Forrar objetos y convertirlos en arte

La originalidad de revestir piezas cotidianas con papel y tela para darles vida Todo lo que hace persigue acercarse a la filosofía del 'Yo estuve aquí'. Luis González sonríe y asegura que si reciclando se da una vida nueva y artística a los objetos de la vida cotidiana, es arte

19 mayo 2017 15:27 | Actualizado a 23 mayo 2017 10:38
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Luis González, de 53 años, es profesor de tecnología, pero vincula la conversación alrededor del collage Pop Povera. Todo empezó hace unos diez años, cuando él y su mujer decidieron salir de la zona de confort: ella dejó su trabajo de profesora, y él, un hombre al que le gusta colocar y montar todo en su casa, empezó a pensar en cosas útiles y nuevas que podría emprender. «De joven trabejé diez años en la construcción. Me encanta hacer cosas», confiesa. Ha practicado varios deportes; le gusta andar, montar en bicicleta... y el ordenador.

La decisión de empezar a hacer arte la tomó después de ayudar a su hijo Sergi a enmarcar una colección de cromos. «Se la regalamos a las madres que le habían ayudado a completar su colección», cuenta. Y decidió seguir en ello. «Empecé forrando botellas desarrollando mi propia técnica», puntualiza. Así, poco a poco, comienza a coger cualquier objeto para forrarlo y convertirlo en una obra de arte. Busca objetos diferentes pero cotidianos: sillas, bancos, puertas, muros, marcos… Para forrar sus obras utiliza mucha imaginación y espíritu inquieto, así como papel impreso, en color o con texto.

«Siempre he tenido iniciativa, es una manera de identificarme», confiesa Luis González. Añade que el arte que empezó en el 2007 no fue una cosa estudiada. «Hoy consumimos mucho, generamos una gran cantidad de basura, y yo quería reutilizarla». El cambio llegó en 2010, con la participación en Barcelona en el ‘Drap Art’, el Festival Internacional de Reciclaje Artístico en Catalunya. Allí participa con su ‘Columna marrana’, que representa a un cerdito encima de una botella forrada. La pieza le encantó a la directora del Instituto Cervantes en Pekín, y ella le invitó a participar en una exposición colectiva en China, y de allí la obra se fue a otra exposición, esta vez en Japón.

Este tarraconense está convencido de que reciclando se puede hacer arte y decide montar su taller. Pero después de un tiempo empieza a forrar piezas grandes y el espacio se le queda pequeño y estrecho, por lo que se lo cede a su mujer, que elabora allí diseños para vestimentas.

En el trasfondo de todo se halla su pasión por coleccionar cosas, entre ellas pinzas y etiquetas de ropa y postales de publicidad. La atracción por las pinzas le viene de pequeño, cuando jugaba con ellas montando sus trenecitos. «Es un invento genial. Me gustaba cuando me hacía daño pellizcándome los dedos», recuerda. Tiene una colección de 300 pinzas de diferentes países. Tenía otra, de unas 500 etiquetas de ropa, pero la ha regalado. «Tengo también coleccionadas unas 3.000 postales de publicidad», dice, y añade que de un viaje a Irlanda volvió más feliz por las postales que se trajo. Y siempre las tiene duplicadas, «por si he de hacer algún cambio con otro coleccionista».

«Mi sueño es hacer una exposición de pinzas forradas en Barcelona, Zaragoza o Bilbao», confiesa, aunque estas piezas no estarán entre las más raras que ha hecho. Un admirador suyo en Holanda tiene forrada y montada en su casa una tapa de váter. Algo que lamenta es que cuando era niño su madre le tiró a la basura su colección de 5.000 cromos…

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