Los técnicos de ambulancias piden al SEM que filtre mejor las llamadas de emergencia

Según el comité de empresa, las consecuencias de gestionar mal los servicios es un aumento del volumen de trabajo y menos vehículos disponibles en caso de urgencia

10 septiembre 2018 18:35 | Actualizado a 11 septiembre 2018 07:48
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El pasado sábado por la tarde dos ambulancias llegaban a la altura del número 39 del paseo Prim de Reus para atender a un hombre en el interior de un supermercado por sufría una bajada de tensión. Este es sólo un ejemplo de lo que denuncian los técnicos de las ambulancias Egara –empresa concesionaria del transporte sanitario–, quienes piden al SEM que filtre mejor las llamadas que llegan al edificio 112 con el objetivo de mejorar el servicio y distribuir correctamente las dotaciones.

«Si llama alguien porqué se ha torcido el tobillo, pero tiene los medios para poder dirigirse por su propio pie al hospital más cercano, debe hacerlo. Creemos que no es necesario enviar una ambulancia», explica David Luri, presidente del comité de empresa de Ambulàncies Egara, quien opina que «por desidia» se destinan recursos innecesarios. El resultado, según el comité de empresa, es un incremento del volumen del trabajo y menos ambulancias disponibles en caso de urgencia.

Cuando el SEM recibe la llamada de emergencia, debe decidir qué recurso activar: o bien una Unidad de Soporte Vital Básico (USVB), –son las ambulancias que acuden a más del 80% de los servicios–, o una Unidad de Soporte Vital Avanzado (USVA) con enfermero o con médico incorporado.

De estas últimas hay muy pocas en el lote y, por lo tanto, «deben saber distribuirse correctamente, para no correr el riesgo de quedarnos sin en caso de una urgencia grave», asegura Luri. Además, los trabajadores reconocen que, en ocasiones, se mandan más ambulancias que las necesarias. «Seguramente, si el criba fuera más cuidadoso, esto no pasaría», aseguran los técnicos.

Algunas de las consecuencias directas de esta mala coordinación, según el comité de empresa de Egara, es el aumento del volumen de trabajo. «Las activaciones han incrementado un 20%, de manera paulatina, durante los últimos diez años», explica Luri.

Otra de las consecuencias, y ésta afecta directamente a la ciudadanía, es que hay menos ambulancias disponibles. «Si se manda una unidad avanzada por un dolor abdominal, y a la vez hay un accidente de tráfico grave con dos atrapados, el SEM debe llamar a una ambulancia de otra población para que vaya. Esto comporta más demora en el servicio», explica Luri, quien asegura que «cuando llegamos al lugar de los hechos tenemos que aguantar la bronca de los pacientes».

No es extraño encontrar la entrada de las urgencias, tanto del Hospital Sant Joan de Reus como del Joan XXIII de Tarragona, saturada de ambulancias. «Los CAP asumen muy poco, y la mayoría de derivaciones las hacemos en los hospitales.

Algunos centros hospitalarios no conciben la idea de tener camillas en los pasillos de las urgencias y, por lo tanto, debemos mantener el paciente en el interior de las ambulancias hasta que se vacíe algún box», relata Luri, quien añade que «esto provoca que «nos encontramos con ocho o nueve ambulancias en la puerta de urgencias y que no haya ninguna disponible en toda la demarcación». 

Según el SEM, el sistema de triaje es exactamente igual para toda Catalunya

A todo ello cabe añadir los servicios interhospitalarios. Algunas ambulancias trasladan al paciente de un hospital a otro. Es el caso de personas que sufren infartos, por ejemplo. Primero se le hace el catéter de urgencia y después se traslada al hospital de referencia para hacer el retorno. «Como la mayoría son pacientes de riesgo, los servicios se hacen con la unidad avanzada, dejando sin ambulancia la población», explican desde el comité.

Por su parte, el SEM asegura que en el territorio no hay hospitales terciarios y, por lo tanto, estos traslados con necesarios. Además, «cuando esto ocurre, el resto de unidades de la demarcación están preparadas y, si es necesario, se activan rápidamente. 

«Llaman por todo»

Según el comité de empresa de Egara, «no existe una educación sanitaria entre la ciudadanía. Es decir, la gente llama por todo. Es por esto que consideramos que debe ser el SEM quien debe filtrar las llamadas y derivar directamente al hospital o al CAP si cuenta con medios suficientes». Luri añade que «no sabemos si es falta de interés de los que distribuyen las ambulancias o una mala praxis del sistema».

Por su parte, el SEM asegura que «tenemos un sistema de triaje exactamente igual para toda Catalunya. Esto se hace según criterios clínicos perfectamente establecidos en protocolos activación que definen las prioridades». Además, desde el SEM destacan que el aumento de la actividad es un hecho generalizado en todo el sector sanitario. «En 2017 incrementamos las llamadas un 12% respecto al 2016. Este aumento se llama presión asistencial, y también ha tenido lugar en centros de atención primaria y hospitales. 

Como si fueran taxis

Por su parte, desde el comité de empresa del SEM comparten las quejas con los trabajadores de Egara en lo que refiere a las Unidades de Soporte Vital Básico, «que se utilizan para asistir patologías muy banales», asegura Conrad Vila, presidente del comité de empresa del SEM, quien añade que «existe un mal uso de este tipo de ambulancias, ya que en algún caso se utiliza como un taxi para trasladar el paciente hasta el hospital».

En cambio, respecto a las Unidades de Soporte Vital Avanzado, –aquellas que cuentan con un enfermero o médico–, Vila opina que es más complicado que haya un error de asignación, ya que hay pocas dotaciones y se activan en caso de urgencia. El Diari se ha puesto en contacto con la empresa Ambulàncies Egara quien no ha querido hacer ninguna declaración al respecto. «Nosotros no entramos en la polémica», aseguran. 

El comité de empresa de Ambulàncies Egara aseguran que denuncian la situación «porque somos, junto con la ciudadanía, los primeros afectados en esta mala gestión de los recursos», asegura el presidente, David Luri.

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