamos tiempo buscando un local más grande y que no se desmarcase de lo que pagábamos. Aquí seguimos en el centro y hay más gente de paso».
Para acceder al nuevo enclave «tuvimos que mirar mucho y los precios eran prohibitivos y no eran negociables. Muchos espacios son de grandes tenedores a los que no les preocupa tenerlos vacíos». «Un sitio grande y bien posicionado en el centro son 2.000 o 3.000 euros de alquiler, cosa que una pequeña empresa no puede asumir. Así que quedan sin ocupar salvo que vengan multinacionales», cuenta Sentís.
Iniciativas como el Reus Espais Vius, que el Ayuntamiento impulsa para dinamizar otros arrabales, «no se ajustan a todos», indica la socia de La Caseta de l’Arbre. «Si lo que se quiere es que haya comercio de Reus de toda la vida, hay que tomar medidas para que sea posible», dice Sentís, que se inclina por «regular los alquileres». «Como pequeño comercio, nos enorgullece estar en una calle que durante mucho tiempo estuvo monopolizada por grandes empresas», dice.
Casi al lado se ubica el salón de estética Beauty Paula’s, llegado desde la calle Galanes también en febrero. Paula Montoya, su propietaria, constata que «aquí pasa más gente y hay más trabajo». «Hace años, venir al Raval era imposible y los alquileres aún son altos, pero hemos podido», prosigue.
¿Por qué quedan locales vacíos? «La Fira no fue lo mejor para Reus, donde las compras se hacían tradicionalmente en el centro», opina Montoya. ¿Y qué se podría mejorar? «Que llegasen grandes tiendas», valora. De la marcha de Intersport, se pregunta, como muchos, «¿y ahora qué?».
Fuentes de Intersport expusieron ayer que, sobre Reus y Tarragona, se está en procesos de negociación para llegar a acuerdos, sin concretar de qué ámbito serían.
