En Tarragona falta vivienda

Tarragona está a la cola en el índice de pisos iniciados por cada mil habitantes el pasado año en Catalunya.

 

25 febrero 2018 00:08 | Actualizado a 25 febrero 2018 00:10
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La crisis económica y el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó tocado un sector estratégico de nuestra economía como es el de la construcción. Pese a que los datos avalan una cierta recuperación económica, los efectos de la deba-cle del ladrillo persisten. En estos momentos Tarragona adolece de falta de vivienda nueva, y la rehabilitación tampoco cubre las carencias. La escasez afecta tanto al mercado de compra como al de alquiler. El fenómeno es general en toda Catalunya, pero en Tarragona de una manera especial. Durante el pasado año se iniciaron en Tarragona 0,62 viviendas por cada mil habitantes, mientras que en Lleida fueron 0,68, en Girona 1,46 y en Barcelona 1,71. En cifras absolutas, en 2017 comenzaron a construirse en Tarragona 488 viviendas frente a las 1.077 de Girona. Para hacernos una idea de la magnitud del boom inmobiliario basta con comparar esta cifra de 488 viviendas iniciadas en un año con las 24.833 que llegaron a comenzarse en 2006. Nos hemos ido, por efectos de la crisis, de un extremo a otro. El sector se muestra optimista y espera que en tres años la situación se haya estabilizado. Es evidente que no se llegará, ni es deseable que suceda, a las cifras alocadas de construcciones que se llevaron a cabo sin que el mercado lo necesitara. El sector de la construcción llegó a representar el 15% del PIB.
Otro aspecto que conviene reactivar es el de la rehabilitación. Como destaca el secretario general de Habitatge de la Geneeraliat, Carles Sala, en una entrevista que hoy publica el Diari, de los tres millones de viviendas que hay en Catalunya, la mitad corresponden al período comprendido entre 1940 y 1970. El deterioro de los materiales, la adaptación a la accesibilidad, y las garantías energéticas son actuaciones obligadas para responder a las condiciones de confort exigibles hoy en día. En este aspecto la Administración debería realizar una apuesta más decidida. Las ayudas destinadas a la rehabilitación son escasas, complejas de instrumentar y poco golosas para los propietarios.

 

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