«Los políticos de Madrid me han hecho independentista»

Una decena de tarraconenses se concentraron ayer en la capital del Estado para apoyar a los presos en el inicio del juicio. Seis de ellos se plantarán en silencio hoy y mañana ante el Supremo

13 febrero 2019 08:36 | Actualizado a 13 febrero 2019 11:15
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«He ido a todas las concentraciones desde que encarcelaron a los Jordis. Antes no había tantos fachas y podías acceder a la plaza del Supremo. Ahora estamos vallados». Domingo, ataviado con una barretina y con una estelada en la mano, era uno de la decena de tarraconenses que se apelotonaron ayer en la calle Génova, a centenares de metros de un Tribunal Supremo blindado por la Policía y rodeado por los medios de comunicación ante el comienzo del juicio contra doce dirigentes soberanistas, la tarraconense Carme Forcadell, expresidenta del Parlament, entre ellos. 

Domingo y otro centenar de independentistas (Laura Castel y los diputados de ERC y el PDeCAT, Jordi Salvador y Ferran Bel) estaban rodeados por numerosos policías nacionales. Los agentes impedían que se acercaran al Supremo. El grupo consiguió subir a Génova desde el Paseo de Recoletos, pero no pudo ir más allá. 

Al otro lado de la calle, quince simpatizantes de Falange Española gritaban consignas como «España no se vota, España se defiende». Cuando vieron al grupo que subía por la otra acera, empezaron a insultarles con gritos de «hijos de puta» y «golpistas».

Imágenes del juicio
Mientras tanto, se vieron las primeras imágenes de Forcadell y los otros once procesados sentados en el banquillo de los acusados. En la misma sala, unos asientos más allá, estaban su esposo, Bernat Pegueroles, y la hermana de Carme, Enriqueta. Ambos son de Xerta, como la exlíder de la ANC. El primero reside en Sabadell y Enriqueta, en Amposta. 

Bernat pudo saludar fugazmente a su mujer: «Estaba bien, muy arreglada». Él y el resto de familiares de los presos tuvieron problemas para entrar en el Supremo porque los policías que controlaban el acceso no tenían la lista de las personas autorizadas para estar en la sala de vistas. En cuanto llegó el listado, pudieron entrar.  

Forcadell había llegado al Supremo sobre las 8, procedente de la cárcel de Alcalá Meco, junto a Dolors Bassa. A la misma hora  llegaron los otros siete procesados que permanecen en prisión: Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Jordi Cuixart, Joaquim Forn, Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva. Otros tres políticos enjuiciados están en libertad (Santi Vila, Carles Mundó y Meritxell Borràs). 
Su estado físico fue el objeto de comentario entre los periodistas. La conclusión fue unánime: todos parecían estar bien, salvo el exconseller de Interior, que había adelgazado considerablemente.

Gran expectación
La expectación mediática era enorme desde primera hora de la  mañana. Numerosos periodistas retransmitían en directo encarados a la fachada principal del Supremo, mientras el resto hacía cola en un acceso lateral, el mismo por el que entra el público. Un señor de edad avanzada gritó «golpistas» a un furgón de la Guardia Civil. Equivocadamente. No llevaba a los presos independentistas. 

El juicio se prolongó por la mañana desde las 10 hasta las 14.15, con un receso de 45 minutos. Tras el pequeño impás, se pudo ver a Forcadell charlar de modo animado y con una sonrisa en la cara con Vila, Mundó y Borràs. 

Vila había llegado a las 9,20 a las puertas de la Sala de lo Penal. Su situación es infinitamente mejor que las de los encarcelados, pero se le veía muy tenso. Su postura corporal era de rigidez absoluta y su rostro estaba serio. 

Veinte minutos antes había entrado parte de los abogados de los procesados, entre ellos Francesc Homs. El exconseller de Presidència conoce bien el tribunal, pues fue condenado por esa sala a un año y un mes de inhabilitación por un delito de desobediencia grave. Homs coordina la defensa de los acusados del PDeCAT. 

En la calle, la Policía obligó a los manifestantes independentistas a retirarse. Los agentes se mostraron muy educados con constantes «por favor», «gracias», «caballero», «señora»... pero se mostraron firmes para frustrar el intento de los diez tarraconenses y sus compañeros de acercarse al edificio del Supremo. 

Mientras se movían empelidos  sin prisa pero sin pausa por los policías, los concentrados independentistas coreaban gritos como «Llibertat presos polítics»... «Lo llaman democracia y no lo es. Es una dictadura, eso es»...  

Un periodista del programa Todo es mentira, conducido por Risto Mejide, le preguntó a Domingo: «Si ahora aterrizase un marciano en la Tierra, ¿cómo le explicaría la situación de Catalunya?». Domingo, de 72 años, respondió raudo: «España nos maltrata, nos roba. La de los presos es una situación injusta. La situación terminará mal porque en Madrid no quieren dialogar». 

Domingo, un matrimonio amigo (Manel y Carmen) y la tía de Carmen, María, habían salido a las 4 de la mañana en coche desde Vila-seca porque no encontraron billetes en el AVE. ¿Por qué ese palizón? Domingo: «No nos tenemos que amedrentar. Somos el pueblo. Tienen que dejar libres a los presos»... Manel: «He venido por la injusticia que se ha cometido. Es como si estuviera preso todo el pueblo. Tarde o temprano Catalunya será independiente. España nos odia». Carmen: «Tendríamos que estar encarcelados todos, no sólo ellos».

Carmen es catalana de padre gallego y madre aragonesa. Sus progenitores residen en Zaragoza. «Cuando llamo a mi padre, me pregunta ¿dónde esta el Puigdemont?», explicó con humor. 

Junto a los cuatro vila-secanos había seis tarraconenses, integrantes de ‘El Silenci’, el grupo que cada día se concentra ante el Juzgado de Tarragona. Harán lo mismo ante el Supremo hoy y mañana. Son Lluís, Montse, Paqui, Manuel, Ramon y Noelia.
Manuel es una de las personas que acuden (lo siguen haciendo aunque ya no esté Forcadell) a la prisión de Mas d’Enric a interpretar con saxo, guitarra y clarinete melodías como El Cant dels Ocells, L’Estaca o Els Segadors.

Odisea por una foto
Todos ellos aceptaron la propuesta del Diari de fotografiarse con su simbología independentista en la Plaza de Colón, bajo la gigantesca rojigualda, justo en el mismo lugar donde la triderecha (PP, Vox y Ciudadanos) se manifestaron el domingo contra «la traición de Pedro Sánchez».

Para recorrer los escasos 100 metros que separaban la plaza de Colón y el lugar donde la Policía dejó concentrarse a los independentistas, hubo que solicitar permiso a los agentes. Los tarraconenses estuvieron ‘escoltados’ por cuatro policías durante la simbólica sesión fotográfica. 

Todos ellos repetían el argumentario independentista: «España es una dictadura» (Montse) «Todo es una injusticia» (Manuel), «Toda la vida nos habían dicho que se podía hablar de cualquier cosa sin violencia. En ningún momento ha habido violencia y ellos (los políticos enjuiciados) están ante el Tribunal Supremo. Que alguien nos diga cómo vamos a dialogar con el resto de España» (Noelia)... «Yo también voté. Soy igual que ellos» (Ramon). 

El caso más curioso es el de Manuel, nacido hace 66 años en Palma del Río (Córdoba) y que llegó a Catalunya con doce años. ¿Un andaluz independentista? «Sí. Me han hecho independentista los políticos de Madrid», concluyó.

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