La universidad es de los campeones

La URV se ha convertido este año en la primera universidad catalana en dictar un curso para personas con discapacidad intelectual. Hablan los protagonistas

12 diciembre 2018 11:04 | Actualizado a 12 diciembre 2018 11:10
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«La universidad para mí era una engañifa, un sitio al que yo nunca podría ir; así que cuando mi madre me dijo que había la oportunidad casi me pareció un chiste... Y ahora estamos aquí; para nosotros es algo histórico».

Quien así habla es Judit Porras, alumna del curso de Orientación Profesional para la Inserción Laboral (Inserlab) dirigido a personas con discapacidad intelectual que organiza la Cátedra de Inclusión Social de la Universitat Rovira i Virgili. La URV se convierte así en la primera universidad catalana en ofrecer un programa formativo de estas características. 

Con Judit son 15 las personas de entre 18 y 30 años que desde que comenzó el curso se han convertido en estudiantes de pleno derecho de la universidad. Sergi, otro de los alumnos, reconoce que estar aquí le hace mucha ilusión: «Cuando eres una persona con discapacidad, desde pequeño ves que la universidad te queda muy lejos».

Ayer era el día de la inauguración oficial del curso y no se cabía  entre alumnos, familias, profesores y autoridades. Las escenas de complicidad recordaban a la película ‘Campeones’, candidata por España a los Oscar, en la que un entrenador de baloncesto recibe una lección de vida cuando le toca entrenar a un equipo de personas con discapacidad.

Clases y exámenes
El curso tiene una duración de unas 300 horas y está pensado para que los estudiantes adquieran competencias relacionadas con la educación emocional, las habilidades sociales y laborales y el uso de las nuevas tecnologías. La intención es ofrecerles formación en aquello que buscan las empresas ordinarias a la hora de contratar a sus trabajadores.

Además de las clases, los alumnos cuentan con tutorías personalizadas para valorar cuáles son sus intereses y motivaciones y descubrir sus habilidades. A partir del mes de enero también tendrán la oportunidad de poner en práctica lo que han aprendido en empresas que se dedican a diferentes ámbitos.

Ángel Belzunegui, director de la Cátedra de Inclusión Social y coordinador del curso junto a la profesora Teresa Torres, recordaba, eso sí, que el curso implica el trabajo activo de los alumnos: «Hay exámenes y tienen que aprobarlos», recordaba.

Motivación contagiosa
Pero si para los alumnos está resultando toda una experiencia lo de ir a la universidad por primera vez, para los profesores y el personal que está en contacto con ellos no iba a ser menos. 

Torres cuenta que los profesores que participan en el curso debieron hacer una formación previa para saber cómo adaptar su forma de dar clases y los materiales a sus nuevos alumnos.

A partir de allí la motivación de los alumnos ha ayudado a hacer el resto. «Antes de las 9 de la mañana ya les ves preparados delante del aula... La motivación de los profesores ha sido increíble; si en una reunión dices que necesitas algo, en dos minutos lo tienes; los conserjes han estado encima para que nadie se pierda... La implicación de todos los que están en contacto con ellos es tremenda».

Belzunegui, por su parte, explica que han tenido la oportunidad de diseñar el contenido del curso íntegramente. Cuenta que, como docente, una de las cosas que más le ha sorprendido positivamente es el interés de estos alumnos por aprender, las ganas de aprovechar lo que les está dando esta experiencia. «Son personas que, en muchos casos, sentían que en su paso por el sistema escolar estaban en un rincón», señala.

Desde el punto de vista personal el balance no podía ser más positivo. Reconoce que es casi imposible mantener con ellos una relación clásica de profesor-alumno, porque son personas con una tremenda empatía. 

Y el interés por el curso ha sido contagioso, así que también cuentan con profesores externos que han querido venir a compartir sus experiencias con los chicos al menos durante una sesión.

Con vistas a repetir
El curso es gratuito para los alumnos y ha sido posible gracias a que el proyecto ganó una convocatoria del Fondo Social Programa Operativo Juvenil de la Fundación ONCE que cuenta con el apoyo económico del Fondo Social Europeo.

Los fondos se otorgan cada año y, tal como está resultando el proyecto, la intención es volver a concursar el año que viene para  poner en marcha de nuevo el programa.

Además de la experiencia que está obteniendo toda la comunidad universitaria, los alumnos también harán un aporte a la universidad: evaluarán el entorno y los servicios del Campus Catalunya y propondrán las modificaciones necesarias para que sean de fácil compresión para las personas con diversidad cognitiva. 

Por lo pronto cada uno se lleva su propio balance: «He conocido gente muy buena, pero sobre todo agradezco que hayan confiado en nosotros», resume Pau Palau, uno de los alumnos.

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