El universo soberanista redobla la presión sobre Puigdemont

La CUP lanza un ultimátum para que declare la independencia y Junqueras pide unidad

15 octubre 2017 10:29 | Actualizado a 15 octubre 2017 10:31
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A escasas horas de que expire el plazo dado por Mariano Rajoy a Carles Puigdemont para que le responda por escrito si el martes pasado declaró o no la independencia, las presiones arreciaban ayer en el bando soberanista, aunque las dudas se mantenían. Tres de los principales actores del proceso, Esquerra, la CUP y la ANC, con matices y ritmos diferentes, apremiaron a Carles Puigdemont para que proclame la república cuanto antes.             

El menos explícito fue el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, quien con su habitual ambigüedad pidió «apoyo» para el presidente de la Generalitat para que cumpla el «mandato del 27-S y especialmente el del 1 de octubre de constituir la república catalana». Un respaldo envenenado y que a dos días de la respuesta que Puigdemont debe dar a Rajoy podía interpretarse como una llamada de los republicanos a que el jefe del Ejecutivo formalice el lunes la declaración de independencia. Se trata, dijo Junqueras, de «cumplir un mandato», «la construcción de la república y el compromiso de hacer la independencia».             

Ultimátum de la CUP                 

Mucho más explícitos y más impacientes se mostraron los anticapitalistas de la CUP, dispuestos a seguir vendiendo caro su apoyo a Junts pel Sí. La formación de la izquierda radical lanzó ayer un ultimátum a Puigdemont que puede tener serias consecuencias para lo que queda de legislatura. «Exigimos que la respuesta sea nítidamente afirmativa y acompañada necesariamente de un acto de solemnidad que dé respuesta a los resultados del 1-O. Por tanto, la proclamación de la república», señalaron los antisistema tras la reunión de su consejo político.             

Si el presidente de la Generalitat no atiende a su petición y la respuesta a Rajoy no es una DUI clara, la CUP romperá con Junts pel Sí, dejará al Gobierno catalán en minoría y muy probablemente abandonará el Parlament. Sin el apoyo de los anticapitalistas, a Puigdemont no le quedarán muchas opciones: o gobierna en minoría, o busca la alianza con los comunes, rebajando la hoja de ruta soberanista, o convoca elecciones. El tercer toque de atención le llegó ayer a Puigdemont de parte de la ANC, que le instó a que cierre cuanto antes el camino iniciado hacia la independencia. No fijó plazos concretos, pero sí dijo que si el Gobierno aplica el artículo 155 para suspender la autonomía o la Audiencia Nacional toma la decisión de decretar prisión provisional para Jordi Sánchez, Jordi Cuixart o Josep Lluís Trapero, el Parlament debería proclamar la independencia en los próximos días.

Clima de división                     

Mismo objetivo, pero tiempos distintos. El caso es que el independentismo ya no es la roca granítica que hace un mes aprobó la ley del referéndum y de transitoriedad jurídica, y que fue a por todas con el referéndum del 1 de octubre. Desde el pleno del pasado martes, en el que Puigdemont cedió a las presiones europeas y del mundo económico, el secesionismo está dividido. Fuentes independentistas relatan cómo se rompió la unidad en la célebre reunión del estado mayor del proceso antes de que Puigdemont dejara en suspenso la declaración de independencia. Por un lado, los más duros, con Marta Rovira, Jordi Cuixart (Omnium) y Lluís Llach. En el lado menos radical, Artur Mas, Marta Pascal y Jordi Sánchez (ANC). Puigdemont y Oriol Junqueras acostumbran a bascular entre un bando y otro. Y luego está la CUP, que aceptó la declaración en diferido, pero a la que se le agota la paciencia.

Tanto Junqueras como Jordi Sánchez hicieron ayer llamadas a la unidad. A «cerrar filas», porque «para superar las dificultades hay que mantener la confianza en la unidad», según el líder republicano. «Ha sido nuestra fuerza», aseguró.             
El temor que existe en el soberanismo es entrar en un periodo de una cierta distensión que pudiera desmovilizar a los suyos.

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