377 años y...... un mes de historia

Historia de un conflicto. Desde que en 1641 el president de la Generalitat Pau Claris proclamase por primera vez la República Catalana han pasado casi cuatro siglos en que Catalunya ha intentado un pacífico encaje en España o separarse de ella

15 octubre 2017 18:50 | Actualizado a 15 octubre 2017 20:01
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A la quinta irá la vencida? La brevísima proclamación de la República Catalana que hizo el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, el pasado martes tiene sus precedentes. Eso suponiendo que la frase «llegados a este momento histórico, y como president de la Generalitat, asumo el mandato que Catalunya se convierta en un estado independiente en forma de república» sea una declaración unilateral de independencia (DUI). Cinco veces Catalunya ha solemnizado su intención de separarse de España y en cada una de ellas la duración de la DUI ha sido menor. En 1641 se prolongó seis días, en 1873 duró un par de jornadas, tres días en 1931 y diez horas en 1934. 

Puigdemont dio marcha atrás al cabo de unos segundos: «Pido que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada».

El 17 de enero de 1641, un sacerdote y político, Pau Claris, entonces president de la Generalitat, proclama la República, pero apenas una semana más tarde erige a Luis XIII, rey de Francia, como Conde de Barcelona, con lo que Catalunya se incorpora al país vecino. Siete meses antes, el 7 de junio de 1640, ha estallado el Corpus de Sang, cuando medio millar de segadores y numerosos ciudadanos de Barcelona se alzan contra los representantes en Catalunya del Estado español a los gritos de «Visca la terra!», «Visca Catalunya i els Catalans!», «Muiren los traïdors!», «Visca la fe de Crist!», «Muira el mal govern!» o «Visca lo rei!, nostre senyor». Es la Revolta dels Segadors, de la que nace el himno de Catalunya.

La población está enfurecida por tener que alojar en sus propias casas a los soldados españoles que combaten contra Francia en la Guerra de los Treinta Años (1618-1640). Los militares saquean además el campo catalán. La pretensión del valido de Felipe IV, el conde duque de Olivares, de que todos los reinos no castellanos de España sufraguen las guerras de los Austrias y envíen hombres al ejército (en la misma proporción que Castilla) indigna a las autoridades catalanas. 

Se inicia la Guerra dels Segadors que se prolonga hasta 1652. Portugal aprovecha para independizarse de España. Olivares prefiere recuperar Catalunya.

Las tropas francesas también humillan a los payeses catalanes y las autoridades galas tampoco respetan el autogobierno. Catalunya sale del fuego castellano para caer en las brasas francesas.El ejército español llega a Barcelona en agosto de 1651. Un año después la ciudad se rinde. Catalunya está de nuevo bajo la autoridad española. En 1659 se firma el Tratado de los Pirineos por el que Catalunya pierde el Rosselló y parte de la Cerdanya.

Felipe IV muere en 1665 y le sucede su hijo Carlos II, el ‘hechizado’, que fallece sin descendencia en 1700. En su testamento lega la Corona al borbón Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Austria, Gran Bretaña y otras potencias europeas no admiten que los borbones reinen también en España. Estalla la Guerra de Sucesión española.

El 20 de junio de 1705 se firma el Pacto de Génova por el cual Gran Bretaña apoya a los catalanes contra Francia, a cambio de que el pretendiente austriaco, Carlos, respete las leyes e instituciones catalanas. La revuelta contra Felipe V se extiende por Catalunya. El propio Carlos desembarca en Barcelona el 22 de agosto de 1705. Los austracistas asedian la ciudad, que se rinde el 9 de octubre. Carlos es proclamado Rey, como Carlos III, y jura las constituciones catalanas el 7 de noviembre. Transcurren seis años de una cruel guerra.

En septiembre de 1711, Carlos deja Barcelona para ser coronado emperador de Austria. Nombra a su esposa, Isabel Cristina de Brunswikc, capitán general de Catalunya. Gran Bretaña cambia de política. Su objetivo es evitar que Austria domine también España. Ingleses y franceses firman la paz. Felipe V renuncia a sus derechos a la corona de Francia. Gran Bretaña tiene lo que quiere (un Borbón en España pero que no puede reinar en Francia y unos Austrias que no controlan España) y abandona a los rebeldes catalanes. 

Isabel también se va de Barcelona. Los barceloneses cantan: «Carlos e Isabel, necesitados, al fin nos han dejado» o «ingleses han faltado, portugueses han firmado, holandeses firmarán y al fin nos colgarán». La Catalunya que había soñado con que Europa la ayudaría, ve frustrada sus expectativas. En 1713. ¿Y en 2017?

Las autoridades catalanes optan por la resistencia a ultranza. El final es conocido: las tropas borbónicas entran a sangre y fuego en Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Felipe V promulga el Decreto de Nueva Planta y elimina cualquier vestigio de autogobierno en Catalunya.
Poco menos de un siglo después, cuando Catalunya ya está ocupada por los franceses tras la heroica resistencia, por ejemplo de Tarragona, Napoleón convierte Catalunya en un departamento más de Francia. 

