Gent de la URV: Por una ingeniería social

Raúl Sáez Rodríguez, Estudiante de ingeniería mecánica, está trabajando, junto a Enginyeria Sense Fronteres, en el diseño y gestión de un sistema de abastecimiento de agua potable en Ecuador

19 mayo 2017 17:04 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:59
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Dar el salto al mundo laboral suele ser un reto para cualquier estudiante. Sin embargo, antes de enfrentarse con esa situación los alumnos deben presentar un trabajo de final de grado que recopile los conocimientos aquiridos. «El proyecto debía servir para cerrar una etapa en la universidad, tanto académica como personal». Así de bien lo explica Raúl Sáez, estudiante de ingeniería mecánica en la Universitat Rovira i Virgili. Actualmente, Saéz está desarrollando su TFG sobre el diseño y gestión de un sistema de abastecimiento de agua potable en dos comunidades rurales de Ecuador. «Quería dedicarme a algo que me ayudase a ver la ingeniería como una herramienta social, y no sólo como un fin laboral», expone.

Unos meses después, esas expectativas se han convertido en una realidad gracias al apoyo de la comunidad universitaria y de la entidad Enginyeria Sense Fronteres (ESF). «Conocía a algunas personas del grupo de Tarragona, pero no fue hasta que un amigo me convenció para ir a una reunión en Barcelona, donde presentaban algunas de sus iniciativas, cuando decidí investigar un poco más e involucrarme», recuerda. Cada año, la federación tarraconense ofrece plazas para participar en su proyecto en Ecuador y en esta ocasión, una de ellas era específica para un perfil técnico. «Cuando escuché su discurso me llevé una sorpresa», asegura Sáez. «Me pareció que poco tenían que ver con otras ONG del panorama internacional que manejan grandes fondos y que son más bien poco transparentes», continúa.

A partir de ese momento el trabajo empezó a cobrar forma. «No llegué con una propuesta, fue más como: mi TFG es un documento en blanco, ¿cómo lo convertimos en algo útil?», dice Sáez. Desde la universidad, apoyaron su idea desde el primer momento y respetaron «la flexibilidad que se debe adoptar en proyectos así, donde participan tantos actores con realidades tan distintas a las nuestras». Así pues, el proyecto se estructura en dos partes. En primer lugar, el diseño del sistema basado en el análisis exhaustivo de las necesidades y condicionantes. En segundo, el boceto de un modelo básico de gestión comunitaria para que el sistema prevalezca y sea útil. «Al fin y al cabo, es otra fase de la iniciativa que ESF inició en 2015, que consistía en analizar el éxito y fracaso de otros sistemas de la región, para identificar las causas de que algunos sistemas fueran sostenibles y otros colapsaran», comenta.


Fortalecer la ciudadanía
El proyecto de cooperación se desarrolla, concretamente, en la provincia de Orellana, situada en la Región Amazónica del país. Este territorio tiene el índice más alto de pobreza a pesar de ser el que más riqueza proporciona en Ecuador, ya que es de donde se extrae el petróleo. Estas desigualdades motivaron a la entidad para llevar a cabo iniciativas como esta. «ESF intenta apoyar un trabajo de transformación social, en el que los ciudadanos sean los protagonistas y, desde su fortalecimiento, conseguir afianzar la gestión comunitaria del agua y el pleno ejercicio de los derechos de las comunidades», reflexiona Sáez.

El gobierno del municipio es el responsable de abastecer de agua potable a las comunidades pero en el ámbito rural el resultado ha sido «caótico». En estas zonas, se han creado asociaciones ciudadanas con la responsabilidad de gestionar el agua pero sin una capacidad real para cumplir esta tarea. «No tiene demasiado sentido construir un sistema muy complejo si la comunidad que debe asumir el mantenimiento y la gestión no está familiarizada con las soluciones técnicas ni puede asumir los elevados costos», concluye Sáez.

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