Cós del Bou: una calle con fogones internacionales

La comida que ofrecen los establecimientos en la emblemática calle de la Part Alta de Tarragona le otorga el reconocimiento de ser uno de los rincones con más diversidad

03 septiembre 2018 18:04 | Actualizado a 11 septiembre 2018 12:36
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Se respira un ambiente familiar, acompañado del espíritu emprendedor de la hostelería, en una de las arterias principales del centro neurálgico de Tarragona: la calle Cós del Bou.

Con menos de 100 metros de recorrido, un oasis cobra forma de la manera más internacional posible en Tarragona. L’Adelita Gastrobar, Cal Peter, Cal Mano y Take Away Sushi son los cuatro restaurantes que trazan el trayecto hasta el Circ Romà.

Peter Martínez, propietario de Cal Peter, lleva 31 años ejerciendo e innovando en su cocina. Su larga trayectoria y experiencia ha llevado a su restaurante a convertirse en uno de los pioneros en el menú para celiacos, idea por la que apostó hace ya nueve años.

Por otro lado, Take Away Sushi y Cal Mano llevan seis y cicno años en el área, respectivamente. L’Adelita, en cambio, está regentada por una pareja chilena. Francisco Alvear, el copropietario del mexicano, llegó a Tarragona con el objetivo de terminar sus estudios de posgrado. Junto a Paula Varas, quien aprendió sobre la gastronomía mexicana durante su exilio después de la muerte de Salvador Allende, quedaron pasmados al apreciar el enorme potencial de Cós del Bou, lo que les motivó considerablemente a poner en marcha su negocio. 

La dueña del local de comida japonesa, Olga Vinuesa, recuerda que cuando llegó a la calle por primera vez, Peter la acogió como una más. «La gran relación que mantenemos hace que trabajar aquí sea muy ameno», explica la empresaria barcelonesa. «Parece extraño, pero aunque los cuatro restaurantes somos competencia, nos llevamos la mar de bien», añade Vinuesa.

Y es que en ella han ocurrido cientos de anécdotas: «Más de una vez se me ha acabado el hielo, en plenas fiestas mayores, y siempre me han dado bolsas los demás restaurantes», recuerda Vinuesa. Definen el rincón que les acoge y enamora como un lugar «curioso», en el que en armonía conviven con sus negocios sin pisarse. «Se ha dado la ocasión en que teníamos el local a reventar de clientes y no hemos podido servirles. Así que, sin duda alguna, les recomendamos que vayan a cualquiera de los otros establecimientos vecinos», reconoce Ramon Sas, dueño de Cal Mano. 

En Cós del Bou no solo se alojan los hosteleros, sino que también comparten la zona una de las librerías más antiguas y populares de la ciudad, la Llibreria Antiquària Catedral, Shiva Music, una singular y decorada tienda de discos y vinilos, la peluquería Rizzos y una tradicional farmacia.  Entre todos ellos se podría decir que cumplen todas las funciones vitales de una calle que, probablemente, estaría muerta sin su colaboración. 

La otra cara de la moneda 

Todos coinciden en que Cós del Bou es una extensión de la Plaça de la Font, algo que la convierte en una de las arterias principales de la ciudad. Sin embargo, los dueños de los locales han querido crear su propio «ecosistema», un microcosmos que forma «un pequeño pueblo dentro de una ciudad».

Lamentablemente, los negocios son los únicos que tiran del carro y mantienen viva la esencia de una de las calles más emblemáticas de Tarragona. «No está señalizada y pasan coches a todas horas, velocidades y direcciones», lamenta Paula Varas.

A pesar de ello, no hay unanimidad al hablar de peatonalizar la calle. El copropietario de L’Adelita, Francisco Alvear, además, añade que «desde el consistorio hay una clara miopía hacia la cultura». «Es una calle con un valor histórico enorme. Aparte de la Colla Jove Xiquets de Tarragona, tenemos una de las fiestas más antiguas de la ciudad, Sant Roc. El flujo turístico es digno de mención, y el Ayuntamiento no refleja ni un atisbo de conciencia tarraconense», opina Alvear.

La esperanza emprendedora

Paralelamente, es una zona concurrida por las noches, lo que la convierte ocasionalmente en el blanco del incivismo, algo que no hace gracia a los emprendedores. Entre ellos mantienen radiante la calle Cós del Bou, aunque quizás lamentan que haga falta un pequeño empujón que ayude a «revalorizarla con el fin de que no se mantenga tal y como está». 

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