El precio de demorar la vacuna: España pierde 3.250 millones a la semana

Un informe cuantifica el impacto económico de las cinco semanas de retraso que lleva Europa respecto a EEUU

17 abril 2021 18:30 | Actualizado a 18 abril 2021 11:20
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¿Cuánto le cuesta a España el retraso que arrastra en el proceso de vacunación contra la Covid-19 en comparación con EEUU o el Reino Unido? Es difícil de calcular, pero la pregunta recibe una respuesta indirecta si se repara en que el país perdió el año pasado 169.390 millones de euros en términos de PIB; es decir, unos 3.250 millones a la semana.

Es el interrogante –y la contestación– que se plantea en la plataforma «The Conversation» una de las principales investigadoras de España en economía de la salud, la catedrática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Beatriz González López-Valcárcel, miembro del comité asesor de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y presidenta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria entre 2015 y 2017.

López Valcárcel publicó en febrero junto a Laura Vallejo Torres, en la revista ‘Applied Economic Analysis’, un informe sobre cuál puede ser el coste de la pandemia de Covid-19 para España, al que ahora se remite para intentar aproximarse a cuánto cuesta cada semana que el país vive sin recuperar su antigua normalidad económica. Su trabajo cifra ese impacto en 200.000 millones de dólares en 2020 (169.390 millones de euros) en pérdidas de producto interior bruto, «comparando las cifras reales con el mundo contrafactual sin pandemia en el que habríamos crecido un 1,6 % del PIB». Y, subraya ahora, «los costes sanitarios y no sanitarios directos de la covid, como prevención, tratamiento de la enfermedad y sus secuelas a largo plazo, etcétera, representan apenas una pequeña parte del total».

Esos más de 169.000 millones de pérdidas se traducen en un promedio semanal de unos 3.250 millones si se reparten desde el 1 de enero al 31 de diciembre, pero la cifra sube a más de 4.100 millones semanales si se empieza a contar a partir del 15 de marzo, el primer día de aplicación del estado de alarma (y el confinamiento) que se decretó en España. «Un mes de adelanto o de retraso en la vacunación poblacional que permita volver a la normalidad económica supone ingentes cantidades de dinero. Lamentablemente, Europa lleva unas cinco semanas de retraso en vacunación comparada con EEUU», advierte esta catedrática.

Desde su punto de vista, este «costoso retraso se debe a varias causas», pero ella las resume de esta manera: Europa ha apostado por compartir riesgos con varias farmacéuticas siguiendo «una estrategia bien pensada, pero mal ejecutada, por las demoras en las decisiones y en la negociación con las compañías».

«Hasta mitad de junio, cuando EEUU ya había comprometido 10.000 millones de dólares (8.468 millones de euros), Europa no anunció la compra conjunta de 3.200 millones de euros. El primer acuerdo fue con AstraZeneca en agosto, también meses después de EEUU», añade.

González López-Valcárcel cree que la negociación de la Comisión Europea con los principales fabricantes de vacunas «ha estado demasiado centrada en el precio, velando por el gasto de los contribuyentes y no tanto por los plazos y condiciones de suministro, pero el mercado se impone y las compañías acaban abasteciendo antes a los primeros países en autorizar y a los que pagan más». Y también advierte del «altísimo coste» que estima que va a tener la «crisis de confianza» sobre la vacuna de AstraZeneca.

Esta investigadora extrae tres lecciones, la primera de las cuales es que «el nacionalismo vacunal no protege a la humanidad, tampoco a los países ricos, por lo que en último término la solidaridad es interesada y los 8.000 millones de dólares (6.775 millones de euros) que necesita este año la Alianza COVAX (el fondo de la OMS para vacunar en los países menos desarrollados) salen a cuenta».

A lo que añade estas dos: «Para tratar con tiburones, es preferible tener negociadores experimentados y de su misma especie» y «la comunicación aporta un enorme valor y la mala comunicación, un enorme coste. Las vicisitudes de AstraZeneca nos costarán mucho».

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