El 26 de enero de 1812, un decreto subdivide Catalunya en cuatro departamentos: Boques de l’Ebre (con capital en Lleida y subcapitales de distrito en Tortosa y Tarragona), Montserrat, Segre y Ter. Catalunya deja de ser provincia francesa tras la retirada napoleónica en 1814.
La I República, 60 años después, trae consigo el segundo intento de independencia. El 5 de marzo de 1873, un grupo de políticos liderados por el médico anarquista malagueño José García Viñas proclama desde el Ayuntamiento de Barcelona el «Estado catalán federado con la República española». Dura dos días. Tras negociar con el Gobierno central, se revoca la proclamación.

El catalanismo permanece latente. El 6 de abril de 1914 se constituye la Mancomunitat, que no va más allá de una unión de las cuatro diputaciones provinciales, pero que funda escuelas técnicas, crea instituciones culturales como el Institut d’Estudis Catalans, desarrolla redes de carreteras y organiza servicios de asistencia social. Uno de sus impulsores, Francesc Cambó, propone un Estatut para dar capacidad legislativa a la Mancomunitat, pero, ¡sorpresa!, el Congreso lo rechaza. La dictadura de Primo de Rivera suprime la Mancomunitat.

Casi dos décadas después, el 14 de abril de 1931, el líder de ERC, Francesc Macià, proclama la «República Catalana como Estado Integrante de la Federación ibérica». Tres ministros, entre ellos el tarraconense Marcel·lí Domingo, convencen a Macià de que rectifique a cambio de restaurar la Generalitat y aprobar un Estatut. El llamado ‘Estatut de Núria’ es ratificado en referéndum con un 99% de votos favorables y una participación del 75%. El Congreso lo pule tan a fondo que los 52 artículos iniciales se quedan en 18.

Sólo tres años después, otro dirigente de ERC, Lluís Companys, repite la jugada. El 6 de octubre de 1934 proclama la República Catalana. Madrid responde con el Estado de Guerra. Se lucha en las calles. El general tarraconense Domingo Batet, capitán general de Catalunya, recibe órdenes de reprimir a sangre y fuego la «rebelión». Batet opta por dejar pasar el tiempo. Companys y los suyos se rinden. En total mueren medio centenar de personas. 

Batet es tildado de blando. En 1937 será fusilado por Franco por negarse a secundar el golpe de Estado. Companys es condenado a 30 años de cárcel. Es amnistiado en 1936. Tras la Guerra Civil, se exilia a Francia, es detenido por la Gestapo y entregado a Franco que lo fusila el 15 de octubre de 1940, hoy hace 77 años. 

La noche oscura del franquismo concluye el 20 de noviembre de 1975 con la muerte del dictador. Dos años después, el 23 de octubre de 1977, sale al balcón de la Generalitat el president de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas. Ha vuelto tres días antes. Pronuncia una frase que pasa a la historia: «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí».

El Estatut de 1979, la restauración de la Generalitat, la época del pujolismo, su corrupción sistémica, los dos tripartitos… preceden al gran conflicto que explica la actual situación. En 2006, el Congreso «cepilla», en palabras de Alfonso Guerra, el nuevo Estatut que había salido del Parlament. Ese texto suavizado es aprobado en referéndum. El PP lo recurre y el Constitucional se lo carga en 2010. Una decena de jueces ‘manda’ más que el Parlament, el Congreso, el Senado y el pueblo. 

Muchos catalanes dicen «prou». La del 10 de julio de 2010 es la primera de una serie de grandes manifestaciones. El independentismo sube como la espuma. Artur Mas consigue por fin ser president de la Generalitat en las elecciones de 2010. Aprovecha el auge soberanista para esconder sus recortes económicos y sociales. Convoca un referéndum de independencia para el 9 de noviembre de 2014. El Tribunal Constitucional lo prohibe. Mas lo reconvierte en un «proceso participativo». Votan 2,3 millones de personas con la doble pregunta «¿Quiere que Catalunya sea un Estado? En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?». Hay un 80% de sí-sí y un 10% de sí-no. El ‘no’ queda en el 4,5%.

El 27 de septiembre de 2015, Mas convoca otra vez elecciones (ya hubo en 2012). Gana Junts pel Sí (la suma de CDC y ERC) con 62 escaños. Ciudadanos es la segunda fuerza con 25. La CUP impide que Mas repita. Puigdemont es escogido a dedo el 12 de enero siguiente con una misión fundamental: la independencia.

El enfrentamiento con el Gobierno del PP es constante hasta llegar a este último mes: aprobación de las leyes de ruptura en polémicas sesiones parlamentarias, registros policiales, detenciones de altos cargos del Govern, brutales cargas policiales el día de la votación, masivas manifestaciones en repulsa por la violencia policial, la mayor manifestación unionista de la historia de Catalunya, Puigdemont y su DUI con marcha atrás, Rajoy que amenaza con el artículo 155 de la Constitución que prevé la suspensión de la autonomía... Así hasta hoy. 
Mañana más, cuando vence el plazo que le ha dado Rajoy a Puigdemont para aclarar si proclamó, o no, la independencia. Nueva semana crucial. Y van…

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