La lava del volcán de La Palma llega al mar diez días después de su estallido

La colada, más líquida, alcanzó el Atlántico pasada la medianoche tras cortar la carretera de la Costa y emanó una nube negruzca de gases 

29 septiembre 2021 05:28 | Actualizado a 29 septiembre 2021 18:04
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Tras varias jornadas especulando sobre cuándo lo haría y una erupción que ha evolucionado a ritmos diferentes, una última lengua de magma muy fluida terminaba cayendo al mar desde los acantilados, a unos 100 metros de altura -junto a la Playa de los Perdidos y cerca de la Playa de los Guirres, según precisó el alcalde de Tazacorte- pocos minutos después la medianoche de este martes (hora peninsular), las 23:00 horas locales.

Desde el servicio de emergencias 112 pidieron a quienes estuvieran en el exterior que buscasen refugio, mientras se mantenía una área de exclusión de dos kilómetros y medio. Ahora el riesgo deriva de la emisión de gases tóxicos de carácter ácido que surge de la reacción química entre los materiales que componen la lava, a más de 1.000 grados de temperatura, y los del agua marina, a unos 23 grados en la zona.

Pocos minutos después de tocar el mar ya se observaba una nube negruzca que iba adentrándose en la tierra a causa de los vientos marinos nocturnos.

Además, es previsible que se produzcan explosiones de carácter violento y habrá que evaluar también los efectos sobre el medio marino y sus especies.

Mientras, en la costa y junto a los acantilados se iba formando un depósito de lava, de más de 50 metros de altura al cierre de esta información, debido a que el agua se encuentra a unos pocos metros y que además allí tiene poca profundidad. Los geólogos ya cuentan con que se creará una nueva plataforma que aumentará la extensión de la isla.

La colada que alcanzó el Atlántico, de características hawaianas, es la que se desplazaba por la zona sur, que venía rodeando la montaña de Todoque desde la parte más alejada de Tazacorte, cuyo puerto fue cerrado.

Más líquida y veloz que los lentos bloques de piedra ardiente de las erupciones anteriores, por los que incluso cabalgó en algunas partes, alcanzó los 20 metros de altura en varios puntos. El nuevo cinturón de fuego sobrepasó después de las diez de la noche la montaña de Tres Picos tras descender desde Todoque.                      

Mantener las comunicaciones                

Se encaminó luego al núcleo urbano de Campillo y cortó en algunas partes la carretera de la Costa, última conexión con el suroeste de la isla -no obstante, el Cabildo estableció después dos caminos vecinales de sentido único para mantener las comunicaciones por carretera-, antes de llegar a los acantilados, según el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan). Su portavoz, David López, resaltaba por la tarde que "el surtidor (del volcán) echa un chorro impresionante", con explosiones más espaciadas en el tiempo y menos estruendosas.

Ya el martes por la mañana se apreciaban dos bocas activas: una en el cono principal del volcán y otra debajo. En las primeras erupciones las fisuras arrojaban una lava empastada de cenizas, a la que se unían piroclastos que la hacían más compacta. Pero los canales de salida del magma se limpiaron, de modo que la lava parecía más licuada.

No formaba entonces 'murallones' ni diques, circunstancia que terminó favoreciendo su desembocadura en el Atlántico. El director técnico del Plan de Prevención de Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca), Miguel Angel Morcuende, señalaba por la tarde que la lava se desplazaba a 300 metros por hora y tendía a ensanchar su base a medida que descendía.

En su camino hacia el mar y tras superar el muy castigado municipio de Todoque, el cinturón de magma fue arrasando plataneras, edificios y fertilizantes con capacidad de explotar. También alcanzó el Pampillo, una zona salpicada de invernaderos cubiertos con plásticos que al quemarse desprendieron una nube tóxica que pronto se esfumó. El humo venenoso obligó a evacuar entonces a algunas personas.

A vista de dron, del cráter salían dos columnas de humo: un penacho blanco, producto del vapor de agua que contiene, y otra gris y de textura más espesa que amalgama las cenizas minerales. Los técnicos que analizan continuamente el suministro de agua, por si se hubiera contaminado con las cenizas y emanaciones tóxicas, no hallaron por fortuna ninguna alteración.

Adiós a la casa de los daneses                  

Al final, la casa que permanecía cercada por la lava y milagrosamente intacta ha acabado consumida por la voracidad del volcán. Era propiedad de la pareja danesa de ancianos Inge y Rainer Cocq, que no han vuelto a la isla desde que comenzó la pandemia. Rodeada por todos lados de rocas humeantes, resistió días incólume en medio del cataclismo.

Según los datos del satélite europeo Copernicus, algunas partículas de dióxido de azufre despedidas por el volcán viajaron tan lejos que llegaron a Svalbard (Noruega), en el Artico. Las cenizas vagaban suspendidas en torno a los 7.000 metros. Los investigadores del IGN detectaron media docena de terremotos en la zona afectada por la reactivación volcánica, con una magnitud de 2,9 y una señal sísmica a 10 kilómetros de profundidad.

A última hora del martes, el volcán ya había devastado 258 hectáreas y 585 edificaciones, y otras 97 están afectadas por daños. Por añadidura, más de 22 kilómetros de carreteras han sido destruidos. Una cifra que aumentará en cuanto se actualicen este miércoles los últimos datos.

Tarjeta monedero para enseres esenciales y pisos "de inmediato"

El Consejo de Ministros aprobó este martes una ayuda de 10,5 millones de euros para atender las necesidades más urgentes de los damnificados de la erupción de La Palma. De ellos, 5,5 millones se destinarán a la compra inmediata de 107 viviendas y otros 5 millones se repartirán a través de una tarjeta monedero a los afectados para que las familias puedan adquirir los enseres más esenciales.

En cuanto a las viviendas, estas "serán de titularidad pública o privada", pero en cualquier caso "serán ocupadas con carácter inmediato", dijo la ministra portavoz, Isabel Rodríguez. La otra partida tiene por objeto que los afectados puedan dotarse de electrodomésticos básicos como frigoríficos, microondas y lavadoras. La precaria situación y la angustia que atenaza a los palmeros han obligado al Gobierno a agilizar la concesión de estas ayudas a los más de 6.000 desalojados.

El Ejecutivo también declaró la isla como zona catastrófica, y acordó establecer un régimen específico de expedientes de regulación de empleo (ERTE) concebido para esta situación. Ya a medio y largo plazo, cuando el volcán se apague, el Gobierno se ha comprometido a ejecutar un plan de reconstrucción de la isla

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