José «Pepe» Mújica, expresidente del Uruguay entre 2010 y 2015 y fallecido hace unas semanas, se convirtió en una figura política inusual por su sencillez y también por su determinación política. Durante su mandato, rechazó vivir en la residencia presidencial y se mantuvo viviendo en su modesta «chacra» (granja), alejado de los lujos asociados a su magistratura. Sobre todo, representa la consolidación de la palabra, la negociación y el entendimiento por encima de las armas, la violencia, el terror y la represión. Como pasó con otras figuras políticas en otros conflictos, Mujica saltó con éxito de la lucha armada a la política. De terrorista a presidente.
Mujica, exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, pasó 14 años en la cárcel de Punta Carretas, muchos en condiciones infrahumanas. Pese a todo, fue una figura clave para legitimar la transición de la guerrilla a la política parlamentaria. Influyó decisivamente en la decisión de los «Tupas» de abandonar la lucha armada e integrarse en el Frente Amplio en 1989 a través del Movimiento de Participación Popular. Hoy, el MPP es la mayor corriente dentro del FA, la lista electoral que agrupa a toda la izquierda uruguaya, desde la socialdemocracia al sindicato PIT-CNT. El FA ha ocupado la presidencia del país en quince de los últimos veinte años, y la alcaldía de Montevideo ininterrumpidamente desde 1990. Punta Carretas es, desde hace 40 años, un gran centro comercial.
Durante su etapa política, Mujica promovió un mensaje de reconciliación y diálogo, alejado del extremismo. «Estoy profundamente arrepentido de haber tomado las armas con poco oficio y no haberle evitado así una dictadura al Uruguay», manifestó en mayo de 2007, cuando era el ministro de Ganadería. Mujica reconoció así errores del pasado sin renegar de sus ideas. Su liderazgo contribuyó a integrar a exguerrilleros a la política institucional, cerrando así un ciclo violento en la historia del país.

El exmandatario uruguayo no fue el único líder con pasado guerrillero o terrorista que cambió la lucha armada por la solución política. El mes pasado, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), anunció su disolución y la voluntad de deponer las armas, marcando de esta forma el fin del conflicto con Turquía de más de 40 años de duración. Ha costado unos 8.000 muertos en Turquía y otros 20.000 más en Siria e Irak —kurdos en su inmensa mayoría— debido a operaciones militares turcas, además de numerosas violaciones de derechos humanos.
La decisión del PKK se produjo tres meses después de que su fundador y líder, Abdullah Öcalan, encarcelado en Turquía desde 1999, llamara públicamente a la disolución del grupo. Öcalan, que padeció prolongados periodos de aislamiento en prisión, según informes de Amnistía Internacional y del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura, marca la conversión a política de la guerrilla kurda.
El congreso del partido-milicia de finales del pasado mes de mayo decidió «disolver la estructura organizativa del PKK y poner fin al método de la lucha armada, cuyo proceso de aplicación será llevado a cabo por el líder APO (Öcalan), poniendo fin así a las actividades realizadas bajo el nombre del PKK».
Otra figura política clave en la resolución de un conflicto a través de la transición de la lucha armada a la vía política es el irlandés Gerry Adams. Tuvo un papel fundamental en el paso del IRA (Ejército Republicano Irlandés) y su brazo político, el Sinn Féin, hacia la paz, que culminó con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Quedaban atrás más de 3.500 muertos entre 1960 y 1998. Adams también pasó cinco años en las prisiones británicas entre 1972 y 1977, aunque nunca fue formalmente condenado por ningún delito.
Adams tuvo gran influencia en la decisión del IRA de declarar un alto el fuego entre 1994 y 1997, lo que facilitó las negociaciones de paz. También contribuyó a que el IRA abandonara las armas en 2005, consolidando así la transición del republicanismo armado hacia la política institucional, convirtiendo el Sinn Féin en un partido político viable en Irlanda del Norte. En muchas ocasiones, Adams se posicionó públicamente a favor de la vía pacífica y la política como método para conseguir sus objetivos. «El futuro de Irlanda debe construirse por medios pacíficos y democráticos. Ese es el único camino», dijo poco después de firmar el Acuerdo de Viernes Santo. Más adelante, el dirigente irlandés también instó al IRA a «adoptar plenamente medios políticos».
En mayo de 2022, el Sinn Féin ganó por primera vez en la historia las elecciones en la Asamblea de Irlanda del Norte. En febrero de 2024, Michelle O’Neill asumió oficialmente el cargo de primera ministra. Un hecho histórico: es la primera vez que una republicana se ponía al frente del gobierno norirlandés. Renunciar al terrorismo ha traído beneficios al Sinn Féin también en la República de Irlanda, donde ha pasado en las últimas dos elecciones de partido segundón a segundo con más escaños.

En España, el camino hacia la paz en el País Vasco acabó con el fin de más de 40 años de terrorismo de ETA, que asesinó a 853 personas entre 1968 y 2009. Durante la transición de las armas a la política, Otegi —aún hoy polémico— ha sido reconocido ampliamente como personaje clave para la resolución del conflicto, influyendo en el viraje estratégico de la izquierda abertzale en la década de los años 2000: el abandono de la violencia y la apuesta exclusiva por vías políticas.
Ya en 2004, Otegi impulsó, junto a otras personas, la Declaración de Anoeta, que proponía un proceso de diálogo entre ETA y el Gobierno español. También fue una figura clave en las conversaciones de Ginebra y Loiola, que llevaron a ETA a anunciar una tregua en 2006.
Otegi, como Mujica, Öcalan o Adams, también fue encarcelado. En junio de 2007 fue encarcelado un año por «enaltecimiento del terrorismo». En octubre de 2009 fue condenado a diez años por intentar reconstruir Batasuna («unidad», en vascuence), partido ilegalizado como parte del entramado de ETA. Fue liberado en marzo de 2016, tras la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra España por vulnerar el derecho de Arnaldo Otegi a un juicio imparcial. Había pasado seis años en prisión.
Pese a la cárcel, tuvo un papel clave en la redacción de Zutik Euskal Herria («En pie, tierra vasca»), un manifiesto de la izquierda abertzale publicado en 2010 en el que asumía el compromiso «con el uso de las vías y medios exclusivamente políticos y democráticos». Un año después, ETA declaró el cese definitivo de la actividad armada. Tras salir de prisión, Otegi fue elegido líder de EH Bildu. En noviembre de 2023, anunció que no se presentaría a las elecciones de 2024. «Todo el mundo sabe quién soy y que tengo un pasado», afirmó.
EH Bildu, la coalición de la izquierda abertzale, logró sus mejores resultados en unos comicios electorales en las últimas elecciones al Parlamento vasco, celebradas en abril del 2024. En esos comicios, los abertzales y el PNV empataron a 27 escaños, con una ligera ventaja en votos del PNV, con un 35,2% respecto al 32,5% de EH Bildu. Bildu experimentó un crecimiento de 90.000 sufragios y 6 parlamentarios y fue la fuerza política más votada en Álava y Gipuzkoa.