Alberto Reig Tapia: «Lo primero es cerrar las heridas en Catalunya»

«Empatía». El exprofesor de la URV, Catedrático de Ciencia Política, que publica ‘El desafío secesionista catalán. El pasado de una ilusión’, defiende los indultos, entre otras razones, «también por una simple cuestión de empatía»

14 junio 2021 16:30 | Actualizado a 14 junio 2021 17:00
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Catedrático recientemente jubilado de Ciencia Política de la Universitat Rovira i Virgili (URV), Alberto Reig Tapia es un reconocido estudioso de la Guerra Civil y el franquismo. En los últimos años ha centrado su atención en el Procés soberanista, sobre el que ha venido publicando periódicamente artículos en las páginas de opinión del Diari de Tarragona. Después de sus estudios al respecto: La política, la Constitución y la soberanía. Sobre Cataluña en el aniversario de la Constitución (2018) y España y Cataluña. Un inquietante malestar (2019), publica ahora El desafío secesionista catalán. El pasado de una ilusión. Del Compromiso de Caspe (1412) al coronavirus de 2019 (Tecnos, 2021).

¿Feliz con la publicación de su último libro, ‘El desafío secesionista catalán’?

Sí, aunque relativamente. Es un libro que me hubiera gustado no tener que escribir dados mis orígenes. Yo soy medio catalán y medio valenciano con un cuarto de vasco. De ahí el largo preámbulo, imprescindible para explicar que no es un libro contra los catalanes, sino a favor de los también catalanes ignorados por el Procés, para los «resistentes a la marea independentista».

¿Considera que ha cumplido con su cometido de reconfortar a ese sector de la ciudadanía?

Espero que sí. Aquí, hasta la famosa manifestación constitucionalista de 2017 en Barcelona, parecía que solo existía una Catalunya. La Ciencia Política explica muy bien que una minoría organizada se impone siempre a una mayoría desorganizada, y aquí había cantidad de gente, perfectamente integrada y que se siente muy catalana, pero también española, que ama a Catalunya porque le ha dado una oportunidad, y con hijos que ya son catalanes, pero qule se sentían incómodos con el menosprecio de no considerarlos suficientemente patriotas si no hablan catalán, o no defienden la independencia.

Los que le han felicitado por el libro, ¿qué es lo que más le alaban?

Que era un libro necesario, claro, valiente y que se lee bien. Algunos me dicen que repito algunas ideas. Es una deformación propia de todo docente que reitera las ideas principales para que los alumnos las tomen en consideración. Tendría que haber tenido en cuenta que el lector no es mi alumno, estando ya felizmente jubilado.

¿Y qué le reprochan los que le critican, si es que le critica alguien?

Supongo que sí, aunque de momento callan en coherencia con el ninguneo habitual para todo lo que no es políticamente correcto. El País y Levante-El Mercantil Valenciano han sido especialmente generosos y me han publicado críticas muy elogiosas. Pero bueno, está muy claro: me elogian los constitucionalistas y los unionistas. Y de momento me ignoran los independentistas, como era previsible.

¿Le gustaría tener ‘feedback’ por parte del independentismo?

Sí, claro, por supuesto. La crítica siempre es útil, y te hace reflexionar y replantearte ciertas cosas si no caes en la soberbia de creerte en posesión de la verdad absoluta. Con quien más me entreno intelectualmente, por decirlo así, es con un primo hermano mío que es independentista. Nos ensartamos en largas discusiones inútiles. Los independentistas no renunciarán a sus ideales y utiopías, ni los unionistas y constitucionalistas a las suyas.

¿Considera usted que Catalunya no tiene derecho a la autodeterminación y que el Govern no puede pedir la amnistía para las personas con causas judiciales por el Procés?

Catalunya no tiene derecho a la autodeterminación porque no es un pueblo colonizado. La amnistía no es posible sin reformar la Constitución. Además, no desvirtuemos los conceptos. La amnistía elimina la causa del ‘delito’ cometido en una dictadura por no serlo en democracia. Pero, que yo sepa, los procesados cometieron el delito de transgredir sus propias normas pese a ser advertidos por la oposición parlamentaria, sus propios servicios jurídicos y el Tribunal Constitucional.

¿Catalunya tampoco tiene derecho a la independencia, según usted?

Sí. El derecho a la independencia es absolutamente legítimo. Si no, tendrían que estar todos los independentistas en la cárcel, o se pondría fuera de la ley a los partidos que la defienden. Lo que pasa es que hay que respetar la legalidad, y no puedes tener la pretensión de que, con una minoría exigua de votos, tienes derecho a romper un país. Es una cosa muy seria que empezaría por ser un desgarro traumático para la propia Catalunya, y requeriría una mayoría social y política muy amplia, aparte de seguir los procedimientos legales, para lo cual habría que reformar la Constitución, y hoy por hoy esa mayoría social y política no la hay suficiente, ni en Catalunya ni en España.

Usted subtitula el libro «El pasado de una ilusión». ¿Es que da el Procés soberanista por muerto?

