Sánchez aparca la promesa de castigar los referéndums

El líder socialista pone en valor que solo el PSOE y Podemos defienden el diálogo para resolver la «crisis política» con Catalunya

15 noviembre 2019 08:00 | Actualizado a 19 noviembre 2019 18:10
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El pacto con Unidas Podemos y la necesidad de Pedro Sánchez de contar con ERC para superar la investidura tiene ya consecuencias en el discurso de PSOE. El presidente en funciones dejó caer ayer que renunciará a una de sus más relevantes promesas, lanzada en prime time durante el debate electoral del 4 de noviembre: la recuperación del delito de convocatoria de referendos ilegales, introducido por el PP en el Código Penal en 2003 y suprimido por Zapatero y las fuerzas soberanistas en el Congreso en 2005.

«Es evidente que en el programa de Gobierno que se está elaborando tendremos que llegar a un acuerdo sobre cuál es la propuesta que vamos a hacer en múltiples ámbitos», justificó en su primera comparecencia tras las elecciones, una rueda de prensa en Moncloa junto al presidente electo del Consejo Europeo, Charles Michel.

La respuesta respondía a una pregunta sobre su intención de desarrollar en concreto aquella promesa estrella, pero es aplicable a toda la batería que planteó en el debate entre candidatos contra el secesionismo en un intento de seducir a los votantes desencantados de Ciudadanos. Es decir, vale también para la implantación de una asignatura obligatoria de educación en valores civiles, constitucionales y éticos, que las fuerzas independentistas interprearon como una agresión directa a sus políticas, y para la modificación de la ley que prometió impulsar con el objetivo de acabar con el «sectarismo» de TV3.

«El PSOE y Unidas Podemos somos las dos únicas organizaciones a nivel nacional que apuestan por el diálogo dentro de la Constitución para resolver la crisis política en Catalunya; las dos únicas. Por tanto, aquellos que se oponen a un Gobierno progresista formado por PSOE y UP, que es el único posible, tendrán que explicar qué alternativa proponen, qué Gobierno quieren», dijo en un aviso a los republicanos.

Diálogo interno

No es baladí que, después de haber estado toda la campaña argumentando que en Catalunya hay «un problema de convivencia», ayer hablara de «crisis política». Al mismo tiempo, sin embargo, defendió que «los primeros que tiene que hablar son los catalanes». «Hay una Mesa en el Parlament que tiene que ser activada por los líderes independentistas para hablar con la parte no independentista de Catalunya», manifestó.

«Contradicciones»

Mientras tanto, con 35 diputados frente a los 120 del PSOE, Pablo Iglesias es consciente de que la posición de Unidas Podemos en un futuro Gobierno de coalición es de inferioridad, y ello le impedirá aplicar muchas de las medidas de su programa. «Nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y tendremos que ceder en muchas cosas», avisó ayer en una carta a la militancia.

Entre las que podrían generar a la coalición más dolores de cabeza se encuentran la derogación de la reforma laboral, de la que el PSOE solo propone «revertir sus efectos perniciosos», o la intención de la formación morada de evitar la privatización de Bankia.

Sobre el pacto se pronunció ayer el expresidente socialista Felipe González, que censuró que se hayan repartido los cargos antes de acordar el programa. Según Gonzáléz, esta fórmula es «darle un cargo a Juanito, y así Juanito critica menos».

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