Ayuso, de política desconocida a líder de la derecha en solo dos años

'Chamberilera' del 78 y periodista de formación, empezó su carrera en el PP bajo las ordenes de la expresidenta Esperanza Aguirre. Pronto se convirtió en amiga íntima de Pablo Casado.

05 mayo 2021 09:31 | Actualizado a 05 mayo 2021 09:53
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Isabel Díaz Ayuso, candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad, ha ganado las elecciones autonómicas, consolidándose como líder de la derecha en la región pese a que hace solo dos años era una desconocida política "sin complejos". 

La dirigente madrileña ha conseguido duplicar sus escaños, quedarse con el voto de Cs que no ha conseguido el porcentaje de voto mínimo para entrar en la Asamblea de Madrid-- y lograr una mayoría suficiente para gobernar, con el apoyo de Vox. 

'Chamberilera' del 78 y periodista de formación, se especializó en Comunicación Política, área en qué despuntó nada más llegar al PP, donde coincidió con Pablo Casado, de quién es amiga íntima de hace muchos años. 

Empezó en la formación bajo el paraguas de la expresidenta Esperanza Aguirre y se sumó posteriormente al equipo de la exdirigente Cristina Cifuentes. 

De la mano de Cifuentes consiguió el primer cargo público. Después de ejercer las funciones de portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea, fue nombrada viceconsejera de Presidencia y Justicia. Pero llegó la dimisión de Cifuentes, y Ayuso dejó su cargo en la Administración para ser portavoz del partido al cual siempre ha considerado su "casa". 

Poco después, Ayuso fue una de las primeras a apoyar sin fisuras la candidatura de Casado para liderar el partido. Era, como defendía en aquel entonces, el momento de una generación de políticos jóvenes "sin miedo" a defender sus ideas.

Elecciones de 2019 

Por indicación del propio Casado, esta defensora de enarbolar la bandera de España y partidaria de no etiquetar a Vox en la extrema derecha empezó a exponer la postura del PP en la televisión. Le salió bien y Casado la designó por sorpresa candidata a los comicios de 2019. 

Después de una controvertida campaña, en qué fue noticia por sus declaraciones, llevó al PP a uno de sus peores resultados en la autonomía a causa de la fragmentación del voto en el espectro del centro-derecha, pero evitó el 'sorpasso' de Cs que vaticinaban algunas encuestas. El bloque del centro-derecha sumaba y los pactos postelectorales marcarían el futuro de la Comunidad. 

A pesar de que estaban dispuestos a entenderse --al menos así lo manifestaron los tres partidos desde la misma noche electoral--, los continuos desacuerdos entre la formación 'naranja' y Vox hicieron que la investidura de Ayuso se retrasara hasta el mes de agosto. 

Con Vox garantizando su apoyo al Ejecutivo desde fuera, PP y Cs se dividieron las consejerías de un gobierno regional que ella encabezaría y que tendría como portavoz al líder de la formación 'naranja', Ignacio Aguado.

Un gobierno de coalición mal avenido 

Las tensiones entre los socios empezaron desde el primer día y fueron en aumento en los casi dos años de legislatura. Al formar gobierno, Cs ya anunció que apoyaría en la Cámara regional una comisión de investigación sobre la posible corrupción a Avalmadrid (sociedad de garantía recíproca que había concedido un aval al padre muerto de la presidenta). 

Desde aquí, las tensiones por los anuncios que realizaban desde ambos lados del Ejecutivo madrileño, sin que se enterara la otra parte, y las acusaciones cruzadas de deslealtad fueron una constante al gobierno de coalición. La dirigente popular llegó a reconocer que eran "dos gobiernos en uno".

Pandemia 

Marzo de 2020. La pandemia, que ya era una realidad, sería un 'antes y un después' en la carrera política de Ayuso. Fue una de las primeras presidentas en anunciar el cierre de los colegios y, posteriormente, el de la hostelería y los comercios. 

