Alberto Berrocal (Nàstic): 'En dos o tres semanas estaremos en el estado físico óptimo'

Alberto Berrocal (Madrid, 36 años) es el tercer preparador físico del Nàstic esta temporada. Llega a Tarragona de la mano de Nano Rivas después de pasar por Hong-Kong, Georgia, Libia y Rumanía y convertirse en ojeador de la Academia Aspire en África y Asia.
 

06 marzo 2018 17:39 | Actualizado a 12 marzo 2018 12:46
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¿Cómo está el equipo físicamente?
Está en un proceso de adaptación a la nueva metodología. Independientemente de si están o no en buen estado físico, el grupo ha pasado por tres o cuatro preparadores físicos diferentes y eso requiere un tiempo de adaptación. Después de cuatro semanas ya estamos próximos a la forma que queremos.

Ante el Tenerife parecían asfixiados al final del encuentro. ¿Era de piernas o de cabeza?
Los datos físicos que manejamos nos dicen que en las distancias recorridas y en intensidad que corrían los jugadores son mejores en la segunda parte. Esa sensación de cansancio es más una sensación externa porque vas perdiendo y quieres más velocidad que en el estado real de forma.

Nano dijo que hacía falta tiempo para adaptar al equipo a las exigencias del cuerpo técnico. ¿Cuánto?
En principio en un par o tres de semanas estaremos en el estado óptimo. Hay que pensar que para implantar una metodología es como una pretemporada. Necesitas 6-7 semanas para adaptar las cargas, el trabajo al equipo.

¿Cuál es la prioridad?
La adaptación a la intensidad que queremos llevar a los partidos. Tenemos una hoja de ruta para conseguir que el equipo esté al máximo ritmo posible durante el mayor tiempo. Los datos del primer día a hoy nos dicen que el equipo se mantiene mejor en las intensidades, números de sprints, etc. Vamos prosperando. Tenemos que eliminar los problemas musculares que vienen de esa adaptación. 

36 lesiones. ¿A qué se debe?
Es un conglomerado de circunstancias. Como ya he dicho han pasado tres preparadores físicos con metodologías diferentes más los jugadores que han llegado en invierno y que vienen con otra forma de trabajo. Las lluvias de los últimos días también han condicionado los entrenamientos así como el estado del césped donde entrenamos. Me he encontrado con jugadores muy profesionales, ordenados, que trabajan con intensidad incluso en días libres.

Tantos cambios de preparación afectan al rendimiento de los jugadores.
Cada preparador busca el mejor rendimiento de los jugadores y creemos en nuestra metodología. Queremos sacar el máximo rendimiento sin llegar a lesionarles. Pero no son matemática. Tenemos 25 jugadores con estructuras musculares diferentes, personas diferentes en casa, a nivel motivacional, todo eso es difícil de llevar y en eso estamos. 

¿Cómo y cuándo conociste a Nano?
Nos conocíamos de cuando yo estaba en las categorías inferiores del Getafe y él era jugador. Pero el que nos presentó fue Xisco Muñoz hace un par de años. Ahí empezamos a tener contacto hasta que me incorporé con él al filial del Getafe.

Has dado muchas vueltas en el mundo del fútbol. Georgia, Libia, Hong Kong. ¿Qué te ha aportado esta experiencia en el extranjero?
Mucho, como persona y profesional. A todos los niveles. El Alberto que comenzó en el 2006 trabajando en el fútbol base del Getafe y en Tercera Regional madrileña al Alberto de hoy es completamente diferente después de pasar por Hong-Kong, Rumania, Libia, Georgia, etc. 

¿Qué es lo que más te ha ayudado?
En la comprensión. Entender las estructuras de los clubes de diferentes zonas. Entender al jugador de manera individualizada. Comprender sus necesidades culturales. Ahora entiendo al futbolista africano cuando llega a Europa o cómo el jugador musulmán adapta sus creencias religiosas al deporte. A nivel personal me enriqueció mucho África. Lo que aquí creemos que es esencial y que allí no lo es. 

En Libia trabajaste junto con Javier Clemente. 
Javi en el día a día y en las distancias cortas es extraordinario. Es directo, cercano. Con el jugador se porta genial. Le intenta ayudar todo lo que puede. He aprendido mucho de él. La sensación es que no todo lo que aparenta es lo que es. Deportivamente tiene su forma de pensar y su comprensión fútbol que le ha dado resultados. Ha ganado títulos en selecciones y clubes y desde que empezó en el Bilbao Athletic hasta el año pasado siempre ha estado en la máxima categoría. 

¿Cómo cambia la preparación de un equipo y de una selección?
No tiene nada que ver. No hay que hacer mucha carga. Es más una cuestión de entendimiento y coordinación del grupo. Es gestionar el descanso. También es verdad que en Libia teníamos una situación especial por la guerra en el país. El 80% de jugadores estaban en Libia y tenían que entrenar por su cuenta en situaciones muy malas. Nosotros tratábamos de juntar al grupo en las fechas FIFA e incluso las adelantábamos 15 días para hacer una minipretemporada antes de los partidos oficiales. Acordábamos amistosos con equipos locales donde estábamos.
 
