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El club de los centenarios deja de ser exclusivo

El año pasado había empadronadas en la ciudad 49 personas de 100 o más años. Manel Llombart (101) es uno de ellos

25 abril 2024 20:09 | Actualizado a 26 abril 2024 18:48
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El año pasado había empadronadas en la ciudad de Tarragona 49 personas de 100 o más años y la cifra no ha parado de crecer; de hecho, solo dos años antes eran 35, lo que supone un crecimiento del 40%. En resumen, que el de los centenarios es un club que se está haciendo cada vez menos selecto.

Uno de esos centenarios es Manel Llombart, que en septiembre cumplirá los 102. Le entrevistamos en la residencia Santa Tecla Ponent, donde vive. Le vemos aparecer caminando a buen ritmo ayudado del andador que tiene unas pelotas de tenis en los extremos para no hacer ruido. Acaba de salir del gimnasio.

Trabajo duro y vida sana

Cuenta Llombart que cuando era niño en su pueblo, Prat de Comte (Terra Alta), los niños se entretenían a la salida de la escuela viendo pasar a un señor que tendría unos sesenta años. «Para nosotros era todo un fenómeno», recuerda, antes de exclamar que «yo nunca pensé que llegaría hasta aquí». Sus padres murieron jóvenes y él es el primer centenario de su familia, aunque tiene una hermana que le sigue los pasos: ya tiene 97.

Y ¿qué hay que hacer para llegar a la centena? Llombart dice que no tiene ni idea, aunque reconoce que en su caso seguro que debe de tener algo que ver «el trabajo duro y la vida sana».

Recuerda como, siendo joven, en las fiestas del pueblo, unos chicos más mayores le llevaron detrás de la iglesia para enseñarle a fumar tragando el humo. Lo pasó fatal. «Me pasé la tarde malísimo y después de aquello nunca más, je, je».

Como tantos de su generación, comenzó a los 15 años a trabajar en el campo, pero incluso entonces iba a repaso en la escuela por la tarde.

Allí donde salía trabajo, allí que iba. «Hice de todo, como cuando fui a Roquetes a cortar pinos». Todo hasta que comenzó en el que sería el trabajo con el que levantaría a su familia: el de corresponsal de previsión social.

Se lamenta de que ahora su memoria no es la misma que cuando conocía a cada persona del pueblo con nombre y apellido; algo muy útil para su labor, que consistía en recaudar en mano el dinero que aportaba cada trabajador a lo que hoy es la Seguridad Social. Llevar aquellas cuentas era toda una responsabilidad, reconoce.

Aunque si algo le ha dado satisfacciones ha sido poder trabajar por su pueblo, donde tiene una placa por ser el impulsor de la fiesta del aguardiente de Prat de Comte, que el año pasado llegó a su edición número 20.

«Yo me apunto a todo»

Pero si algo caracteriza a Llombart es, explica la animadora sociocultural que le acompaña, que está contento de participar en cualquier actividad que le proponen: va tres días al gimnasio y a las sesiones de grupo con la psicóloga, juega al bingo, hace manualidades, va al vermut de los domingos... «Yo es que me apunto a todo. No tengo problemas», dice él. Lo cuenta convencido y eso que la Covid le dio un golpe tremendo cuando se llevó a su mujer y a su hija. Tiene dos nietos que van a visitarle y un bisnieto de cuatro años que es su perdición.

Cada vez menos excepcional

Meritxell García es la directora de la residencia donde vive Llombart y explica que allí la edad de los residentes cada vez es más elevada. Actualmente la media es de 85,79 años (83,53 los hombres y 86,57 las mujeres). «Y eso que tenemos personas bastante jóvenes que hacen bajar la media», apunta. De hecho, Llombart no es el más mayor; hay otra señora que tiene 103 años. «Son una generación de supervivientes», exclama.

A modo de anécdota, cuenta que hasta hace unos cinco años acudía algún representante de la Generalitat a entregar una medalla a las personas que cumplían 100 años, pero actualmente son tantos que la medalla se lleva a los centros y la entregan los propios directores.

El Ayuntamiento de Tarragona, por su parte, visita a todos los vecinos que cumplen 100 años si la familia lo solicita, independientemente de si la persona vive en un domicilio particular o en una residencia.

De los centenarios empadronados en la ciudad el año pasado la mayor parte de ellos, 31, vivía en el centro. Había, además, 3 en Torreforta, 3 en Bonavista, 6 en Sant Pere i Sant Pau y 6 en Llevant. En la Part Alta, los Barrios Marítimos, Campclar y Sant Salvador no había ninguno. Este año, además, cumplirían 100 años otras 23 personas, 20 hombres y tres mujeres.

En Catalunya había el año pasado 2.514 centenarios (2.009 mujeres y 415 hombres). Un crecimiento exponencial si se tiene en cuenta que en 1981, primer año en que está detallado el registro, solo eran 140. En todo el estado los centenarios eran en 2023 14.660.

La cifra de centenarios solo bajó ligeramente con la pandemia, pero las proyecciones que hace el Idescat indican que el club no hará más que crecer. Si en la demarcación de Tarragona vivían el año pasado 269 centenarios, la previsión es que en el año 2044 la cifra se multiplique por 4,6 hasta llegar a los 1.237.

Le preguntamos a Llombart qué echa de menos en el trato de la sociedad a los mayores y, aunque ha quedado claro que no es muy de dar lecciones, cree que «un poco más de respeto y de atención no estarían mal».

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