A pesar de que extendió la mano al principio de la pandemia al Gobierno central, con el paso del tiempo fue censurando la gestión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Lo dejó claro en la mayoría de las videoconferencias de presidentes que se produjeron en el primer estado de alarma. 

Denunció la falta de material sanitario en multitud de ocasiones y decidió salir a los mercados, como autonomía, a comprarlo. Consiguió adquirir más de diez aviones de material, aunque desde la oposición dudaban de la calidad del material y lo veían como "operación de marketing". 

Con Madrid como la autonomía con peores datos de contagio y un elevado número de muertes en sus residencias de gente mayor, el Gobierno regional puso en marcha el hospital de campaña de Ifema, habilitó como morgue espacios como el Palacio de Hielo y puso bajo el mismo mando la Sanidad pública y la privada. 

Como contrapartida, los grupos de izquierda criticaron duramente que desde la Consejería de Sanidad pusieron en marcha protocolos que evitaban la derivación de mayores de residencias a hospitales y que no se dotaba de suficientes recursos a la Atención Primaria. Además, censuraron que la presidenta se alojara durante el confinamiento severo, y cuando ella se contagió de coronavirus, en uno de los hoteles de la cadena Room Mate. 

Ya entonces, durante el final del confinamiento estricto, Ayuso quiso convocar elecciones, pero fue frenada por el PP. La relación con su socio de gobierno continuaba siendo insostenible.

Combativa en la desescalada  

Pero el perfil de Ayuso continuaba haciéndose fuerte en la desescalada. La Comunidad se mostró muy combativa con el Gobierno español, criticando que les dejara en último lugar a la hora de abandonar el confinamiento. Denunciaban que se trataba de una decisión política, tomada por un "inexistente" comité de expertos. 

Además, el Gobierno regional puso el foco en un "escaso" control del Aeropuerto de Barajas y se negó desde el principio a volver a un confinamiento total, así como a llevar a cabo cierres masivos de la hostelería y el comercio. Ayuso apostó por "medidas quirúrgicas". 

Criticada duramente desde el Ejecutivo central y por la mayoría de comunidades autónomas, no dio un paso atrás en su estrategia y su popularidad no paraba de crecer. Consciente de esto y alertada por la moción de censura presentada por PSOE y Cs en Murcia, la popular decidía el 10 de marzo convocar elecciones. Los madrileños, aseguró, elegirían sobre su "libertad".

La campaña de la libertad

Empezaba así una precampaña electoral autonómica de alcance estatal. Entre 'selfies' y aplausos, la presidenta ha hecho una campaña próxima, a pie de calle, ha concedido más de 60 entrevistas y ha recorrido cada día dos o tres municipios. 

Ha centrado su campaña en apelar a un voto que transciende "las siglas del PP", ha apostado para ir más allá y luchar por el "votante socialista descontento", que no se identifica "con el sanchismo". Para lo cual se ha rodeado de exdirigentes socialistas como Joaquín Leguina o Nicolás Redondo y se ha acercado a municipios del sur, tradicionales feudos del PSOE, como Fuenlabrada, Parla y Getafe. 

Ayuso ha reivindicado que quiere ser "libre" y contar con un gobierno en mayoría que le permita impulsar medidas y contar con "los mejores" (sin importarle que sean personas de Cs o Vox) pero ha incidido que no es "equidistante" al situarse a un lado u otro. 

A pesar de que el presidente del PP, con quien mantiene una excelente relación, la ha acompañado en los actos centrales de campaña, Ayuso ha recalcado su independencia y que no admite "tutelas". 

El resultado de este martes refuerza el papel de la presidenta madrileña, que, con perfil propio, ha conseguido convertirse en una figura de peso dentro del PP y en la política estatal. Numerosas voces dentro de la formación aseguran que, después de estos comicios, su liderazgo será indiscutible, y afirman que, si Ayuso quiere, el siguiente paso será levantarse con el control del PP de Madrid.

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