La batalla fuera del Camp Nou deja 46 heridos

El fracaso de Tsunami Democràtic a la hora de convertir el Clásico en un altavoz independentista dio alas a los violentos

19 diciembre 2019 09:06 | Actualizado a 19 diciembre 2019 09:15
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Del acto reivindicativo y no violento a escala planetaria no hubo nada. Tsunami Democràtic no anduvo ni siquiera cerca de conseguir su ambicioso objetivo de convertir el clásico en un enorme altavoz que llevara la causa independentista catalana a los más 700 millones de espectadores del partido. 

La plataforma que hasta ahora se había apuntado éxitos indiscutibles como los de colapsar el aeropuerto de El Prat o las fronteras terrestres con Francia, pinchó ayer en el Camp Nou. Sus acciones sorpresivas y pacíficas que iban a hacer hablar de la crisis catalana en todo el mundo se quedaron en un tímido lanzamiento de pelotas de playa al campo y un par de pancartas. Al final, el fracaso de Tsunami Democràtic lo que sí hizo fue dar alas –y muchas– al independentismo más violento, que volvió a tomar las calles con barricadas de fuego como hizo en octubre y noviembre tras hacerse pública la sentencia del Procés con las condenas de prisión a los líderes independentistas.
Tsunami desde hace días aseguraba que ya tenía a 25.000 activistas listos para sus acciones sorpresa en el partido del FC Barcelona y el Real Madrid. Sus mensajes en sus canales de comunicación, replicados por todos los grupos del independentismo, apuntaban a una jornada histórica para la internacionalización de la causa secesionista. 

El Govern de la Generalitat e Interior llegaron a movilizar a más de 4.000 agentes (públicos y privados) ante el órdago de una plataforma con un halo de imbatibilidad. 
Pero al final solo 5.000 personas, según los cálculos de la Guardia Urbana de Barcelona, participaron en las cuatro protestas simultáneas en los alrededores del Camp Nou que debían haber inundado los alrededores del estadio durante las cuatro horas anteriores del choque futbolístico. Pero antes del encuentro no pasó nada. Absolutamente nada. Los activistas de Tsunami Democràtic se dedicaron a repartir 100.000 cartulinas azules del «Spain, sit and talk» (España, siéntate y habla) el lema independentista que la plataforma pretendía hacer ayer miércoles viral a escala planetaria. El grupo también repartió infinidad de caretas con el rostro de Leo Messi para confundir a los servicios de seguridad durante alguna de las performances que debían hacerse en el interior del estadio y que luego nunca llegaron a materializarse.
La falta de acciones de relumbrón de Tsunami Democràtic  fuera del estadio fueron dejando cada hora que pasaba más espacio a los grupos de radicales y encapuchados, que poco antes del inicio del partido comenzaron a dejarse ver en las puertas sur del estadio, caldeando el ambiente en los controles de seguridad donde el personal del Barça se afanaba en confiscar las caretas de Messi (para evitar rostros cubiertos en el campo), pero no las pancartas.

Boixos, el detonante

La aparición de un reducido grupo de Boixos Nois (de ultraderecha) en la zona sur del estadio, en las cercanías de Travessera de les Corts, fue la mecha que lo encendió todo. Los efectivos de la Brigada Móvil (Brimo, antidisturbios) de los Mossos d’Esquadra tuvieron que intervenir para evitar el choque con los grupos de extrema izquierda y antifascistas que se habían dado cita en esa zona convocados por Lliris de Foc, un grupo radical nacido hace solo unos días y que no esconde su carácter violento.

Varios centenares de encapuchados tardaron solo minutos en hacerse fuertes en las inmediaciones del estadio, donde la batalla campal se desató a mitad del primer tiempo, cuando los agentes tuvieron que emplearse a fondo, incluido el uso de gases y el lanzamiento de balas de foam, para que los encapuchados no entraran por la fuerza en el estadio. Varios grupos de violentos fueron desalojados cuando ya habían superados las vallas exteriores del recinto.

Y a partir de ahí, el caos. De nuevo, las imágenes  de una Barcelona en llamas, con barricadas por doquier y lanzamientos de adoquines a los Mossos d’Esquadra. Idénticas fotografías de fuego y cargas, pero esta vez en los pudientes barrios de la parte de arriba de la Diagonal y no en el centro turístico de la ciudad. Y todo con el riesgo añadido de tener que desalojar a 93.000 espectadores a través de esa batalla.

Saqueado un furgón de Mossos

Al menos 46 personas necesitaron asistencia sanitaria, todas ellas de carácter leve, por lesiones sufridas en los disturbios. Según informó el Sistema de Emergencias Médicas (SEM), de los 46 heridos, seis de ellos requirieron un traslado a un centro sanitario. Además, un cámara de la televisión de Barcelona Betevé resultó herido en una pierna por el rebote de una bala de foam que le impactó mientras grababa los disturbios, según explicaron a Efe fuentes de la televisión local, aunque el periodista ha podido continuar con su trabajo.

Un manifestante consiguió abrir las puertas traseras y llevarse objetos de un furgón de los antidisturbios de los Mossos d’Esquadra, que pudieron ser recuperados, durante los disturbios en la zona del Camp Nou. En ese punto, un grupo de manifestantes acorraló a dos furgonetas antidisturbios, y una decena de antidisturbios tuvieron dificultades para protegerse de la multitud, además de que un agente cayó al suelo y otro perdió el casco, aunque poco después lo recuperó. 

El incidente ocurrió cuando una decena de manifestantes se sentaron en la confluencia dee Travessera de les Corts con Arístides Maillol y los Mossos trataron de retirarles, pero más personas acudieron y se entrentaron a los policías. Uno de los mossos que estaba en ese punto recibió un empujón de uno de los manifestantes y cayó al suelo durante este mismo incidente. Un grupo de cuatro personas que impedía que un furgón del mismo grupo avanzara, se subieron al capó al continuar la marcha el vehículo.

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