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Las denuncias por LGTBIfobia se duplican en el primer trimestre de 2023 en toda Catalunya

En la ciudad de Tarragona, se ha pasado de dos agresiones en 2020, a una en 2021 y cinco en 2022. El Servei d'Atenció Integral a les Diversitats Sexuals i de Gèneres (SAI) es uno de los organismos que se encarga del acompañamiento a las personas del colectivo

28 junio 2023 07:00 | Actualizado a 28 junio 2023 07:00
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«Cuando tenía 17 o 18 años, me di cuenta de que era un chico trans», narra Noa Fernández. Por aquel entonces, estaba estudiando el bachillerato artístico y no tuvo claro qué hacer: «La serie Shameless fue la que me hizo saber lo que me pasaba; salía un hombre trans y me sentí muy identificado; pensé que igual no era ‘la chica marimacho’, que es lo que me habían llamado hasta entonces», recuerda. Conoció a una persona trans en el instituto, quien le explicó la existencia del Servei d'Atenció Integral a les Diversitats Sexuals i de Gèneres (SAI) de Tarragona.

«Me hicieron ver que no era un monstruo, que es lo que yo pensaba hasta ese momento», comenta. Siempre recuerda la frase de «no todo es blanco o negro, siempre hay matices». Le marcó mucho. Asistió a un convenio con el Col·legi Oficial de Psicologia, cuyas sesiones, con personas especializadas en el tema, incluyeron ese acompañamiento que tan necesario es en este tipo de situaciones.

«Mis padres pensaban que me ‘curaría’ o me ‘aclararía’ con estas sesiones, pero, al final, reforcé la idea que tenía: soy una persona trans y no pasa nada», reivindica. El estigma social que existe hacia el colectivo LGTBI+ aún provoca que muchos miembros opten por esconder su condición real. La falta de información hace que algunos hayan visto en productos culturales sus referencias. «Es muy importante que haya personajes variados, recuerdo años atrás, cuando costaba encontrar personajes LGTBI+ y, encima, los que había, lo pasaban mal», apunta Berta Mascaró, técnica del SAI de Tarragona.

«La primera persona que normalizó la situación en casa fue mi hermano pequeño, ya que, en el cole, ya le habían hablado sobre las personas trans a través de un cuento; fue el primero en dirigirse a mí con el pronombre y el nombre sentido», explica Noa. Sus amistades, recuerda, lo llevaban con normalidad. «Y mis padres, ahora, lo están interiorizando», añade.

Casos como el de Noa son los que suele atender el SAI: «La variabilidad puede ser muy amplia, desde jóvenes que quieren hacerse el cambio de nombre en la tarjeta sanitaria hasta aquellos que demandan información sobre cómo iniciar el proceso de tránsito», indica Mascaró. Por otra parte, desde el SAI, también se realiza un acompañamiento en casos amargos: «Nos encontramos con agresiones LGTBIfóbicas, trabajamos junto con Mossos y colaboramos en la denuncia y en el soporte emocional a las personas agredidas», comenta Mascaró. También se asesora a jóvenes que estén buscando espacios donde socializar, o que no sepan cómo expresar su orientación sexual.

Las agresiones aumentan

Las denuncias relacionadas con la LGTBIfobia en Catalunya se han incrementado un 89% en el primer trimestre de 2023 respecto al mismo período del año anterior, según datos aportados por los Mossos d’Esquadra, que indican que ha habido 70, 33 más que de enero a mazo de 2022. Los delitos más recurrentes son las agresiones, las amenazas y las coacciones.

Un informe recientemente presentado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTBI+), elaborado por la agencia de investigación 40dB a través de una encuesta, expone que tres de cada diez personas integrantes del colectivo LGTBI+ han sufrido acoso durante el último lustro o han sido discriminadas. Además, un 8,6% ha sufrido alguna agresión física o sexual. Dicho estudio también indica que «solo se denuncian dos de cada diez experiencias de odio sufridas por el colectivo».

En el año 2021 –último del que se tienen datos– en España, este tipo de agresiones había crecido un 67,63% en comparación con 2019, según el último informe sobre la Evolución de los Delitos de Odio, publicado por el Ministerio del Interior. Se ha pasado de 278 infracciones a 466.

El aumento de las denuncias puede deberse a una mayor concienciación

En el ámbito de la demarcación y según datos del Observatori Contra l’Homofòbia (OCH), en 2019, hubo siete agresiones; en 2020, seis; en 2021, trece, y, en 2022, once. En el primer trimestre de 2023, se han registrado tres. Los datos de Tarragona representan sobre un 5% de los incidentes de toda Catalunya, que se concentran mayoritariamente en la zona de Barcelona. En el primer trimestre de este año, en toda Catalunya, han aumentado un 19,8% en comparación con el primer trimestre de 2022: de 71 a 85. En Tarragona ciudad, se ha pasado de dos agresiones en 2020 a una en 2021 y cinco en 2022.

«En los primeros momentos de mi transición, fui con mi hermano a un lavabo de hombres y hubo una persona que casi me echa de allí; estaba alcoholizada, pero eso no es una excusa», expresa Fernández. Lamentablemente, son casos recurrentes hacia personas LGTBI+.

Más visibilización

Y es que se suele decir que, durante los últimos años, ha habido una evolución y las personas del colectivo gozan de una mayor seguridad. De alguna manera, el incremento de las agresiones contradice dicha suposición. No obstante, este aumento puede venir dado por otra causa: la existencia de una mayor concienciación que provoque más denuncias: «Hemos aprendido a desnormalizar violencias que habíamos normalizado; ahora, nos damos cuenta de que existe una violencia sistematizada por el simple hecho de formar parte del colectivo», afirma Mascaró.

«Yo quiero pensar que parte de este incremento se da porque hay más visibilización y, en consecuencia, se denuncia bastante más; ahora solo falta que el procedimiento judicial nos acompañe y las personas agredidas vean que vale la pena denunciar», añade.

Mascaró también defiende que «en el ámbito legal, en Catalunya se ha dado un primer paso, pero aún está costando mucho». «A mí me gustaría decir que sí que se ha avanzado algo en este sentido...», reconoce Fernández. «En el caso de las personas trans, el estigma tiene que ver con el cispassing», añade. Es una etiqueta que se atribuye a las personas trans que cumplen con cuerpos estandarizados que son calificados como ‘hombre’ y como ‘mujer’. El término se refiere a que la persona ‘parece’ un hombre o una mujer, según los cánones del momento.

La educación se convierte en un elemento crucial a la hora de batallar contra la LGTBIfobia: «Son uno de los públicos más importantes a la hora de concienciar, pero no son el único; el SAI, por ejemplo, trabaja con el personal de los centros cívicos, con las personas de mantenimiento que limpian la ciudad... Cuantos más puntos toquemos, mejor», asume Mascaró, quien también remarca que «existen tópicos, bulos e ideas equivocadas sobre el colectivo, muchas veces fruto de la desconexión que existe entre el mismo y muchas personas».

El SAI actúa en toda Tarragona desde el año 2017. Aunque esté situado en la ciudad, si acude alguien de fuera de la demarcación, la atención se lleva a cabo de igual forma y luego se lleva a cabo la derivación correspondiente hacia otro centro. Existe la opción de acudir sin cita previa o con hora reservada por correo electrónico, teléfono o derivación de otro servicio.

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