Acceso fronterizo limitado para frenar el virus

Crónica. En la carretera. Nos acercamos al límite político de España con Francia en la Val d’Aran para ver las aplicaciones en el control de la circulación

23 marzo 2020 19:50 | Actualizado a 31 marzo 2020 10:52
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Desde el pasado martes las fronteras de todo el país viven una situación excepcional. Parecen un cuentagotas. El Ministro del Interior decretó la limitación de circulación y controles en las fronteras terrestres con Portugal y Francia hasta el fin del estado de alarma. Uno de los escenarios afectados se encuentra en la Val d’Aran en su límite con el territorio francés.

Nos acercamos hasta esta frontera política. Geográficamente el valle es occitano, ya que está en la cara norte de los Pirineos y las vías de comunicación son más accesibles hacia Francia. En cualquier caso, tres agentes de la Policía Nacional controlan el paso de vehículos siguiendo las limitaciones impuestas por el Gobierno. ¿Que cuáles son?

Las funciones de los cuerpos de seguridad es reducir el paso entre países. Los trabajadores transfronterizos pueden transitar por las fronteras con normalidad. Es decir, aquellas personas que por ejemplo vivan en Francia y trabajen en España o viceversa pueden circular sin problemas, siempre que demuestren tal circunstancia. Por otro lado, tampoco tienen inconveniente transportes de mercancías o residentes en España que estaban fuera y vuelvan a su país, aunque sea extraño todavía los hay.

Volvemos hasta la frontera aranesa en el tramo final de la N-230, más allá del pueblo de Les, el último por carretera antes llegar a Francia. El tráfico sobre todo de camiones es fluido, pasa alguno cada pocos minutos; lejos de los entre 500 y 600 vehículos de gran tonelaje que cruzan cada día la Val d’Aran, en situación normal, claro está.

A pocos kilómetros encontramos otra carretera fronteriza. Se trata de la que asciende y desciende el Còth deth Portilhon. Es un puerto de montaña habitual en las aventuras ciclistas del Tour de Francia por los Pirineos y que enlaza el pueblo de Bossòst con Luchon. En la rotonda de acceso al puerto vigila la Guardia Civil. El tráfico por esta vía es escaso, casi nulo.

Los Mossos d’Esquadra se encargan sobre todo de la seguridad ciudadana. El primer fin de semana de confinamiento Les y Bossòst vieron como a las puertas de sus estancos se formaban largas colas de franceses. La economía de estos pueblos se cimenta en el turismo galo, gran comprador de tabaco, alcohol y gasolina en la zona. Pero mientras la mayoría de vecinos ya se habían confinado en sus casas, los vecinos franceses compraban cartones y demás para la cuarentena. Entraban de dos en dos al estanco y los Mossos vigilaban que mantuvieran una distancia de seguridad mientras esperaban su turno en la calle.

Uno de los momentos de máxima incertidumbre en esta zona fronteriza ocurrió cuando un camionero se encontró mal y estacionó a la salida de Bossòst. Presentaba síntomas de coronavirus y tuvo que ser atendido. No tardó en viralizarse entre los lugareños, algo inevitable en un pueblo, la foto de un sanitario saliendo de la ambulancia junto al camión vestido con un equipo de protección blanco de arriba abajo, mascarilla, guantes, gafas y capucha incluidos. Según informó más tarde Pompièrs Emergéncies, los servicios de emergencias de la Val d’Aran, el paciente resultó negativo en la prueba del coronavirus y se le dio el alta.

Confinamiento vigilado

Desde la semana pasada hay menos movimiento en las carreteras aranesas. La gente que sale de casa lo hace principalmente para ir a comprar al supermercado o trabajar. Las fuerzas de la autoridad no contemplan muchos más motivos. En este sentido la mayoría de empresas de esta zona fronteriza están vinculadas al turismo y han cerrado sus servicios mientras dure la cuarentena.

Y la gran pregunta. ¿Habrá llegado el coronavirus a esta zona fronteriza pudiendo saltarse todas las barreras entre países? La semana pasada el Conselh Generau d’Aran, el gobierno del valle, anunciaba el primer caso dentro de sus montañas. La persona permaneció en aislamiento en su domicilio con un seguimiento periódico por parte de los profesionales sanitarios. Ahora ya son una decena y el virus merodea por la frontera. Por lo que lo único que queda por hacer es tener calma, paciencia y precaución. Evitar salir de casa y seguir los consejos que oímos repetidos todos estos días: lavarnos bien las manos, evitar contactos físicos entre personas, mantener una distancia de seguridad, etc.  

Los núcleos fronterizos parecen pueblos fantasmas. Raramente se ve alguien por la calle, alguien paseando al perro quizá. Pero toca extremar el confinamiento, no porque estén al lado de otro país, sino para que no llegue al vecino, sea de la nacionalidad que sea. Mientras dure la cuarentena la mejor frontera es la pared de casa.

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