¿Cómo se gestiona un equipo que vive cotidianamente la guerra?
Nosotros no íbamos a Libia porque el Gobierno español no nos daba el visado. Íbamos a entrenar a Túnez, Egipto o Marruecos. Te venía la gente de situaciones complejas. Que habían perdido familiares en un bombardeo o por una bala perdida. Entrenaban en campos con las balas volando por su cabeza. Eso les afectó en los resultados de las competiciones. Hubo encuentros que los jugadores no estaban concentrados en el fútbol sino en lo que pasaba en casa y si sus familias estaban bien. 

Pero ganaron el Campeonato Africano de Naciones de 2014
Javi fue muy bueno. Supo gestionarlo espectacularmente. Dentro del dramatismo él le supo sacar mucho rendimiento. Llegó a ser campeón de África y metió al equipo en la última fase de grupo para el Mundial de Rusia. Con un grupo muy joven que no podía competir hasta que no se juntaban en la selección. Era trabajar la unión para que el tiempo juntos fuese de desconexión de sus problemas y disfrutar con lo que más les gustaba, jugar a fútbol. Además, representaban a su país. La guerra paraba con los partidos de la selección. Y era un orgullo.

Durante la etapa en la Academia Aspire conocida por la formación de talentos africanos y asiáticos te convertiste más en un ojeador que preparador físico
Fue enriquecedor para conocer el fútbol africano y asiático. Ves dónde vienen y lo que les cuesta llegar hasta arriba. Cómo llegan. Es digno de alabar. No hay mínimas condiciones de trabajo. Muchas veces son trapos con los que juegan. Me he encontrado que un campo era un descampado con dos torres de luz en medio. Ponían dos piedras y ahí tenía que valorar las condiciones de los niños. Un campo de césped solo se veía en la fase final, en la capital donde escogíamos. Los campos de clubes son ruinosos. Ni tierra, ni hierba, desnivelados.

¿Qué hay que tener para descubrir nuevos talentos?
Ojo, suerte y que al chaval le salga el día. Se valoran muchas cosas. Al final los veían en media hora. Valoraba aspectos técnico y tácticos pero sobre todo emocional y de personalidad. Cómo se desarrollaban en el campo. A veces acertabas pero otras tantas te equivocabas. En el periodo que estuve hay muchos chicos con calidad que se quedaron en el camino porque es no tuvieron el día. 

¿Descubriste alguna estrella?
De mi etapa que ahora recuerde está un chico en el Rayo B. Muchos otros han pasado por el KAS Eupen belga y también en la Cultural Leonesa. El Valencia tuvo un central que llegó a debutar en el primer equipo que provenía en la Academia. El trabajo de la academia Aspire se ve en las selecciones africanas Sub-20. La mayoría son jugadores detectados por nosotros. Alguno ya ha llegado a la absoluta como en Costa Marfil, Camerún, Mali, etc.

Has trabajado con otros dos exentrenadores de fútbol del Nàstic. Juan Carlos Oliva y Jorge D’Alessandro en el Salamanca
Y ambos, en sus épocas en Tarragona, me hablaron de la posibilidad de venir, pero no fue posible. La verdad es que durante años ha habido contactos hasta que esta vez se ha producido el encuentro. 

También has trabajado con Gerard Zaragoza, de Sant Jaume d’Enveja, que te ‘reclutó’ para el Torpedo de Kutaisi de Georgia.
Para mí es un hermano. Lo conocí en el MIC hace muchos años y luego coincidimos en África dos años hasta que volvimos a unirnos en Georgia. Hablar de él me emociona.

¿Ya sobresalía Kakabadze?

La generación de Kakabdaze la conozco muy bien. Yo recalo en el Lokomitiv que era la base de la Selección Sub-17 que hizo historia en el Europeo de Eslovenia del 2012 al alcanzar las semifinales del torneo. En ese equipo también estaba Aburjania, otro ex del Nàstic. Oto ya destacaba en el Dinamo, que es el equipo que ofrece las mejores condiciones a los futbolistas.

Eres gran conocedor del fútbol georgiano. ¿Qué jugadores pueden destacar en los próximos años?

La sigo bastante porque la conozco bien. Ahora el talento más grande es Giorgi Arabidze que estaba en el Shaktar Donetsk. También el sobrino del exfutbolista Arveladze, Vato tiene mucho futuro. La situación es compleja en Georgia. Al jugador georgiano le cuesta a adaptarse fuera porque están acostumbrados a un país que es muy familiar y amistoso. De hecho, Oto me ha sorprendido por esa adaptación que ha demostrado. Normalmente cuando un jugador muy joven se marchaba a ligas europeas duraba seis meses y volvían. Intentábamos, Gerard y yo, que se fueran más maduros al salir. Con Aburjania y Oto ha ido bien.

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