Mi primera Diada

Historia. Ramon Marrugat, ‘alma mater’ de la conocida librería La Rambla de Tarragona, recuerda su primera celebración de la fiesta nacional catalana. Fue en 1976 en Sant Boi

11 septiembre 2019 08:10 | Actualizado a 12 septiembre 2019 13:01
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«Fue emocionante ver a cientos de personas que compartían tus mismos sentimientos de catalanidad. Había muchos partidos, pero tenían un espíritu más abierto, la Diada era más inclusiva que hoy. Ahora hay muchos que intentan repartir patentes de catalanidad. Entonces había mucho partidismo, pero ningún sectarismo». Así recuerda Ramon Marrugat sus primeras Diadas, la de 1976 en Sant Boi de Llobregat y la de 1977 en Tarragona.

Marrugat fue el alma mater de la conocida y ahora desgraciadamente extinta Llibreria La Rambla, un enclave de libertad y catalanidad en Tarragona. Decenas de personas se reunían desde 1968 en la librería para actos culturales, pero con trasfondo político.

«En los últimos años del franquismo se veía que el Régimen no aguantaría. Los mismos franquistas estaban divididos y tenían contradicciones internas. Incluso venían policías a la librería e intentaban hacerse amigos míos», rememora Marrugat.

La primera gran reivindicación catalanista tras la muerte, el 20 de noviembre de 1975, del dictador Francisco Franco, tuvo lugar en Sant Boi de Llobregat. Miles de personas se concentraron para reivindicar algo que ahora parece tan lejano como «llibertat, amnistia i estatut d’autonomia». Apenas se veían esteladas.

Entre aquellas personas se encontraban Marrugat, su esposa, su cuñado y un amigo. «Estábamos como en casa. Conocías a mucha gente. Todos pensaban como tú, aunque había muchas ideas diferentes dentro del catalanismo», explica 42 años después.

Junto con el cura obrero Francesc Xammar, Manuel Martín Bravo (de Comisiones Obreras), Pedro Quintero (de la asamblea de profesionales) y Enrique de Gracia (del PSUC), Marrugat formaba parte del secretariado en Tarragona de la Assemblea de Catalunya, la entidad que reunió a la oposición antifranquista.

Si en Sant Boi se reunieron miles de personas en 1976, Tarragona tuvo que esperar un año para que los ciudadanos se echaran a la calle masivamente. Eso sí, Marrugat apunta que ya en 1976 se hacían ofrendas florales, pero ante el ‘monumento a los caídos’, ubicado en el que posteriormente se bautizaría como el Parc de la Reconciliació, junto al Hotel Imperial Tarraco. Aún no se había erigido el monumento a Rafael Casanova, donde hoy, como cada 11 de septiembre, se realizará una ofrenda floral.

La primera Diada de la recién estrenada democracia se celebró la noche del sábado 10 al domingo 11. La idea era no ‘competir’ con la Diada central que tuvo lugar el domingo en Barcelona.

Tarragona tuvo que esperar a 1977 para echarse a la calle de modo multitudinario

Según el diario del martes (en aquella época la prensa no salía el lunes) asistieron 6.000 personas a la manifestación de Tarragona y 4.000 a la de Reus. Las banderas ya produjeron polémica aquella noche del 10 de septiembre. Mejor dicho, la ausencia de ellas.

Decía la crónica: «Hay que dejar sentada la total falta de iluminación de la Plaça de la Font y del propio consistorio que fue iluminado en el preciso instante que la cabeza de la manifestación llegaba a los aledaños de la plaza (...). Y allí empezó lo bueno. Del Consistorio no pendía bandera alguna, ni la nacional, ni la senyera, ni nada. Los tres mástiles del balcón central pelados, hecho que motivó, con toda la razón, la indignación de los presentes. La atalaya más significativa de la ciudad estaba sola y mustia».

No hubo banderas, pero sí un discurso del senador por Tarragona de Entesa dels Catalans Josep Anton Baixeras: «(queremos) manifestar la renovada fe en una Catalunya recobrada, una Catalunya que será libre y democrática. Y hacer comprender a quien sea, a las instancias que sean, que los vigilantes de nuestras instituciones y los administradores de nuestras libertades tenemos que ser solamente los catalanes, los catalanes viejos y los catalanes nuevos, y que todas las maniobras, todos los intentos de enfrentar a unos catalanes contra otros fracasarán». Un mensaje de 1977, pero más de actualidad que nunca.

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