No porque lo diga yo, pues así lo reconocen en privado, y ya también empiezan a hacerlo en público, los propios independentistas más autocríticos. Además, lo primero que se tiene que hacer es cerrar las heridas dentro de Catalunya, procurar gobernar para todos los catalanes, hacer un proyecto de país que sea integrador e ilusionante para todos. Porque tengas un voto más, no tienes derecho a hacer lo que te dé la gana. Tanto el PSOE como el PP practicaron el rodillo cuando tuvieron mayorías absolutas, y el pueblo, que no es tonto, no les ha vuelto a dar una mayoría absoluta. Se hace una política de bloques y los políticos son incapaces de llegar a acuerdos que nos unan en lo fundamental.

¿Su ideal de funcionamiento de la política sería Alemania, donde son capaces de formar grandes coaliciones de gobierno?

Al menos ellos son capaces de llegar a acuerdos, hacen gobiernos de coalición o incluso de concentración para sacar su país adelante. Desde ese punto de vista son envidiables. Albert Rivera destrozó irresponsablemente la posibilidad de un gran partido de centro que pudiera limar las aristas de los otros. Otro gran error de dimensiones históricas. Le cegó la ambición de poder por haber obtenido un buen resultado electoral y pensó que podía hacer el sorpasso al PP, y ya se veía en la Moncloa. La misma ceguera de Pablo Iglesias y Podemos respecto al PSOE.

¿Qué opina de los indultos?

Considero que los indultos no tendrían por qué existir. Sobre todo cuando sabemos que se conceden a cientos para favorecer a los propios partidarios. ¿Cómo el poder ejecutivo puede, si somos una democracia y defendemos la división de poderes, enmendarle la plana al poder judicial? ¿Quiere decir esto que hay que eliminar completamente la capacidad de indultar de los gobiernos? No, pero hay que reservarlos para situaciones verdaderamente excepcionales.

¿Los líderes independentistas presos entrarían dentro de esa situación excepcional?

Yo creo que sí y estoy a favor de indultar ahora a los presos. Por varias razones: porque el 85% de los catalanes lo quiere y ya llevan cuatro años en prisión. Sobre el indulto están diciendo que se tiene que manifestar arrepentimiento, y no es verdad. Lo pueden pedir otros por ti. Además, no puedo soslayar que los defiendo también por una simple cuestión de empatía. También podría estar en prisión un familiar mío, y, como es lógico, prefiero ser Abel antes que Caín a estas alturas. Y esto ahora mismo hay quien no lo entiende, porque están las heridas muy abiertas. Se dijo con mucha torpeza, como hizo Junqueras, que los indultos «se los podían meter por donde les quepa». Obviamente rectificar es de sabios.

¿Qué opina pues de la carta de Oriol Junqueras en la que ahora apoya las medidas de gracia?

Pues lo dicho: rectificar es de sabios. Ya han comprendido, con él a la cabeza, que siguieron un camino equivocado, y, aunque solo sea un gesto que le honra y engrandece como político, y aunque independentistas y unionistas sigan firmes en sus ideales y valores, hay que hacer lo imposible por limar asperezas y acercar posiciones políticas, buscando y encontrando pactos que nos permitan a todos convivir en democracia y libertad de acuerdo con la ley y el derecho. Necesitamos urgentemente gestos por ambas partes para volver a cohesionar Catalunya y reforzar la democracia española que a todos nos ampara, no debilitarla.

¿El PP está actuando de forma inteligente al recoger firmas contra los indultos?

En absoluto. No aprenden de la historia. Nadie lo hace. Obcecados porque el Estatut no les gustaba, se empecinaron en presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional. Yo creo que el recurso de inconstitucionalidad tiene que existir, pero no una vez que se ha sancionado la ley correspondiente por el Parlamento. Y ahora con los indultos vuelven a incurrir en el mismo error. La marea independentista ha crecido como ha crecido, entre otras razones, por la torpeza política del PP. A este paso dejarán todo su espacio político en Catalunya en manos de Vox.

¿Cree que con los indultos el tiro le puede salir por la culata a Pedro Sánchez?

Sí, claro, pero al menos está siendo valiente, porque cree que lo tiene que hacer y porque considera legítimamente que no se puede estar echando siempre leña al fuego. Obviamente le puede restar votos o se los puede dar. Ya lo veremos. En política todo es posible dentro de la ley. Yo creo que el elector sabe premiar siempre al político audaz que es incluso capaz de actuar en contra de sus propios intereses de partido.

¿No nos hubiéramos ahorrado un montón de tiempo y energía acordando desde el principio un referéndum, y haciendo cada uno campaña por la opción que considere?

Pues yo creo que no. Un referéndum de este tipo certifica la división existente en la sociedad. Le impone una falsa solución al tener que elegir entre el ‘sí’ o el ‘no’, el blanco o el negro.

¿Y si no fuera un referéndum com una pregunta binaria, sino que se ofrecieran más opciones, otros tipos de pactos y acuerdos, o mejoras en ciertos ámbitos?

Es que, aparte de crear más confusión, es un poco tramposo pedir un referéndum que solo quieren los independentistas por si les favorece, sabedores de que no tienen suficiente fuerza parlamentaria. El referéndum lo quieren para ver si suena la flauta. Y si no suena, lo van a volver a pedir, como los escoceses. Y así sine die hasta que hipotéticamente obtuvieran un resultado favorable.

¿Qué habría de malo en convocarlo y, dejar que la ciudadanía decida?

En mi opinión, la convocatoria de un referéndum es ya en sí misma un error, porque supone el fracaso de la política.

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