Más de 1.600 alumnos dan el 'salto' de primaria a secundaria en Tarragona

En 2004 comenzó un incremento de la natalidad que luego se detendría con la crisis. El próximo curso ese contingente de niños comenzará a desembarcar en la ESO. Así se preparan

19 mayo 2017 19:04 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:31
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Nueve menos cuarto de la mañana. Raquel (12 años) y dos amigas se encuentran para ir caminando a la escuela. La escena no tendría nada de particular si no fuera porque es el primer día que sus padres las dejar ir solas. La niña cuenta con una risa, entre contenta y nerviosa, que es una forma de «entrenar para cuando vayamos al instituto, porque allí nadie va de la mano de su madre».

Raquel es apenas una de los cerca de 1.600 alumnos que darán el ‘salto’ de primaria a secundaria el curso que viene en la ciudad. La cifra todavía está por cerrarse, porque a ella habrá que sumar los que repiten curso y los que vengan de otros centros. Lo que está claro es que el grupo será más numeroso que los 1.544 que comenzaron en primero de la Educación Secundaria Obligatoria el año pasado.

Silvia Rodes, directora de Serveis Territorial de Ensenyament en Tarragona, explica que el año que viene se sumarán, previsiblemente, tres nuevos grupos de primero de ESO a los 53 que había en este curso.

Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que este año sale la primera promoción de sexto de primaria de la Escola l’Arrabassada. Tienen asignado el Institut Antoni de Martí i Franquès, donde habrá una línea más. El curso que viene la ratio para la ESO será de 30 alumnos por grupo.

Aunque la planificación, aclara Rodes, se hace en base a los alumnos que ya se encuentran dentro del sistema, si se observan los nacimientos en la ciudad (gráfico adjunto) queda claro que el aumento continuo de alumnos en primero de la ESO acaba de empezar y alcanzará su ‘pico’ en el curso 2020-2021, cuando comenzará a bajar.

Francesc Roca, concejal de Educación del Ayuntamiento de Tarragona, apunta que el esfuerzo de planificación con Ensenyament continúa y en septiembre se seguirá trabajando sobre el tema. En su opinión es momento de valorar, por ejemplo, apostar por el modelo de institut-escola (que integra primaria y secundaria) en algún centro, ya que ahora no hay ninguno en la ciudad.

El esperado paso al ‘insti’

Más allá del aspecto demográfico, el ‘salto’ al instituto suele marcar todo un hito educativo, pero, sobre todo, emocional, en la vida de cada estudiante y, por extensión, de su familia. De hecho, con el objetivo de estudiar cómo se organiza desde los centros educativos esa transición, el Consell Escolar Municipal de Tarragona (CEM) organizó recientemente las jornadas ‘De la educación primaria a la secundaria, un solo proyecto’. En las mismas se vieron ejemplos de buenas prácticas en varios centros de Catalunya.

Valga decir que todas las acciones de coordinación entre escuelas e institutos están bien pautadas por parte del Departament d’Ensenyament. No obstante, si algo quedó claro durante las jornadas es que los esfuerzos que hace cada centro por el buen ‘aterrizaje’ son dispares.

Miedo al fracaso

Raquel explica que una de sus angustias es que las asignaturas en el instituto «sean muy difíciles». De hecho, sus preocupaciones podrían tener justificación. Según los datos del ‘Sistema estatal de indicadores de la educación de 2015’ que elabora el Ministerio de Educación, en 1º de la ESO el porcentaje de repetidores es del 13%, muy lejos del 4,5% de repetidores en sexto de primaria.

Una de las claves podría estar en el cambio de sistema, «pasas de tener una maestra a diez profesores que van cada uno a la suya», apunta Júlia, que como está acabando primero puede verlo con un poco más de perspectiva. «Es verdad lo que nos decía el tutor, que lo que se ve en las asignaturas no es muy distinto que lo que estudiábamos en primaria, pero a mí lo que me costaba era enterarme de lo que tenía que hacer, cómo hacerlo...».

En este punto Rodes asegura, para tranquilidad de los padres, que la mayoría de los institutos se preocupan de que los profesores de estos primeros niveles sean los más sensibles a las necesidades «biológicas y psicológicas» de los alumnos de estas edades y de que les acompañen durante su adaptación.

‘Encajar’ en la tribu

Aunque siendo sinceros, a Júlia, antes de comenzar el instituto, lo que más le preocupaba no eran las asignaturas ni las notas, sino ver cómo iba a ‘encajar’ en un instituto muy grande donde además van niños de otras escuelas. «Tenía miedo de que hubiera novatadas y demás, como en Estados Unidos, pero al final nada de eso... Ahora estoy contenta, el insti es más como la vida de verdad... Me pasé las primeras semanas flipando con las pintas y el maquillaje de los mayores, je, je».

Pero no a todos les fue tan bien. Marta, madre de Raúl, que también está terminando primero, cuenta que temió que su hijo cayera en una depresión el primer trimestre. «No quería comer, estaba muy agobiado, afortunadamente poco a poco se ha ido adaptando». Carmen, que tiene un hijo que se prepara para el ‘salto’, la mira preocupada. «Los veo muy pequeños, creo que en mi época, la de la EGB, estabas mucho más maduro cuando llegabas al instituto con 14 años. Los veo muy pequeño para ir a un mundo de mayores».

Es en este punto donde tal vez haga falta realizar más esfuerzos. En las jornadas, a raíz de la realización de una encuesta, quedó claro que escuelas e institutos cumplen con todo lo que marcan las normas en la transición, pero pocas hacen actividades, por ejemplo, para que el futuro alumnado se conozca.

«En la transición el alumnado experimenta cambios en las relaciones sociales, que pueden incrementar su nerviosismo y sus preocupaciones», reconoce Roca, por lo que, asegura, hay que «conseguir el apoyo y compromiso de los docentes y de todos aquellos profesionales vinculados a la transición».

Además hay que tener en cuenta a las familias, explican los responsables educativos. Roca cree, de hecho, que necesitan asesoramiento y formación para afrontar este paso y también el de la pubertad a la adolescencia.

Mientras, Raquel y sus amigas reconocen que «tenemos miedo de llegar al insti, pero también tenemos ganas».

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