'El 155 es más duro que la Direct Rule que aplica el Reino Unido en Irlanda del Norte'

Ligado a Tarragona, Ivan Serrano es profesor en la UOC, politólogo y experto en nacionalismos y secesiones. En esta entrevista compara el caso catalán con el irlandés

30 octubre 2017 10:14 | Actualizado a 30 octubre 2017 10:37
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Ivan Serrano es doctor en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra. Vinculado personalmente a Tarragona, es experto en procesos de secesión, nacionalismos, federalismos y opinión pública. Imparte clases de Teoría Política y Política Comparada en la UOC, donde es investigador. 

¿Qué le ha sorprendido de lo que ocurrido estos días?
El Estado ha puesto todos sus recursos en marcha para evitar una situación que es la de descontrol sobre Catalunya, incluso a costa de transmitir ciertas imágenes o con el coste de la legitimidad, aunque sea con la fuerza como el 1-O o a través del aprisionamiento de los dos líderes independentistas. Son dos actores, el Estado y la región, y cada uno intenta ver cómo con sus acciones se puede acercar al objetivo. 

¿Se parece este Procés a algún otro relato de secesión?
Comparar es un juego peligroso. Podemos aprender de situaciones, de procesos de tensión secesionista, pero es muy difícil encontrar un ejemplo exacto. No tiene nada que ver con Yugoslavia ni con las repúblicas bálticas. Lo peculiar en el caso catalán es que España, siendo un Estado democrático, no se está comportando del todo democráticamente. Se niega a hacer un referéndum. Incluso Bélgica, con un caso muy diferente, respecto a una región pequeña, emprendió una profunda reforma constitucional y estatal. El caso español es peculiar en eso. 

¿Por su intransigencia?
Sí. Es un Estado democrático y la respuesta ha sido el bloqueo institucional y político, y responder desde una vertiente penal. 

Con el 155 empezándose a aplicar, la comparación más recurrente es Irlanda del Norte. 
En todos los lugares se pueden ver elementos comunes. En términos históricos, lo que hace Gran Bretaña es conquistar Irlanda y es una situación que en muchos casos ha derivado en un tratamiento colonial. Después está la división propia en Irlanda del Norte, entre la población de origen británico y la irlandesa. También existe una escisión religiosa. La presencia de la violencia es un diferencial importante. En Irlanda del Norte tienes la guerra sucia por parte de Gran Bretaña, como pasó con España y el País Vasco. 

Catalunya e Irlanda son casos muy distintos, pese a que a ambas las amenaza la suspensión de autogobierno. 
La cuestión de Irlanda del Norte no es una demanda de independencia o más autonomía, sino de voluntad de reunificación con Irlanda. Es una negociación a tres bandas y la respuesta del Reino Unido es diferente a la que por ejemplo dio en Escocia, donde sí permitió un referéndum. 

¿Cuándo se ha aplicado la Direct Rule?
Ha sido en momentos puntuales y los mismos acuerdos del Viernes Santo de 1998 lo preveían, después de un pacto entre las dos partes. Tenía que ser un gobierno con comunidad católica y protestante. 

¿Qué balance se puede hacer?
Es un éxito que haya habido un gobierno funcionando durante tanto tiempo. Ha habido periodos en los se ha estado sin gobierno, e incluso brotes de violencia, auque de más baja intensidad. Comparado con la situación que había antes, esto es mejor, aunque no es un estado perfecto.  

¿En qué se apoya la Direct Rule y cómo funciona?
El sistema en Irlanda del Norte está diseñado para que sea obligatorio que el gobierno lo formen parte de las dos comunidades. Cuando en algún momento no son capaces de formar gobierno, o bien durante algunas fases procedimentales, y no se llega a un acuerdo de los dos liderazgos, el gobierno británico tiene la potestad de intervenir para mantener funcionando la administración.

Para no acabar en bloqueo. 
La lógica es que el Gobierno sea autónomo, pero en estas situaciones de bloqueo están previstas estas circunstancias que desencallen. El objetivo final es que Irlanda del Norte tenga un gobierno autónomo funcional y en un horizonte a largo plazo de que sea legítima la reunificación, que incluso Irlanda plantea en su constitución. De momento, la prioridad es que el sistema de gobierno y la administración continúen cuando existe una parálisis. 

¿Es sostenible a largo plazo?
Es complicado de decir. También depende de las expectativas. Lleva casi 20 años en funcionamiento, con tensión comunitaria, de intervención del Estado, con la existencia de un Estado matriz. No es propiamente una cuestión de secesión. Visto este contexto tan complicado, que partidos tan distintos como el Sinn Féin o los unionistas hayan llegado a acuerdos, se podría decir incluso que es un éxito. 

¿Y en España? ¿Cómo valora la aplicación del 155?
Aquí vivimos una instrumentalización del poder judicial y una discrecionalidad en la interpretación constitucional en manos del Estado. En Irlanda son acuerdos de estado donde se contemplan estos escenarios, son instrumentos acordados por Irlanda y por el Reino Unido. 

¿Y aquí?
Aquí no existe eso. Catalunya no tiene capacidad de intervención, el sistema autonómico depende de la discreción del Estado. La República de Irlanda recoge que su objetivo es unificarse. Ahora las dos partes hacen concesiones al respecto, e Irlanda acepta el status quo que tiene esta provincia. 

¿Ve posible en el futuro algún tipo de acuerdo o de diálogo?
La idea de diálogo es, por definición, deseable. La cuestión que diferencia el caso español de los otros es que el Estado no reconoce la existencia de otro sujeto político. No reconoce esa condición, así que estamos hablando de un problema previo. 

¿No son situaciones comparables?
Salvando las distancias, la Direct Rule es como si el Parlament fuese incapaz de formar gobierno. No significa que el gobierno británico decida que la asamblea ha hecho algo que no está bien visto o que va contra algo. El otro elemento es que aquí, en la cuestión catalana, no hay partes. Una parte no reconoce a la otra como sujeto. 

¿El 155 es más severo y restrictivo que la Direct Rule?
Es más duro, sí. Allí son escenarios previstos de manera explícita. Aquí hay una gran discrecionalidad que controla una de las partes. Allí se dice que siempre que hay que volver a la institucionalidad para regresar. 

Pero en Irlanda hubo suspensiones largas que necesitaron luego nuevos acuerdos. 
Sí. Pero en lo que pasó a partir de 2002 influyeron otros factores, como cuestiones de corrupción incluso, de algún escándalo e infiltrado en el Sinn Féin. Había más complicaciones más allá de la gobernabilidad.

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