El separatismo, incapaz de pactar un programa

Mas advierte a los suyos de que si no obtienen la mayoría absoluta, el proceso soberanista quedará aparcado por lo menos durante los próximos cuatro años

02 diciembre 2017 12:17 | Actualizado a 02 diciembre 2017 12:21
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El independentismo no consigue cerrar la imagen de unidad que busca para el 21-D. Las fuerzas secesionistas, aliadas, socias e integrantes de un mismo Gobierno hasta hace un mes, no solo concurren en listas separadas, sino que a día de hoy, cuando apenas quedan dos días para el inicio de la campaña electoral, no han sido capaces de pactar un programa común de mínimos para exhibir una cierta unidad de acción, como era su intención.             

Más allá del acto conjunto que el soberanismo celebrará el día 7 en Bruselas, una manifestación que fuentes secesionistas señalan que puede llegar a reunir a 50.000 catalanes en la capital belga, la división independentista es evidente en el arranque de la campaña. Una fractura, reconocen tanto en Esquerra como en el PDeCAT y la CUP, que puede tener su efecto en las urnas.

Públicamente no se hacen reproches, pero en privado desde Junts per Catalunya y desde Esquerra se las tiran con bala. Ambos se culpan de que las negociaciones por el programa estén estancadas y dejan entrever que la pugna en el sector nacionalista será muy fuerte en los próximos días, pues entre otras cosas lo que está en juego el 21 de diciembre es un cambio histórico en el equilibrio de fuerzas dentro del soberanismo, que en los últimos 40 años ha sido dominado por Convergència Democrática de Catalunya –ahora PDeCAT–.

Públicamente no se hacen reproches, pero en privado desde Junts per Catalunya y desde Esquerra se las tiran con bala

El primer borrador que trascendió sobre lo que negociaban las dos principales listas secesionistas para llevar elementos comunes en sus programas, con la CUP siempre a la expectativa, planteaba nueve puntos de consenso, mientras que fuentes de Junts per Catalunya –la candidatura elaborada por Puigdemont al fracasar su lista de país– hablaban ayer de solo tres y con enunciados muy genéricos. El primero tiene que ver con la petición de libertad de los dirigentes presos; el segundo, con el reconocimiento del resultado del 1-O, que necesitaría una «reválida»; y el tercero, con la apuesta de aplicar políticas sociales para ampliar el apoyo social al soberanismo con la apertura de un proceso constituyente.

En principio, ambas formaciones y la CUP se han emplazado para el lunes para acabar de negociar y poder presentarse el lunes por la noche en la tradicional pegada de carteles con un mínimo de unidad. Pero el hecho de que no sean más ambiciosos en el contenido de los puntos a pactar ya denota que las estrategias a partir del día 22 no están nada claras en el independentismo y que más de uno incluso cruza los dedos para que no haya mayoría absoluta secesionista, pues estarían obligados a gobernar juntos de nuevo.
Lucha por el candidato

Junts per Catalunya presiona además para que Carles Puigdemont sea restituido como president de la Generalitat tras las elecciones, aunque Esquerra no está de acuerdo y sus candidatos son Oriol Junqueras y Marta Rovira. Los neoconvergentes advierten incluso a los republicanos de que impulsar otro candidato que no sea el exalcalde de Girona es «legitimar» el 155. Esquerra Republicana no está dispuesta a caer en la trampa y de momento evita el cuerpo a cuerpo. «Tenemos claro cuál son nuestros adversarios», apuntan los republicanos.

Ambas formaciones y la CUP se han emplazado para el lunes para acabar de negociar y poder presentarse el lunes por la noche en la tradicional pegada de carteles con un mínimo de unidad

Hasta la fecha, las encuestas son favorables a los independentistas, que estarían en disposición de revalidar la mayoría absoluta, sumando los escaños de ERC, Junts per Catalunya y la CUP. Sin embargo, el expresidente Artur Mas se unió ayer a algunas voces de dentro del soberanismo que alertan de una posible desmovilización en el mundo secesionista y avisó que el futuro del proceso hacia la constitución de un Estado catalán iniciado en 2012 corre peligro y depende del resultado de las elecciones.             

Si el bloque independentista no saca mayoría absoluta en los comicios tocará «aparcar el proyecto rupturista», afirmó el expresidente de la Generalitat. Mas entiende que las fuerzas secesionistas tendrían que abandonar el proceso al menos durante una legislatura y colaborar con las fuerzas constitucionalistas que habrían ganado.

Pero, en cambio, si el independentismo obtiene más de 68 diputados (sobre 135), Mas cree que el siguiente paso será «invitar al Estado a sentarse» a negociar. Lo que no dijo es qué se debería negociar.

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