'Tengo 17 años y lucho por votar'

En la marcha de alumnos hubo paradojas: menores de edad que no podrían votar pero salen a la calle para que otros lo hagan y anarquistas que quieren la república. Las aulas se vaciaron para mostrar apoyo al 1-O

29 septiembre 2017 11:38 | Actualizado a 29 septiembre 2017 11:48
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Se daba una paradoja: muchos de los manifestantes, menores, no podrían ni siquiera votar este domingo, y sin embargo allí estaban, reclamando el pack de libertades de estos días de calle y pancarta, articulando músculo cuando el sector educativo ha sido emplazado a movilizarse. Entre la artillería dialéctica aparecieron lemas como ‘Fem història’, ‘Defendamos el referéndum’, ‘La calle será siempre nuestra’, ‘Rompamos el régimen del 78’, ‘Votarem!’ y ‘Contra el cop d’estat, buidem les aules’. 

Alrededor de 1.500 estudiantes universitarios y de secundaria se manifestaron en Tarragona a favor del 1-0, en una marcha que arrancó en el Campus Catalunya de la URV, transitó por la Avinguda Catalunya, la Rambla Vella y la calle Major hasta el Rectorat. El 78% de alumnos de la universidad tarraconense secundaron la jornada de huelga de ayer. 

Hubo, sobre todo, chavales jóvenes, convocados por el Comitè de Defensa del Referèndum de la URV, aunque detrás habían grupos como Arran, Joventuts Llibertàries o el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans de la URV. Cantaban L’Estaca y Els Segadors, así como lemas recurrentes como ‘No pasarán’ o ‘Les estudiants desobeïm’. 

Al paso de la comitiva en la Avinguda Catalunya hubo momentos de contraste. Desde una ventana de un bloque, un vecino desplegó una bandera española en su ventana, y se llevó un aluvión de pitos, al son del grito ‘Fora fora fora la bandera espanyola!’. Justo al lado, todo lo contrario: una señora mayor se asomó a la ventana visiblemente emocionada para aplaudir. El fervor fue mutuo y la comunión con los jóvenes que protestaban abajo entrañable. Aparecían también los cánticos feministas: ‘Sense la dona no hi ha revolució’. 

La jornada de huelga tuvo un seguimiento del 78% entre los alumnos de la URV

Abajo, cerca del séquito, una mujer les mostraba su apoyo y hablaba con otra: «Yo iré a votar por mi padre, porque él no pudo hacerlo durante muchos años». Otro cántico escuchado: ‘Boti, boti, boti, espanyol el qui no boti’». Abundaban las estelades como capas, los gritos que pedían la dimisión del alcalde Ballesteros y los mensajes ingeniosos. Un chaval sostenía un cartel: ‘Error 404. Democracy Not Found’. Otro exhibía una cita de Emiliano Zapata, el legendario líder de la Revolución Mexicana: «Si no hay justicia para el pueblo que no haya paz para el gobierno». 
El ímpetu juvenil quedó plasmado en aquellos menores que, a pesar de que no puedan votar, muestran su apoyo a las urnas. Júlia Artigas, Marc Aguiló y Robert Canals tienen 17 años y son de La Selva del Camp: «Estamos aquí para hacer fuerza para que se pueda votar. Nos movilizaremos todo lo que haga falta». 

La respuesta a Fiscalía
Los jóvenes fueron muy críticos con la orden de la Fiscalía de vigilar las situaciones de riesgo en las que podría colocarse a menores de edad por participar en actos relativos al 1-O. «Es absurdo que nos controlen por ir a las manifestaciones. Llega un punto en el que si todo es ilegal, los actos, la votación, las manifestaciones… ¿cuál es el problema?», se preguntaba Marc Aguiló: «Estamos aquí para que se pueda votar». 

Ya en la Part Alta, volvieron las proclamas de Votarem! y de Visca terra lliure! hasta que el recorrido multitudinario de manifestantes terminó en la subida al Rectorat. Allí se colocaron las pancartas (una lucía la frase ‘Franco encara no és mort’) y el rector, Josep Anton Ferré, les salió a recibir, a pesar de las críticas que había recibido por que la URV no cederá espacios de votación este domingo. Por entonces, la marcha era una fiesta, batucada y manifiestos incluidos: críticas por la actuación desproporcionada y abusiva de las fuerzas policiales en registros y detenciones y llamamientos a la rebelión. «Si la ley es una cadena contra la libertad, se tiene que desobedecer», se leyó. 

Luego, en la Plaça del Rectorat, hubo actuaciones musicales, comida y demás divertimento reivindicativo, aunque los parlamentos acabaron, curiosamente, con otra paradoja: anarquistas abogando por la República catalana. «Creemos que ningún estado hará libres a las personas, pero romper España mola», dijeron. 

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