El cónsul de los Estados Unidos en Barcelona, visita Tarragona: 'Las experiencias lo son todo'

38 alumnos de primero y segundo de bachillerato esperaban ayer a las diez de la mañana en la sala de claustros del IESMartí i Franquès de Tarragona la visita del cónsul de los Estados Unidos en Barcelona, Marcos Mandojana.

A los jóvenes se les había prometido una charla en inglés, a pesar del excelente castellano de Mandojana –debido a sus raíces argentinas–, de aproximadamente una hora con el cónsul para que él hablase de su trayectoria, de cuál es exactamente su trabajo y, sobre todo, de cómo ve el papel que juegan las generaciones futuras en el mundo de hoy en día. Y como contrapartida, ellos debían preparar preguntas, también en inglés, en relación a su trabajo, a sus preocupaciones e inquietudes como estudiantes y sobre la situación actual que viven los Estados Unidos.

De hecho, los tarraconenses han sido muy afortunados. Era la primera vez en los ocho meses que lleva en Barcelona que el cónsul visitaba a alumnos in situ en su colegio o instituto. Y la verdad es que, llevando a sus hijos a un colegio barcelonés, podría haber escogido entre muchos de la ciudad condal. Pero no. El Martí i Franquès ha sido el primero.

Al empezar la charla, la cara de sorpresa y de expectativa de los chicos y chicas era proporcional a la que presentaba el propio Mandojana. De hecho, el cónsul introdujo su discurso diciendo que ya estaba a la expectativa de oír las preguntas que le habían preparado los alumnos.

Además, pondría la mano en el fuego por que muy pocas ocasiones un instituto recibe visitas institucionales del nivel de Mandojana. Sobre todo porque, como marca el protocolo, se le había preparado una pequeña mesa con el clásico catering: café, té, zumo y cuatro bocadillos. Y al final, ¿sabéis quién se lo comió todo? El intern del cónsul y alguno de los propios alumnos.

Marcos Mandujana llegó al consulado de los Estados Unidos en Barcelona no hace ni un año. «Y de todos los sitios en los que he estado, creedme cuando digo que Catalunya es el mejor, sin duda», confesó. Y yo no sé si será por la devoción profunda que le tiene al Barça y sobre todo a Leo Messi... Debido a lo de sus raíces, supongo. El consulado, como organismo, se ha metido en el mundo de las redes sociales y, mirando de reojo al alumno que tengo sentado al lado, veo que visita su perfil de Facebook y aparece una foto de Mandojana muy sonriente en el Camp Nou.

Pero antes de caer en Barcelona, el cónsul contó que en un pasado él quiso ser médico y que, de hecho, empezó a estudiar Medicina. Pero de un día para otro, y topándose por casualidades de la vida con un embajador, se dio cuenta de que su vocación para ayudar a la gente tendría más provecho si lo hacía desde una parte más burocrática.

En la primer parte de su speech, mientras Mandojana explicaba su trayectoria profesional, parecía más que estuviera leyendo un guión de Homeland. Terrorismo en Honduras, secuestros, negociadores, drogas... Igual que Carrie Mathison, vamos.

Y fue de repente cuando una chica sentada al final de la sala le preguntó: «Vale, usted nos cuenta que la experiencia de trabajar y estudiar duro es la que nos abrirá las puertas en el futuro. Pero, ¿y dónde queda el disfrutar de la vida?».

Un segundo de silencio y el cónsul dijo: «En cuantos más sitios trabajes y cuanto más te muevas, más gente conocerás, más cosas aprenderás y más claro tendrás el camino que quieres coger en la vida. Las experiencias lo son todo en esta vida. Acumulando vivencias lograrás saber lo que quieres y lo que no. Mírame a mí, ¡yo iba para ser médico! Pero si no hubiera hecho ese viaje, no hubiera conocido a ese embajador y seguramente ahora no estaría en Barcelona ni aquí hablando con vosotros».