Aquella jornada las llamas arrasaron la localidad. El feroz ataque de las tropas francesas con un destacamento de 5.000 soldados asoló el pueblo.
Por eso este lunes a partir de las 8 de la tarde las campanas de la iglesia de L’Arboç volverán a sonar. Como entonces, cuando alertaron a los vecinos del ataque que se les venía. Tocarán a Sometent y a Foc.
Ahora para recordar aquella desesperada defensa de los vecinos ante las tropas del general Chabrán. El nombre que precisamente siglos después se puso al gegant de la localidad

Aquel 9 de junio de 1808 fue el resultado de una tragedia que había comenzado a gestarse semanas antes La venganza francesa fue feroz.
Al mando del general Chabran, 5.000 soldados de una división francesa pasaron por L’Arboç camino de Tarragona. Con 500 caballos y seis piezas de artillería sembraban el terror con amenazas a quienes prestasen resistencia.
Los vecinos de L’Arboç, partidarios de su Rey Fernando VII, esperaron a que regresasen las tropas francesas. Aquellos vecinosse unieron el sometent de El Vendrell. La capital del Baix Penedès había caído y los franceses avanzaban hacia Martorell.
La resistencia
En L’Arboç había refugiados 1.200 sometents de El Vendrell y 200 suizos que presentaron resistencia al ejército napoleónico. Aquel día 9 de junio decidieron atosigar a los franceses atacando a la avanzadilla de Chabrán
Los vecinos de L’Arboç la siguieron hasta prácticamente El Vendrell. Huida la tropa francesa los vecinos regresaron a L’Arboç. Sabían que llegaría la venganza francesa.
Fue esa misma tarde. El general francés envió un emisario con la intención de parlamentar, pero fue recibido a escopetazos. La respuesta francesa fue cañonear la torre de la casa desde la que disparaba los vecinos, que siguieron resistiendo.

En pocas horas la localidad quedó rodeada. La resistencia popular tuvo que escapar y se refugió en casas de la calle Major. Los franceses también entraron quemando las viviendas y matando a quienes encontraban. Los vecinos, hombres y mujeres, resistieron con palos y piedras.
Las jornadas del 9 y 10 de junio del año 1808 fueron de resistencia y destrucción. Cien casas quedaron reducidas a cenizas. Otro centenar inhabitable. Los almacenes fueron destrozados. La iglesia saqueada. Las cosechas, destrozadas. El pueblo quedó destruido y los vecinos buscaron refugio en las montañas cercanas.
La torre del campanario de la iglesia todavía muestra una muesca producida por uno de los cañonazos franceses. Una calle recuerda a los Héroes de 1808. Y cada 9 de junio recuerdan su resistencia y su memoria.