'Un par de lentes intraoculares han paralizado mi vida'

Las lentes que le implantaron en 1999 le han ocasionado daños graves. Una asociación denuncia que no es la única

19 mayo 2017 20:47 | Actualizado a 24 diciembre 2019 22:50
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Maite Romero Pérez tiene 35 años y vive en Tarragona. Peluquera de profesión, actualmente no puede trabajar porque «un par de lentes intraoculares han paralizado mi vida».

Maite se refiere a las lentes que le implantaron en una clínica privada de Barcelona en 1999 en una operación para corregirle la miopía. Todo había transcurrido bien hasta que el año pasado comenzó a perder visión en el ojo derecho. Acudió de emergencia al hospital y le diagnosticaron una catarata incipiente y la enviaron a casa. Cuatro meses más tarde no veía prácticamente nada por ese ojo. El diagnóstico fue el mismo.

Comenzó entonces un largo periplo de médicos privados hasta que le dijeron que las lentes le habían ocasionado una pérdida del 50% de las células del endotelio y que la única solución era un trasplante de córnea.

La Fundación IMO, de Barcelona, se hizo cargo del coste de la operación, que le habría costado unos 20.000 euros. Pasado un tiempo tendrá que operarse del ojo izquierdo, también afectado y en el que también necesitará un trasplante.

Maite explica que quiere contar su caso porque hay muchas personas que podrían encontrarse en la misma situación:«Te lo venden como una operación de estética, para dejar las gafas, y no lo es». El modelo de lentes ‘baikoff’ que le colocaron a ella ya no se usa en Estados Unidos y nadie le advirtió de los posibles riesgos. Ahora prepara una demanda contra la clínica.

Más afectados por el láser

En su búsqueda desesperada de información Maite dio con la Asociación Española de Afectados por la Cirugía Refractiva (https://afectadoslasik.wordpress.com), refundada recientemente y que reúne a un centenar de pacientes.

Alejandro López, presidente de la asociación, también afectado, explica que reúnen tanto a pacientes como Maite, a quienes han implantado lentes intraoculares, como los que han sido operados sólo con láser, la inmensa mayoría, ya que es la técnica más utilizada.

Entre los problemas más frecuentes que reportan los pacientes afectados está el síndrome del ojo seco acompañado de mucho dolor. «Es como si tuvieras un alfiler clavado en el ojo todo el día», explica.

De hecho, un estudio de la Agencia Estatal de Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) del año pasado encontró que un 30% de los pacientes de cirugía láser LASIK sufría ojo seco pasados tres meses después de la cirugía.

También encontró que hasta el 35% de los participantes veían halos; el 28%, destellos; el 16%, deslumbramiento, y un 6%, visión fantasma.

También recuerda López que el año pasado la Asociación Española del Medicamento retiró una serie de modelos de lentes intraoculares muy utilizados. El principal problema, asegura, es la pérdida de células endoteliales, algo irreversible y sobre lo cual no hay suficientes estudios a medio y largo plazo.

Piden la paralización

La principal reivindicación de la asociación es que se paralicen todas las operaciones de cirugía refractiva con colocación o no de lentes hasta que haya estudios más concluyentes. «No se trata de médicos mejores o peores o de que el paciente sea o no óptimo, sino de que la operación no ha demostrado ser segura».

También esperan que aumente la regulación de las operaciones y de la agresiva publicidad que usan las clínicas para atraer a clientes deseosos de dejar a un lado las gafas.

Asegura que en muchos casos no sólo se debe volver a usar gafas, sino que se pueden sufrir consecuencias graves que además limitan su vida diaria, desde impedir la conducción de noche a tener que dejar de trabajar. Todo sin contar los efectos psicológicos. « En nuestra asociación trastornos de ansiedad, de depresión e ideación suicida son, por desgracia, muy comunes», apunta.

López estuvo en octubre en el Parlamento Británico, donde se está planteando aumentar la regulación de ese tipo de cirugías.

En España, aseguran, todavía hay mucho desconocimiento, aunque esta semana han recibido como un buen paso la noticia de que un juzgado madrileño ha condenado a un seguro médico privado a indemnizar con 63.030 euros a una paciente. La mujer perdió el globo ocular tras la colocación de una lente intraocular, por la negligencia de un oftalmólogo que además falsificó su firma en el consentimiento informado.

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