La catedral del mar

Referencia. El Concurs de Castells es, junto a los Focs Artificials y Tarraco Viva, el gran evento de Tarragona. A diferencia de los Juegos, no necesita de informes económicos para avalar su éxito 

11 octubre 2018 18:30 | Actualizado a 11 octubre 2018 18:34
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El pasado fin de semana se celebró el esperado Concurs de Castells en Tarragona, un certamen que –desde hace décadas– es una referencia para el Món Casteller y que, durante las últimas ediciones, se ha convertido en un fenómeno de masas que pone a Tarragona en el mapa y que genera un espectacular impacto económico y mediático, con más de 24.000 personas, con unos hoteles en completa ocupación y la presencia de más de 400 periodistas.  

Primero de todo debo reconocer que no soy un fiel casteller ni un gran entendido en la materia. No voy habitualmente a las plazas ni tengo camisa de ninguna colla, pero sí que puedo decir que cuento con amigos y conocidos en las cuatro entidades de la ciudad. Por mis raíces vallenses –mi madre era de Picamoixons (Valls) y de la Joves y mi padre de Tarragona ciudad y de la Jove– he vivido el Fet Casteller desde pequeño, pero sin demasiada pasión. 

Conozco de primera mano la rivalidad que hay en la capital del Alt Camp. De hecho, aún me viene a la cabeza ver a mi madre soplar con fuerza cuando la Vella realizaba sus construcciones. El objetivo no era otro que intentar que el castell no se materializara. A menudo sus esfuerzos no tenían recompensa, si bien en 1988, 1990 y 1992 tuvo la gran alegría de ver cómo su Colla, la que le hacía estallar a lágrima viva y casi le impedía comer si tenía una mala actuación, ganaba el Concurs. Pocas veces la vi tan emocionada como cuando los suyos descargaron esos tres de nou o cuatre de nou amb folre que les hizo merecedores de la primera posición. Fue entonces cuando tomé conciencia de lo que significan los principios de este mundo, que no son otros que los de  força, equilibri, valor i seny. Con el paso de los años uno enfatiza aún más su importancia. A partir de 2006, con el fallecimiento de mi madre, dejé de prestar atención a este mundo durante unos años, pero las excelentes retransmisiones televisivas de TAC12 y de la Xarxa, así como las de Tarragona Ràdio, me han vuelto a enganchar a seguir la actualidad castellera. 

El Concurs es una referencia para Tarragona. Para las ciudades es clave tener citas que les pongan en el mapa, y  junto a Tarraco Viva y el Concurs de Focs Artificials, Tarragona ha logrado ser el epicentro del Món Casteller pese a que sus colles no hayan ganado nunca el Concurs. La TAP se ha convertido en la Catedral del Mar de los castells. 

Ahora, desde la distancia, noto que los años de Concurs son especiales. El fin de semana que se organiza todo el mundo parece experto. Personas que nunca dirías que saben de castells comentan las construcciones de las últimas semanas y, de hecho, hasta se hacen porras. Asimismo, el día del Concurs esta misma gente –a menudo con la cultura futbolística en las venas– critica que tal colla fuera conservadora y que no hiciera tal castell. Eso sí, en lo que todo el mundo coincide es en la «importància de la canalla».

Especialmente significativa es la enorme repercusión que ha tenido el Concurs el mismo año que se han celebrado los Juegos del Mediterráneo. Mientras que en la cita deportiva se ha elaborado un informe que indica un teórico superávit de 150.000 euros –así como otro de la URV que cita un impacto económico de 150 millones de euros–, en el Concurs no se ha detallado ninguna cifra de su repercusión. ¿Por qué? Porque hay cosas que son evidentes, como que el Concurs es un éxito. Sin edulcorantes. 

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