El olivo representa paz, prosperidad, sabiduría, y renovación. Un árbol sagrado que puede vivir siglos, soportando las adversidades. Un símbolo de resistencia y longevidad.
Alfons Guasch nació en la sierra de El Montmell. De los últimos supervivientes que conoció la vida en una masía en un entonces Montmell que quedaba alejado de todo y de frío en invierno a la luz de velas y del fuego a tierra.
Maestro de vida y de remedios, Afons ha cumplido cien años. Y fuerte. Mejor de cabeza que de piernas, dice. Un ejemplo para muchos.
Fue cartero y aguacil en El Montmell, lo que le valió para ser uno de los vecinos más apreciados y conocidos. Alfons conocía a todos y era el mejor testigo de la evolución de un pueblo que durante décadas quedó en las montañas.
Fue pastor de ovejas cuando el pastoreo aún permitía cierto sustento. O por lo menos ayudaba. Por eso también conocía cada rincón de esas montañas. De sus plantas con las que elaboraba un licor que algunos son capaces de recordar. Era mejor cogerlas en julio porque aún están verdes, recordaba en una entrevista al Diari.
Remedios
Un licor que, decía, iba bien para el dolor de barriga. Allí arriba en El Montmell, muchos remedios debían de sacarse de la tierra. «En cada casa se hacía, pero lo tomábamos sólo para la fiesta mayor o para la Navidad. Ni siquiera para los domingos. Para los domingos estaba el vino rancio».
Recetas heredadas de padres y abuelos. Memorias que todavía pueden rescatarse antes de que la velocidad las borre. Cinco litros deaguardiente y se metían nueve o diez clases de hierbas. Menta, marialuisa, romero, hinojo, tomillo... Se recogían por la sierra. Y se dejaba reposar 40 días al sol y al sereno en los balcones.

Experiencias que valdría la pena escuchar «Entonces no habíamuchas cosas. La luz no se puso hasta la Guerra. Había mucho trabajo y muy pocas comodidades. Teníamos que criar a los animales, plantar los campos para comer, ir a trabajar a los bosques, o en carro a El Vendrell y a Valls». A vender conejos o los animales criados. Para llegar a Valls, cinco horas. Y aprovechar para comprar bacalao.
Alfons, de El Montmell, ha celebrado su centenario. Y el Ayuntamiento ha querido reconocer esa dedicación al municipio y a sus vecinos. Y lo ha hecho de la manera más simbólica. Le ha hecho entrega de un olivo que se plantaré en un espacio público del municipio. El alcalde José Maria Roldán explica que junto al olivo se colocará una placa.
También se organizó una comida. Acudieron un centenar de vecinos y amigos que pudieron conocer más a aquel Montmell.
De cuando iba a buscar el correo a La Bisbal y lo subía a las montañas. De las noches en las que se juntaban los más próximos. Se sacaba un poco de chocolate y se hablaba de cómo había ido el día. Sin trasnochar porque había que madrugar. Y la radio como compañía. A Alfons le gustaba coleccionar algunas que todavía conserva.
El campo daba para comer, justo. Se vivía de los bosques. De la corteza de los pinos. Había quienes los cortaban, quienes los pelaban y quienes los llevaban a las carreteras. La leña era para los hornos harineros y los de yeso.

Los hombres que trabajaban en los bosques estaban toda la semana fuera. Dormían en pajares de masías.
El sábado se volvía con el jornal para pagar toda la semana el pan. «Después muchos hombres se fueron a Barcelona, porque se cobraba más». Alfons se quedó.
Qué mejor que un olivo.