El fracaso de los contenedores soterrados en Tarragona tira a la basura más de 8 millones

La ciudad ha pasado a engrosar la lista de municipios que ha dado marcha atrás en este sistema de recogida. El desmantelamiento es una larga reivindicación vecinal

05 septiembre 2018 11:53 | Actualizado a 05 septiembre 2018 12:00
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«Llevamos dos años luchando para que nos quiten los contenedores soterrados y tenemos la esperanza de ser los primeros. Sabemos que hay 119 islas de contenedores en la ciudad, ¡pero es que la nuestra está al lado de la escuela, a dos metros del patio! Huelen mal, crían cucarachas, se llenan de agua cuando llueve y la chapa que los recubre está levantada y es una trampa en la que varias personas se han caído, especialmente mayores, porque están en una zona de paso».

Quien así habla es Miguel Ángel Cruz, presidente de la Asociación de Vecinos de La Floresta, y se refiere al plan que iniciará en primavera del año que viene el Ayuntamiento de Tarragona para cambiar las islas de contenedores soterrados que hay en la ciudad por contenedores de superficie.

La operación se hará en dos fases y la primera costará 400.000 euros. Las obras han salido a licitación y a los vecinos de La Floresta les han asegurado que entran en el primer grupo.

En lo que se refiere a los cambios en la recogida que implicará cambiar los contenedores, desde el Ayuntamiento de Tarragona aseguran que no supone ningún coste, porque se incluye la compra de contenedores nuevos y camiones dentro del contrato con la empresa. 

Modelo fallido

Pero, ¿qué obliga a renunciar a los contenedores soterrados que en su momento se vendieron como el modelo más moderno y limpio? Desde el ayuntamiento reconocen que «estos contenedores tienen una vida útil de diez años y, a partir de entonces, empiezan a deteriorarse. En países nórdicos con temperaturas en verano de 20 grados y en invierno de 2, puede que funcionen, pero en países mediterráneos no, porque las temperaturas son elevadas y se acumulan plagas alrededor de los contenedores, eso sumado al incivismo... Mucha gente lanza colillas dentro».

En este sentido, Cruz reconoce que el incivismo también ha conspirado contra el modelo, porque algunas personas no hacen el mínimo esfuerzo por introducir los desperdicios dentro. El caso extremo lo encontramos justo el día que vamos a hacer las fotos en el contenedor de La Floresta.

Justo al lado alguien ha dejado una nevera y otros residuos voluminosos. Toda una paradoja teniendo en cuenta que justo al frente, a pocos metros, está instalada la deixallería móvil.

Cristina Berrio, presidenta de la FAVT, recuerda que la sustitución de los contenedores soterrados es una larga reivindicación de los vecinos de diferentes zonas de la ciudad. En su opinión, estos contenedores fueron «una bomba» tanto por el fallo del modelo en sí mismo como por el mantenimiento, «porque han pasado meses sin limpiarse».

A ello hay que sumar, asegura, el mal uso de algunos ciudadanos, «porque parece que hay gente a la que le cuesta mucho trabajo tirar de una palanca para tirar la basura». 

Eso sí, para ser justos, el fracaso del modelo de contenedores soterrados no es exclusividad de Tarragona. Una larga lista de municipios, tanto de Catalunya como de España, ha ido dando marcha atrás en los últimos años.

La propia Agència de Residus de Catalunya (ARC) reconocía en su página web que aunque los soterrados eran más estéticos, «el sistema es menos robusto desde el punto de vista técnico», «los niveles de recuperación son menores que en otros sistemas» y «el coste de inversión es muy alto, particularmente en entornos urbanos ya construidos».

Inversión millonaria

Y sí, el coste de inversión era efectivamente alto. Las primeras 95 islas que se instalaron en la ciudad en 2006 tuvieron un coste de 7,1 millones de euros, de los cuales la Unión Europea aportó el 80%. Al año siguiente se sabría que al final la parte que pagaba el Ayuntamiento de Tarragona (entonces el concejal de Medi Ambient era Agustí Mallol) tuvo un sobrecoste de un millón.

Apenas dos años más tarde, en 2009 la ciudad debió invertir 1,2 millones de euros para sustituir el 40% de los contenedores porque presentaban problemas de corrosión. Ahora habrá que pagar para sustituirlos... Un suma y sigue. 

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