Faltan enfermeras en las residencias de personas mayores

En los centros geriátricos de Catalunya faltarían entre 2.000 y 2.500 efectivos. La patronal y el propio colectivo coinciden en que hay que crear más plazas y equipararlas a las hospitalarias

24 julio 2021 06:50 | Actualizado a 24 julio 2021 10:44
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El Diari publicaba en su edición del pasado domingo 18 de julio un reportaje en el que se recogía el malestar de los trabajadores sanitarios de hospitales y centros de salud por la falta de personal, tanto médico como de enfermería. Esta carencia, que se arrastra desde hace años y que la pandemia ha recrudecido, acaba repercutiendo negativamente en unos profesionales que han llegado al verano exhaustos y con las fuerzas al límite.

Pues bien, dentro de las dificultades que existen para encontrar médicos y enfermeras, si un sector está especialmente afectado es el de las residencias de personas mayores, donde las direcciones tienen que hacer auténticas virguerías para contratar personal de enfermería.

Según publicaba hace pocos días el diario El País, actualmente faltan –como mínimo– 15.000 enfermeras en los centros geriátricos de toda España. Eso supondría una media de 2,7 enfermeras por residencia, si tenemos en cuenta que en todo el Estado habría algo más de 5.400 centros para personas de la tercera edad.

Esta sería la estimación mínima, ya que tal y como explica Cinta Pascual, presidenta de la Associació Catalana de Recursos Assitencials (ACRA) y del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAP), «el déficit en las residencias de mayores es de unas 25.000 enfermeras. En Catalunya nos faltan 1.000 de golpe, pero seguro que son más, entre 2.000 y 2.500». De hecho, Catalunya se está moviendo para cubrir de forma urgente estas 1.000 plazas de las que habla Pascual con enfermeras de Colombia.

Pero la cosa, lejos de mejorar, parece que empeorará durante los próximos cinco años. Como mínimo, este es el cálculo que ha hecho la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia, la patronal que integra a los grandes grupos. Señala que España necesitará unas 40.000 enfermeras, más de las 30.000 que tiene ahora.

La situación es grave, pero Cinta Pascual recuerda que «el déficit de personal de enfermería en las residencias de personas mayores se produce desde hace tiempo. En verano siempre se complica un poco más con las sustituciones y las vacaciones. Además, la Covid ha agravado la situación aún más».

La presidenta de ACRA y CEAP tiene muy claro que «somos el último eslabón de la cadena, por detrás de los CAP, los hospitales, etc. Tenemos convenios colectivos diferentes, aunque se paga por encima de estos convenios colectivos (entre un 25% y un 30%). Si no fuese así, no encontraríamos a ninguna». Siguiendo con el análisis de lo que estaría pasando para que falten tantas enfermeras en las residencias geriátricas, Pascual añade que «no salen suficientes formadas y no hay suficientes plazas. Hemos pedido medidas urgentes, como por ejemplo que con la Covid se pudiese contratar a estudiantes de último año de enfermería». Por último, Pascual aporta, como posible solución para paliar el problema, «llegar a un pacto para que haya más plazas de enfermería y para que la atención sociosanitaria esté en las mismas condiciones que la hospitalaria».

Desde los sindicatos, parte de la solución pasaría por «profesionalizar y dignificar el sector», según explica Josep Martínez, responsable de geriatría de CCOO, para quien «el problema no se arregla contratando a enfermeras sudamericanas cobrando 1.500 euros al mes, porque las que ya están aquí pedirán cobrar lo mismo».

Martínez recuerda que «hay residencias que tienen 80 ancianos y donde por la noche no hay ninguna enfermera. La Covid ha sanitarizado muchas residencias, que han pasado a ser centros sanitarios cuando en realidad no lo son».

La ausencia de enfermeras es cubierta, en muchos casos, con «gerocultores, que somos personal social y no sanitario», comenta este responsable de CCOO, quien añade que «al no haber enfermeras tenemos que asumir su trabajo, con los riesgos y la responsabilidad que ello comporta si pasase algo. Tendría que haber un reconocimiento profesional hacia los gerocultores por hacer labores de enfermería, pero no interesa profesionalizar el sector».

Desde este sindicato también tienen claro que detrás de la problemática hay una cuestión de dinero. «Una enfermera de una residencia de ancianos cobra un salario base bruto de 1.347 euros al mes, por debajo del que cobra una enfermera de un hospital. Muchas residencias, como no encuentran personal de enfermería dan un plus y les ofrecen contratos indefinidos. Pero después, cuando las enfermeras llegan y empiezan su trabajo, se encuentran con que están solas y tienen que asumir 100 pacientes por la noche. A los dos meses, si les sale la oportunidad, se van a un hospital», asegura Martínez.

Reconocimiento

Desde el Col·legi d’Infermeres i Infermers de Tarragona también hace tiempo que constatan la falta de personal de enfermería en las residencias de personas mayores. Gerard Mora, secretario del colegio, explica que «por un lado está el poco reconocimiento de cara a estas enfermeras. Existe una especialidad que es la de enfermería geriátrica, pero no hay puestos de trabajo creados ni tampoco cobran como tal. Además, la mayoría de residencias son privadas y las condiciones de trabajo no son equiparables a la sanidad pública. Hablamos de más carga de trabajo y de un componente psicosocial». Mora apunta a una «falta de liderazgo por la administración pública y unas condiciones laborales inferiores, por eso las enfermeras se van a la sanidad pública o concertada. La administración debería normalizar y mejorar las condiciones laborales y desarrollar la especialidad de enfermería geriátrica, creando puestos de trabajo, ya que estamos ante profesionales altamente cualificadas».

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