Puigdemont vs Junqueras, segundo duelo

Jamás llegaron a empatizar en el año y diez meses que compartieron gobierno, las desconfianzas mutuas marcaron esa legislatura y condicionaron la gestión que se hizo del 1-O, y ahora siguen sin coordinar una estrategia unitaria hacia la independencia

13 mayo 2019 08:17 | Actualizado a 14 mayo 2019 18:23
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Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, president y vicepresidente del Govern del 1-O y de la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017, competirán por segunda vez en unas elecciones, en las que aspiran a lograr un escaño en la Eurocámara para internacionalizar la causa soberanista.

Dadas las circunstancias -Puigdemont huyó a Bélgica tras la DUI, Junqueras se quedó y ya lleva 555 días en prisión preventiva, ambos se ha convertido en iconos dentro del independentismo, pero sus relaciones personales y también políticas distan de ser fluidas.

Jamás llegaron a empatizar en el año y diez meses que compartieron gobierno, las desconfianzas mutuas marcaron esa legislatura y condicionaron la gestión que se hizo del 1-O, y ahora siguen sin coordinar una estrategia unitaria hacia la independencia.

El reto de la unidad es precisamente uno de los motivos de fricción entre sus respectivas siglas: las apelaciones de JxCat a configurar listas unitarias en cada cita con las urnas -Puigdemont se ofreció a ir de número dos de Junqueras a las europeas- caen sistemáticamente en saco roto por la negativa de ERC a diluir su perfil ideológico en un solo frente electoral al lado de los herederos del espacio político de la antigua Convergència.

Persiste una pugna indisimulada entre ambos por la hegemonía dentro del independentismo, un pulso que en las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017 ganó contra pronóstico Puigdemont, que remontó los sondeos con el anzuelo de su prometido retorno si podía ser investido de nuevo president.

Pragmatismo de Esquerra
Fue un golpe que a duras penas pudo digerir Esquerra Republicana, que desde entonces ha sostenido un discurso más pragmático y distanciado de la línea de confrontación con el Estado abanderada a menudo por JxCat.

Episodios como la fallida investidura a distancia de Puigdemont-el presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, se negó a desoír las advertencias de los tribunales y se ganó las iras de JxCat- o la suspensión de los diputados presos o «exiliados» -que ERC acató de facto para que Oriol Junqueras y Raül Romeva pudieran delegar su voto- han tensado las relaciones entre socios de Govern.

Entre el primer duelo electoral entre Puigdemont y Junqueras, en 2017, y el que librarán el 26-M como cabezas de lista de JxCat y ERC al Europarlamento, ha ocurrido un hecho sin precedentes.

El pasado 28 de abril, ERC rentabilizó su giro moderado y se alzó por primera vez con la victoria en unas generales en Catalunya -conquistando los feudos en los que arrasó la CiU de Josep Antoni Duran Lleida en los comicios de 2011-, mientras que JxCat obtuvo menos de la mitad de sus escaños y votos.

Los candidatos
Pero las europeas son un escenario distinto. De entrada el nombre de Puigdemont vuelve a figurar arriba del todo de una papeleta, y ese argumento le basta a JxCat para confiar en una sorpresa. Puigdemont -que para desesperación de un sector de su partido ha prescindido del PNV como socio de coalición para las europeas- ha fichado como número dos de la lista a Antoni Comín, exconseller huido a Bélgica y que era próximo a ERC, y la también exconsellera Clara Ponsatí, una de las voces menos contemporizadoras del independentismo, ocupa el tercer puesto de la candidatura.

Junqueras, que sí encabeza una lista de coalición con EH Bildu y el BNG, busca consolidar ERC como fuerza de referencia del soberanismo y ocupar la centralidad en la que, en otro contexto, supo acomodarse en su día la antigua Convergència. Esa superioridad electoral de CDC sobre ERC empezó a resquebrajarse en las anteriores europeas, en 2014, cuando los republicanos lograron su primera victoria en Catalunya.

Las encuestas, por ahora, sonríen a Esquerra: según el CIS, la candidatura de Junqueras obtendría tres escaños en el Parlamento Europeo y superaría a la lista de JxCat, que lograría un escaño para Puigdemont, mientras que, según el CEO, ERC ganaría las europeas (22,6%), seguida del PSC (22,2%) y JxCat (21,2%).

Su participación en la campaña es compleja: Puigdemont conecta por videoconferencia en los mítines de JxCat , como el de ayer en Amposta, y tiene previstos actos en Eslovenia, Alemania, Reino Unido y Bélgica, mientras que Junqueras depende del criterio de la JEC para ofrecer discursos y entrevistas por vía telemática desde la cárcel de Soto del Real.

La duda que sobrevuela ambas candidaturas -y que funciona como reclamo para sus propios electorados, como voto de presión al Estado para situarlo ante un dilema legal- es si se les permitirá tomar posesión de su escaño y ejercer como eurodiputados.

Sobre Junqueras -que fue eurodiputado antes de ser líder de ERC-, fuentes soberanistas dan por hecho que se le permitirá, si quiere, tomar posesión del acta, aunque su situación procesal, en pleno juicio del Procés, hace casi inviable su ejercicio parlamentario.

Más problemático puede ser el caso de Puigdemont, sobre quien no pesa ahora mismo ninguna orden de extradición pero que difícilmente podrá recoger el acta de eurodiputado, ya que, aseguran fuentes jurídicas, necesitaría volver a España, un requisito que en JxCat niegan. Esta será la batalla legal a dirimir tras el 26-M.

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