Robert Sala: 'En 5.000 años los arqueólogos hallarán nuestros plásticos'

Explorador errante. Nací en Salt (Gironés) en 1963. Estoy casado, tengo dos hijos y por mi trabajo piso poco mi casa. Me dedico a la arqueología desde hace casi 40 años. Tengo un proyecto de investigación en el norte de África

09 diciembre 2018 15:11 | Actualizado a 09 diciembre 2018 15:16
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Robert Sala promete ser breve en las respuestas, pero no lo consigue. Le puede el entusiasmo cuando comienza a hilar la historia entre los hombres primitivos que sobrevivieron a duras penas y los que hoy están transformado la Tierra sin querer darse cuenta. Profesor de la URV, dirige el IPHES desde 2015. En la institución de Sescelades trabajan una cincuentena de investigadores de diferentes países. 

Si mi hija que está terminando bachillerato me dice que quiere ser arqueóloga, ¿qué hago? ¿La animo o le quito la idea?
Si quiere ser arqueóloga es porque tiene una pasión, y nosotros fomentamos las pasiones. Todo lo que sea investigación, y no sólo en el campo de la arqueología, implica un tiempo de formación y aprendizaje muy largo y necesitas pasión para poderte sostener mentalmente. Es una vida compleja, dura, de mucha movilidad.  
 
Entiendo que a Indiana Jones entonces los arqueólogos se parecen sólo en lo de viajar.
Sí, y en nada más.

Usted se dedica a la paleoecología humana. ¿Cómo explica lo que es?
Se refiere a la inserción de los humanos en su entorno. Como animales, formamos parte de un ecosistema y lo vamos construyendo y modificando. El ecosistema humano actual es completamente diferente al de cuando nacimos hace tres millones de años. Ha habido poblaciones que han desaparecido y las hay que han evolucionado. Estos cambios son los que estudiamos.

Como el cambio climático.
Cambios climáticos ha habido a lo largo de toda la evolución de la Tierra. Donde hoy tenemos desiertos como el Sáhara, hace 78.000 años eran zonas verdes... Pero el cambio en el que estamos inmersos ahora suma las leyes naturales de la atmósfera terrestre y la acción humana. Eso es lo que tiene de especial. 

De aquí a 5.000 años, si sobrevivimos, ¿qué encontrarán los arqueólogos de nuestra huella en la Tierra?
Recientemente se ha planteado la existencia de una nueva etapa en la historia que es el antropoceno, y se refiere justamente a los cambios que estamos haciendo en la Tierra... Un arqueólogo de aquí a 5.000 años encontrará estratos de la Tierra cargados de información: numerosas construcciones, desechos de minas de carbón, el impacto de las bombas atómicas, de los ensayos nucleares, de los plásticos que se quedan sedimentados en el fondo del mar... 

Y dice que no hace falta esperar para encontrar esos restos.
Uno de los yacimientos en que nosotros trabajamos es la Sima de los huesos, en Atapuerca, es un ejemplo. Comenzamos a trabajar allí en el año 1983  pero en los 70 también se trabajó... Allí también nos encontramos un poco de antropoceno. ¿En qué sentido? En que la primera capa que sacamos estaba llena de colillas de tabaco. Eso cuesta muchísimo de destruir. Eso es lo que se encontrará un arqueólogo del futuro. 

Así que lo que estamos haciendo mal ya está escrito en la Tierra.
Sí, el impacto humano en la Tierra ya es un hecho. 
 
¿Los arqueólogos no podrían hacer más para que los políticos entiendan que estos cambios son irreversibles?
Yo se lo estoy contando para que lo escriba y ojalá un político lo lea. Hay cosas que hay que dejar de hacer ya.

¿Dónde hay investigaciones del IPHES actualmente?
Yo tengo una investigación en Marruecos y Argelia, tengo compañeros que trabajan en Filipinas, que colaboran en China, en Georgia, Armenia, Eritrea, México... Tenemos en casi todos los continentes y en colaboración con numerosas instituciones.

Sólo con sus investigadores nos daría para hacer un ‘Tarraconenses por el mundo’. 
(Sonríe) Sí, es una buena idea, lo podríamos hacer.

¿Qué investigaciones pueden arrojar resultados importantes? 
Estamos llevando investigaciones en Argelia y el Cáucaso que arrojarán mucha información. 

¿Cuesta mucho hacerse con los recursos para todas estas investigaciones?
Sí, y tenemos gente especializada en ayudar a los investigadores a captar los recursos. Más del 50% de nuestros ingresos son competitivos, es decir, los hemos conseguido presentándonos a distintos programas. También tenemos dinero de empresas privadas interesadas en la investigación y una aportación fija de la Generalitat y la URV. El objetivo es llegar al 70% de aportación competitiva.

¿Cree que los tarraconenses son conscientes de la trascendencia del trabajo del IPHES?
La ciudad de Tarragona nos conoce, y conoce Atapuerca o el Abric Romaní... Además, cuando se materialice el proyecto del Banco de España, será el punto de unión del trabajo que hacemos con la sociedad de Tarragona. Aunque esté aquí deberá servir para un territorio más amplio.  
  
¿Cuando se da algún hallazgo lo sabe inmediatamente?
Muchas veces los descubrimientos se hacen en el laboratorio cuando te dan la datación... El análisis de lo que encontramos en Atapuerca duró años... Ahora en Marruecos estamos encontrando restos de piedra y de fauna muy antiguos, pero tendremos que saber la edad. Eso también es diferente en Indiana Jones; él cuando encuentra algo ya sabe lo que encuentra.

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